Por Pablo
Wende - Megadevaluación, nuevo Rodrigazo, Plan
Bonex. De repente los peores momentos históricos de la economía argentina
reaparecieron en escena. Faltando tres semanas para las elecciones
legislativas, no sería extraño que la oposición reavive viejos fantasmas como
una forma de alertar al electorado. Sin embargo, se trata de advertencias que
parten de economistas profesionales y que también se mencionan en los grandes
bancos de inversión de Wall Street.
Carlos
Melconian advirtió esta semana que el Gobierno se “puede pegar la piña” y
luego Daniel Artana, economista jefe de FIEL, aseguró que “no
está para híper, pero no hay que subestimar las burradas que hacen”. En otras
palabras, que la economía desbarranque luego de las elecciones parece responder
a una combinación de dos factores: mala praxis a la hora de tomar decisiones de
política económica y una situación bien objetiva, el escaso nivel de reservas
que le quedan al Banco Central para defender el tipo de cambio.
La suba del dólar
libre hasta $ 195 en el cierre de la semana y el aumento de la brecha cambiaria
a casi 100% era una consecuencia obvia de las últimas decisiones adoptadas por
el Banco Central. El titular de la entidad, Miguel Pesce, optó por
frenar la pérdida de reservas con medidas que restringieron el acceso al
mercado cambiario oficial. Esa demanda de dólares terminó derramando por canales
alternativos. La “manta corta” es una constante del mercado cambiario
argentino: o se ajusta por precio o se ajusta por cantidades. Si el objetivo es
acumular algo de reservas para llegar mejor a fin de año, entonces no queda
otra que permitir un incremento del tipo de cambio.
¿Caro o barato?
¿El dólar está caro
o barato? Depende del cristal con que se mire REUTERS/Dado Ruvic
No es fácil
responder si el dólar está caro o barato. De la comparación de precios
internacionales se deduce que hoy la Argentina es un país demasiado barato en
dólares, es decir, el tipo de cambio es exageradamente alto. Pero si se
toma en cuenta la cantidad de pesos que emite el Central contra el escaso nivel
de reservas, entonces el tipo de cambio todavía estaría lejos de su techo.
Paradójicamente, la
“foto” de la economía argentina es hoy razonable. La actividad se viene
acelerando y ya hay pronósticos de un repunte para este año que podría incluso
acercarse al 9%, según estimó el economista Fernando Marull. La
recuperación de los sectores más rezagados como gastronomía y ahora turismo
daría el último empujón para recuperar casi todo lo perdido durante la
pandemia. Además, las cifras fiscales son menos dramáticas de lo que se venía
advirtiendo, incluso con el “plan platita” en pleno desarrollo. El déficit
primario en 2021 terminaría en 3,5% del PBI, casi la mitad del año pasado y un
punto menos de lo que figuraba en el Presupuesto.
¿Es justificado
entonces tanto pesimismo sobre lo que podría ocurrir luego de las elecciones
legislativas? Por lo pronto, el Gobierno colabora para aumentar la
incertidumbre y la búsqueda de cobertura por parte de los inversores. En la
última semana se sucedieron señales pésimas: se dilató la negociación y el
acuerdo con el FMI. Si prospera, llegaría recién en el primer trimestre del
2022. Y la mejor solución que encontraron para atacar el problema de la
inflación es imponer una larga lista de precios máximos para los productos de
consumo masivo.
Temor
El temor entre los
inversores es el mismo hace meses y ahora se agudizó. Si no se pone en marcha
un plan económico que ayude a anclar las expectativas, el deterioro económico
podría ser dramático. Resolver la cuestión cambiaria es lo más delicado
que hay por delante, pero por ahora no se conoce si hay una idea de cómo salir
de una situación cada vez más compleja. A lo largo del 2021 se fue atrasando el
tipo de cambio oficial, volvió a aumentar la brecha hasta niveles insostenibles
y el cepo se volvió cada vez más duro. Nada de esto se podrá mantener por mucho
tiempo más sin generar un deterioro importante en la actividad económica y
en el nivel de vida de la gente.
Liberar el tipo de
cambio en un contexto de desconfianza como el actual sería un suicidio. Lo
pudo hacer Mauricio Macri ni bien asumió en 2015 porque llegó acompañado
de una ola de optimismo local y extranjero. Pero ahora el panorama es muy
diferente. Los dos años de mandato que le quedan a Alberto
Fernández están cargados de incertidumbre.
Macri y Prat Gay,
su primer ministro de Economía, liberaron el dólar a poco de asumir, en medio
de una ola de optimismo local y extranjero. ahora el panorama es muy diferente
(Reuters)
La reacción del
Gobierno luego de la derrota de las PASO fue acelerar lo que ya se venía
haciendo, en vez de cambiar de rumbo. Más gasto, más cepo y más controles
de precios para tratar de mejorar el resultado en las elecciones del 14 de
noviembre. En tres semanas se sabrá si la estrategia dio resultado. La
cuestión ahora es si pasada la etapa electoral se intentará con otra cosa o los
“soldados de Cristina” como Roberto Feletti y Débora Giorgi tomarán el timón,
con recetas que atrasan 50 años y un ya obsoleto discurso antiempresario.
Martín
Guzmán quedó desdibujado tras una gira poco auspiciosa por Washington y
Nueva York. Ni siquiera se lo escuchó opinar sobre el congelamiento decidido
por la secretaría de Comercio Interior. Como si no fuera un tema suyo.
Como termómetros de
los desequilibrios fiscales y monetarios, la inflación es un enorme desafío. La
política de Guzmán de planchar el tipo de cambio oficial para anclar los
precios fracasó rotundamente. Además, las tarifas subieron apenas 10% y los
precios de los combustibles quedaron congelados desde junio. Nada de esto fue
suficiente para evitar que los índices continuaran disparándose. Este año la
inflación rozará el 50% y todo parece indicar que es más un piso que un techo
para el año próximo.
¿Y después del 14 de noviembre?
Imediatamente
después de las elecciones arreciarán las presiones de los mercados por saber
cuál será el rumbo elegido
No es factible
exigirle al Gobierno que muestre cuál es su plan económico antes de las
elecciones. Pero inmediatamente después arreciarán las presiones de los
mercados por conocer cuál será el rumbo elegido, más allá del veredicto de las
urnas.
Los desafíos son
muy grandes y hay dudas sobre la pericia para responder. El acuerdo con el FMI
es prioritario, pero en el medio aparece la necesidad de empezar con el ajuste
de las tarifas para bajar subsidios, el descongelamiento gradual de precios
para evitar una olla a presión, acelerar la suba del tipo de cambio oficial, y
flexibilizar el cepo cambiario aparecen en la hoja de ruta como temas
prioritarios.
El peligro de pasar
otro verano turbulento está muy latente. Se suman las dudas sobre cómo quedará
la gobernabilidad a partir del resultado electoral, pero también la elevada
desconfianza de los inversores y los desequilibrios que se acumulan y se tornan
cada vez más difíciles de administrar.
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