Por Carlos
Burgueño - La insistencia de la Argentina en conseguir una rebaja en
las tasas de interés que se apliquen en
un eventual Facilidades Extendidas (EFF) no es un capricho. El ahorro que
implicaría para el país en los 10 años que duraría el acuerdo que se firme con
el FMI sería de u$s1.000
millones anuales (u$s10.000 millones en total). Pero, como se trata de
intereses y no de capital, ese dinero debería ser liquidado todos los años que
dure el acuerdo; comenzando por el semestre posterior a la firma del EFF.
Por ejemplo, si
Argentina lo firmara en el primer trimestre de 2022, el primer pago de esos
u$s1.000 millones debería ejecutarse antes que termine el mismo
año. En términos porcentuales, la reducción de los intereses que reclama el Gobierno implica que el costo
del plan de pagos a 10 años que se cerraría con el FMI, pase del 4,05% que se
le cobra a los países que no cumplen en tiempo y forma con las normas
dispuestas; a un 1,05% máximo que es el costo para los estados que tienen
buenas conductas.
Como Argentina
incumplió de manera doble (no logró completar el programa del stand by vigente
firmado en 2018 y tomó dinero por encima de lo que podía); para el staff del FMI
no caben dudas: debe pagar el 4,05%.
Lo que reclaman
Alberto Fernández y Martín Guzmán, es que esos “sobrecargos” no se le apliquen
al EFF que se negocia; dado que fue el propio FMI el que debe hacerse
responsable en haber habilitado un préstamo por más de u$s57.100 millones, de
los que se hicieron efectivos u$s44.700 millones; sabiendo que Argentina era un
estado que no podría haber recibido semejante cantidad de dinero.
La tesis que el Presidente y su ministro de Economía están
paseando por el mundo es que la rebaja de la tasa debe ser el precio conjunto
que los dos actores de esta historia deben pagar por el muy irregular stand by
de 2018. El 1,05% es la tasa mínima que aplica el FMI y que, a según su mirada,
muestran al mundo planes financieros, monetarios y macroeconómicos
sustentables. Obviamente Argentina en su rol de moroso recurrente está
excluida del beneficio, y la intención de Guzmán es lograr la masa crítica para que se apruebe aplicar al futuro acuerdo
que negocia el país las tasa para los estados que tienen las cuentas en orden.
El cálculo que
deberá hacerse para mensurar lo importante que sería reducir la tasa es el
siguiente. El FMI le cobra al país por el stand by firmado por el Gobierno de
Macri un 2,05% más dos puntos porcentuales extra por el exceso de dinero
otorgado por superar el límite autorizado por la cuota que le correspondería.
Esto fue negociado en el primer semestre de ese año por el ministerio Nicolás
Dujovne, y renovado cuando se extendió el acuerdo en julio de 2018.
Al no poder cumplir el país el primer stand by firmado, y
necesitar una renegociación de plazos y montos a otorgar, llegando al préstamo record del organismo, la
entonces titular Christine Lagarde negoció elevar el crédito. En total el stand
by le costaba al país un tasa del 3,05% anual. Sin embargo, al no poder cumplir en tiempo y forma, automáticamente
el FMI debe cobrar una tasa del 4,05% por los u$s44.700 millones que debe
renegociar en un EFF.
Según la visión
nacional, la reducción de la tasa es compatible con un acuerdo del tipo EFF.
Las diferencias de este tipo de acuerdo con el stand by son simples. Este
autoriza, como máximo, un plan de repago de no más de 3 años; mientras el EFF
avala hasta 10 años. En este punto, Argentina reclama que además haya un
período de gracia de hasta 4,5 años, que se contabilizarían dentro de los 10
años, con lo que el país pagaría durante 6,5 ejercicios; si el acuerdo se
aprueba en el primer semestre de 2022, en 2026 Argentina pagaría la primera
cuota de capital. Antes debería cumplir con el pago de una parte de los
intereses.
De allí que sea tan
importante la reducción de las tasas. El principal problema en cuanto a la
aplicación de un acuerdo y otro es que un stand by no exige grandes compromisos
previos, sino el cumplimiento de metas fiscales, cambiarias e inflacionarias.
El EFF sí exige medidas macroeconómicas específicas. De allí los compromisos
que Guzmán está absorbiendo en estas semanas.
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