Por Mariano Jaimovich
- El poder de compra de los pesos se devaluó tanto en las últimas
décadas, que hoy el valor de las monedas es tan irrisorio que,
literalmente, nadie las quiere, más allá que para entregar los vueltos en
los comercios son necesarias.
Incluso, el precio
del material con el que están confeccionadas supera varias veces la cifra
nominal acuñada en el metal. Por eso, algunas son retiradas de
circulación por particulares para su fundición.
En resumidas
cuentas, las monedas ocupan lugar, no hay dónde almacenarlas y valen muy poco.
De hecho, según
datos del propio Banco Central, se registran 9.663 millones de unidades de
todas las denominaciones en
circulación en el público y los bancos, que están encabezadas por las
de 10 centavos, que representan
el 28% del total.
Y por el bajo valor
que ya significan varias de estas cifras, desde hace más de un año que la Casa
de la Moneda no emite más cantidad de monedas que tengan un
monto inferior a un peso. Por lo tanto, desde hace bastante tiempo se
mantiene inalterable el volumen informado de las unidades en circulación de las
de 1, 5, 10, 25 y 50 centavos.
En tanto, sigue creciendo la emisión de las de $1, $2,
$5 y $10, que son las que tienen más valor del mercado.
De ellas, las que
más se acuñan, por lejos, son las dos denominaciones más altas. Así, las
de $5 aumentaron en cantidad, durante todo el 2021, un 52%, y ya totalizan 379
millones de unidades en circulación.
A su vez, las
de $10, que es la denominación más alta que existe en monedas, ya
alcanzaron los 147 millones de ejemplares, y en todo este año
se incrementó su cantidad un 75%.
"En un contexto de alta inflación, son un problemón las
monedas: nadie las quiere, pero son necesarias para dar determinados
vueltos, como ocurre con las de $5 y $10. Por eso, escasean en distintos lugares del interior",
detalla a iProfesional Nicolás Gadano, ex gerente general del Banco
Central, cargo que ocupó entre 2018 y 2019.
Y completa:
"Además los bancos no las quieren transportar porque es muy caro, debido a
que son difíciles de movilizar porque es muy pesada la carga".
Como ventaja para
el sistema, Gadano resalta que los argentinos ya "no las usan tanto por su
bajo poder de compra y por la dificultad y molestia que presentan para guardarlas o
transportarlas en los bolsillos".
Materiales
"anti fundición"
El gran problema que sufren las monedas es que
su valor monetario es superado por lejos por su valor material del metal.
"La pérdida de valor de la moneda argentina es tan alto que
las de $0,25 y $ 0,50 valen tres veces más por su peso
y valor en cobre que
por su valor nominal", afirma Damián
Di Pace de la Consultora Focus Market.
Entonces, a las de 50
centavos, que están confeccionadas en cobre, son pagadas en las chatarrerías a $1,5. Incluso, su valor
internacional puede ser tres veces más alta que esta cifra.
Hecho que es fomentado
por la elevada inflación y
la corrosión sufrida en
el poder adquisitivo del peso, y también por el incremento del valor mundial de
los metales.
Por eso, para evitar que este "vaciamiento" monetario suceda
con las denominaciones que se siguen acuñando, desde 2016 el
Banco Central cambió la forma
de fabricar las monedas mayores a un peso.
"Se empezó a emplear un material que no puede ser
reutilizado, o sea, que no les sirve a los fundidores. Así, desde hace 5
años las denominaciones de $1, $2
y $5 que se lanzan a la calle son de una aleación ´electrodepositada´, es
decir, están elaboradas de una manera más económica que mezcla distintos
metales, como latón, níquel y otros elementos, que no sirven para fundir",
informa a iProfesional Augusto
Ardiles, ex director de la Casa
de la Moneda, que estuvo en funciones entre febrero de 2019 y mayo de
2020.
En síntesis, desde el
2016, a las de $1 y $2 ya no se las elaboran en cobre, sino que con metales
electrodepositados de cobre y latón. Y a la de $5 se la fabrica con acero
electrodepositado y níquel.
En tanto, este ex
funcionario acota que las de $10
son de alpaca, que es una aleación
de cobre, zinc y níquel, y que, por ende, sí se pueden fundir y revender.
"En este caso, el
costo de su acuñación es muy cercano a su valor monetario actual, y por lo
tanto todavía no les sirven a los
chatarreros para sacarlas del mercado y revenderlas a
fundidores", completa Ardiles.
Respecto a la familia de monedas que sería
"ideal" q circulen hoy en la economía argentina, por la
enorme inflación y costo de fabricación de los pesos, este experto es
contundente: "Hay que repensar el concepto monetario,
para tener monedas a partir de los $10, y sumar de $20 y $50".
Costo
de fabricación
En este sentido,
el costo de fabricación es clave para determinar por qué
para algunas monedas no tiene sentido seguir en circulación.
Para analizar este tema,
de acuerdo a fuentes del mercado consultadas por iProfesional, se debe tener
en consideración que el precio que implica acuñar las monedas se negocia
en dólares.
Ese costo en moneda
extranjera que se debe abonar para acuñar las monedas, el Banco Central lo paga a cotización de dólar mayorista,
cuya cotización ronda los $100,
y es al que tiene acceso la autoridad monetaria.
Asimismo, dentro del costo informado, no sólo se
incluye el valor propio del cospel como componente, sino también
la mano de obra, empaque de las unidades y entrega de
las monedas (logística)
al BCRA. También los impuestos correspondientes.
De esta forma, el costo
de acuñar una moneda de $1 y $2 es
de dos a tres veces su valor, ya que la primera sale $3 (o u$s0,03)
y la segunda vale $4 (o u$s0,04).
En tanto, la de $5 tiene un costo que está
"empatado" con su valor nominal, ya que es también de $5,
o u$s0,05.
Finalmente, la de $10 es más cara de producir, porque,
como se mencionó antes, sí está ensamblada con una aleación metálica, por lo
que cuesta un total $15 (o u$s0,15) por
unidad.
Es decir, si se descuentan los gastos de
logística, mano de obra e impuestos, el costo neto del metal utilizado todavía no supera los $10
nominales de la moneda. Por ende, aun no pasó a ser un
"negocio" viable para los chatarreros.
Aunque con los niveles
actuales de inflación, esta situación puede revertirse en los próximos meses.-
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