Sábado 23 - Por Juan Strasnoy
Peyre - En un recordado discurso de diciembre pasado en La
Plata, Cristina Fernández de
Kirchner señaló que, luego
del derrumbe de 2020, este año la economía crecería y advirtió que habría que
“alinear los salarios y jubilaciones con los precios de los alimentos y las
tarifas” para evitar que ese crecimiento se lo queden “tres o cuatro vivos nada más”. Sin embargo, aceleración
inflacionaria y remarcaciones mediante, al parecer los tres o cuatro vivos por
ahora se salieron con la suya.
Para el segundo
trimestre, el PBI aumentó 17,9% contra el pozo de un año atrás. Pero un sector
de las empresas se
quedó casi con toda esa expansión: el excedente de explotación bruto, el
margen empresarial, se disparó 109% nominal o 39% en términos reales en el
mismo lapso, y elevó en casi 4 puntos su participación en la distribución del
ingreso. Como contrapartida, la masa salarial permaneció prácticamente estable
y la porción de la torta que se quedan los trabajadores cayó casi 10 puntos
porcentuales.
Ese cuadro, que se
desprende del informe de Generación del Ingreso que publicó el Indec esta
semana, es el que explica que la recuperación de la actividad registrada en la
primera parte del año no haya tenido como correlato una reducción de los
alarmantes niveles de pobreza e indigencia, que permanecieron por encima del
40% y el 10% respectivamente en el primer semestre. Y es también el detrás de
escena de lo que se discute ahora en la puja desatada por el congelamiento por
90 días del precio de 1.432 productos que dispuso el secretario de Comercio,
Roberto Feletti, y que es resistido por buena parte del empresariado.
El Gabinete
económico celebró ayer que la actividad superó por primera vez en agosto el
nivel pre-pandemia de febrero de 2020, según publicó el Indec. En el segundo
trimestre todavía se ubicaba algunos puntos por debajo aunque ya se acercaba
bastante. Pero esa reactivación -desde el parate que implicó el
ASPO dictado para hacer frente a la pandemia- no fue apropiada de manera pareja
por el conjunto de la sociedad. Todo lo contrario: con un poder adquisitivo que
siguió sin recuperar terreno, los ajustes de precios le permitieron a los
sectores más concentrados capturar casi la totalidad de la riqueza adicional
generada.
En momentos en que
Comercio busca garantizar un respiro con el congelamiento y que el Gobierno
protagoniza un acercamiento al establishment en pos de impulsar un acuerdo
social poselectoral, la información oficial publicada esta semana mostró un
primer resultado parcial de la puja distributiva. La participación de la
remuneración al trabajo asalariado en la repartija de la torta (valor agregado
bruto) cayó entre el segundo trimestre de 2020 y el mismo período de 2021 desde
el 49,8% hasta el 40%, un piso al que no se llegaba desde por lo menos 2006. En
cambio, el excedente de explotación bruto (el margen empresarial) pasó del 47%
al 50,9% del total.
La diferencia entre
ambas evoluciones la explica, por un lado, el aumento de 1,6 puntos en la
distribución de la torta (hasta el 12,6% del total) del “ingreso mixto bruto”
que, a grandes rasgos, engloba a los trabajadores por cuenta propia. Por otro,
hubo un aumento de los impuestos netos de subsidios en 4,2 puntos que “da
cuenta de la reducción sustancial del conjunto de subsidios públicos al trabajo
y la producción”, como el ATP. Así lo planteó un informe del Instituto de
Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), elaborado por Claudio Lozano
(director del Banco Nación), Ana Rameri, Agustina Haimovich y Mariana Rivolta.
“Los datos de la distribución del ingreso al segundo
trimestre vuelven a revelar el contenido exageradamente regresivo del proceso
de recuperación del último año”, señaló
ese informe. Y agregó que la caída de la participación de los ocupados en la
distribución de la torta “es el resultado de una estrategia empresarial que trasladó
a precios el equivalente de la menor percepción de subsidios, dejando
fuertemente afectados a los trabajadores y trabajadoras que padecen por doble
vía, la menor asistencia del Estado y el proceso inflacionario desatado”.
Sectores concentrados
Lo cierto es que la
pérdida de participación salarial en el producto no se dio en un escenario de
caída del empleo. En términos interanuales, en el segundo trimestre la cantidad
de puestos laborales subió en 2,9 millones, es decir, se recuperó casi la
totalidad de los trabajos que se habían perdido en el momento de cuarentena más
estricta. Pero el 93% de los puestos recuperados correspondieron al segmento
más precario y de menores ingresos: informales y cuentapropistas. Esto
coincidió con una aceleración de la inflación a niveles de entre 3,2% y el 4,8%
mensual en el primer semestre. Como resultado de ambos procesos, es que la masa
salarial apenas acompañó la evolución del costo de vida y el excedente
empresario escaló casi 40% en términos reales.
“El aumento del
excedente bruto de explotación, sin embargo, no fue generalizado para todos los
sectores de la economía, sino que se concentró, no casualmente, en los sectores
que detentan una estructura de mercado fuertemente concentrada”, destacó el
informe del IPyPP. Y consignó que a la cabeza se ubicaron el agro (más 3,18
puntos del PBI); algunas ramas de la industria (presumiblemente las
alimenticias), con un aumento de 2,26 puntos; y el sector petrolero, con una
expansión de 1,3 puntos. Uno de estos sectores, el alimenticio, es justamente
el que protagoniza ahora la resistencia al congelamiento de precios de algunos
artículos por 90 días.
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