Sábado 30 - El piloto venía pisteando como un campeón, pero se complicó en la última
curva.
Así, el Banco
Central, tras tres semanas consecutivas de comprar dólares gracias a los
últimos retoques al cepo cambiario, debió vender USD 290 millones, el
monto diario más alto desde la asunción del actual gobierno, para abastecer la demanda preelectoral y
la de importadores ansiosos por la proximidad de unos comicios cuyo resultado
intuyen desfavorable para la coalición oficialista.
Como había
precisado en su informe del jueves la consultora Equilibra, tras la última
ronda de regulaciones, la intervención del Central en los mercados oficial y
financiero había pasado de ventas por USD 1.323 millones en septiembre a
compras netas por más de USD 300 millones hasta el jueves 28, pero debió cambiar
abruptamente de orientación.
Algo de eso
prefiguraban las dos válvulas de escape al endurecimiento del cepo anunciadas
ayer: las cuentas bimonetarias para turistas extranjeros, sobre cuya futura
eficacia hay muchas dudas, y la provisión de dólares a los importadores ya no a
partir de los despacho a plaza, sino en puerto de origen, porque la demora
estaba estrangulando cada vez más sectores productivos y contribuía a una
demanda adicional que también engrosaba la brecha cambiaria.
Entre los efectos
colaterales de las nuevas medidas se destacan la ampliación de la(s) brecha(s)
cambiaria(s) y el desplome de importaciones, había destacado Equilibra, con
énfasis en las brechas de las cotizaciones “libres”, en y sobre el 100 por
ciento.
Entre las posibles
explicaciones que se barajaban sobre lo que sucedió ayer, una era que el BCRA
habría evacuado pedidos de importadores acumulados durante varios días. Una
suerte de embudo. Si fuera un cambio de tendencia, comentó Lorenzo Sigaut
Gravina, de Equilibra, sería muy sustancial: en un día el Central vendió más de
la mitad de los dólares comprados a lo largo de tres semanas.
Sucede que al
Gobierno todas las mantas le van quedando cortas. “En las dos semanas que
quedan hasta las elecciones va a seguir siendo así”, dijo Ricardo Delgado, de
Analytica, quien destacó que hasta hoy el BCRA la había llevado “razonablemente
bien”, dadas las circunstancias, pero estaba adormeciendo demasiado las
autorizaciones de importación, aun reconociendo que el nivel de compras
externas supera lo que justifica el nivel de actividad, pues hay sobrestockeo,
en previsión de una futura devaluación.
Brechas maltrechas
Brechas del orden
del 100 %, urnas a la vista y expectativas de devaluación son un combo
inequívoco. “Era esperable que lo de hoy suceda antes de las elecciones, los
inversores financieros se dolarizan por cautela o precuación y hay mucha incertidumbre
sobre cuestiones centrales de la economía, como el acuerdo con el Fondo
Monetario. Un contexto en el que cualquier peso excedente tiende a dolarizarse,
“aún a precios muy altos”, observó Delgado.
Además, observó
Equilibra, si bien el gobierno había logrado comprar dólares (como destacaron
desde el ministro Guzmán hasta la portavoz de la coalición, Gabriela Cerruti,
para negar por enésima vez que vaya a haber devaluación),al pasar de vender USD
957 millones en el MULC en septiembre a comprar USD 551 millones hasta ayer,
acumulando 14 ruedas consecutivas sin ventas netas en el mercado oficial y
alcanzando el mayor nivel de compras para el mes de octubre de los últimos 10
años, el camino se estaba empinando demasiado. Entre los efectos colaterales de
las nuevas medidas sobre un mercado cambiario ya muy distorsionado se destacaba
las ampliación de las brechas y el desplome de importaciones, cuestión a la que
Economía y el Central debían dar respuesta.
Presión alta
Las nuevas
regulaciones no habían logrado disminuir la presión sobre las brechas
cambiarias, incluyendo las “libres” y también el promedio de aquellas
negociadas con ADRs de YPF, Cresud y Edenor, cuya brecha se duplicó entre
septiembre y octubre, debilitando la incidencia indirecta de la intervención
del BCRA sobre los mercados en que no interviene.
Otra señal de
dolarización fue la evolución de los depósitos en pesos a plazo del sector
privado, que pasó de crecer 3,5% nominal en septiembre, en línea con la
inflación, a 2% en octubre, por debajo de la inflación. Nadie quiere
pesos. Parecido testimonio prestaron los
746.000 particulares que compraron “dólar ahorro” en septiembre, un 7% más que en agosto
y probablemente menos de las cifras que depare octubre.
La pregunta es para
dónde irá el Gobierno después del 14 de noviembre a la noche. “La moneda está
en el aire, ojalá prevalezca la racionalidad”, dijo Delgado, para quien, más
allá de los fuegos de artificio declarativos, “el Gobierno sabe que tiene que
acordar con el Fondo”. No hay ninguna razón lógica que lo impida, señaló. Más
allá de que luego lo cumpla o no, “es el menos malo de los caminos”.
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