Por Alfredo Dillon
- Este año, el Centro de Educación Técnica (CET) N° 2 de San Carlos de
Bariloche cumple 70 años. La comunidad educativa tiene buenos motivos para
celebrar: en sus aulas enseña uno de los mejores docentes del mundo.
En la carrera
de Bruno Maximiliano Guillén, 2023 será recordado como el año en que su
cara salió en todos los diarios del país. Hoy a la mañana se reveló que este
profesor de 38 años es uno de los 50 candidatos nominados al Global
Teacher Prize, el premio al “mejor docente del mundo” que entrega Fundación
Varkey en colaboración con UNESCO y en alianza con Dubai Cares. Es el único
argentino seleccionado entre más de 7000 postulaciones de 130 países.
Bruno es profesor
de Educación Técnica con incumbencia en Electrotecnia; trabaja en doble
turno en el CET N° 2. A la mañana tiene a cargo el taller de oficina técnica y
a la tarde dicta el taller de CAD (Diseño Asistido por Computadora). Los
sábados es ayudante de trabajos prácticos en un taller de Diseño Mecánico de
la Universidad Tecnológica Nacional, que funciona en el edificio de la
escuela.
Está casado hace 15
años con Giselle Carolina Bogado, tienen un hijo de 7. Ella lo animó a
iniciarse en la docencia; también fue ella quien vio en Infobae la
convocatoria a postularse en el Global Teacher Prize. Lo convenció,
finalmente él se decidió. En octubre se conocerán los nombres de los 10
finalistas y en noviembre sabrá si resulta ganador del premio de 1 millón
de dólares.
En el proyecto
“Ayuda en 3D”, los estudiantes usan impresoras 3D para diseñar e imprimir
dispositivos para personas con artritis reumatoidea que faciliten tareas
cotidianas como abrir una botella o subir un cierre.
“Me gusta involucrarme
en la escuela, participo de todos los proyectos que puedo”, le cuenta Bruno
a Infobae. Su proyecto de mayor impacto es “Ayuda en 3D”, en el que sus
estudiantes usan impresoras 3D para diseñar e imprimir dispositivos para
personas con artritis reumatoidea que faciliten la realización de
tareas como abrir una botella, subir un cierre, abrocharse un botón o abrir una
puerta sin tener que forzar las manos.
La iniciativa
surgió en 2019, luego de que se acercara a la escuela una psicóloga social que trabajaba
con el grupo AMAR (Ayuda Mutua de Artritis Reumatoidea). Más de 100
personas con artritis ya se vieron beneficiadas por los dispositivos que
Bruno y sus estudiantes diseñan, imprimen y entregan gratuitamente. Muchos de
esos objetos se pueden ver en @ayudaen3D, la página de Instagram del proyecto.
“Cuando les propuse
a los chicos que orientáramos la clase a un fin solidario, enseguida se
entusiasmaron. Organizamos varios encuentros entre los estudiantes y las
personas del grupo AMAR para entender sus necesidades. En el taller los alumnos
aprenden a bocetar el objeto y a darle las características necesarias para la
impresión; hicimos abrochabotones, calzadores de medias, abrebotellas,
portallaves. Es un proceso de diseño, prueba y corrección; vamos probando
hasta que llegamos a las versiones finales”, explica Bruno.
Con la pandemia el
proyecto se interrumpió; en 2021, cuando empezaron a reabrir las escuelas,
Bruno y sus estudiantes se dedicaron a imprimir máscaras para los
médicos, los policías y luego para los docentes. En 2022, con el asesoramiento
del médico terapista Gabriel Goin, volvieron a trabajar en el diseño e
impresión de grips y férulas para pacientes con artritis.
Más de 100 personas
con artritis ya se vieron beneficiadas por los dispositivos que Bruno y sus
estudiantes diseñan, imprimen y entregan gratuitamente.
El proyecto “Ayuda
en 3D” obtuvo el tercer puesto a nivel regional en un concurso organizado por
el Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio
Solidario (CLAYSS) y fue seleccionado entre más de 300 iniciativas como
finalista del Premio Presidencial Escuelas Solidarias 2023, que el
Ministerio de Educación de la Nación entregará en octubre. Bruno destaca: “Es
un proyecto que se podría replicar en otros lugares. Hace poco me escribió una
profesora de São Paulo y me contó que en su escuela están haciendo
algo parecido, inspirados en nuestro trabajo”.
Bruno lleva 11
años como docente de escuela. Antes enseñó en su casa: “Tengo dos hermanos
menores; mis primeras experiencias como docente fueron explicándoles a ellos
los temas en primaria. Siempre tuve facilidad para matemática. Si tengo
que explicarle un tema a otro, me dan más ganas de estudiarlo que si es solo
para mí”.
Al terminar la
secundaria, se mudó a Quilmes para estudiar Teología. “Me dio una sensibilidad
que no tenía. Íbamos a las villas a jugar con los chicos, visitábamos a los
presos en la cárcel. Veo en Cristo una referencia de lo que es un maestro. La
escuela es laica: yo no voy a predicar. Pero sí trato de dar testimonio
con el ejemplo”.
Luego volvió a
Bariloche, donde empezó a dar clases en la escuela técnica de la que había
egresado. “Toda mi carrera la hice en la escuela pública: me ayudó a crecer, a
elegir una vocación, a ser quien soy”, relata. Y agrega: “La escuela pública es
un pilar fundamental de nuestra sociedad. Tenemos que mantenerla y reforzarla”.
En 2020 abrió su
canal de Youtube, Profesor BMG, con el objetivo de mostrarles los trabajos
prácticos a los estudiantes. También tiene un microemprendimiento de cuchillos
forjados; heredó de su padre el oficio de la herrería y le gusta
transmitirlo. Además, entrena al equipo de fútbol de los alumnos de
6° año, que están participando en un torneo intercolegial: “La escuela es como
mi segunda casa, estoy ahí todo el día. Trato de estar bien y de contagiar esa
actitud”.
El proyecto “Ayuda
en 3D” obtuvo el tercer puesto a nivel regional en un concurso organizado por
el Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario (CLAYSS).
Estos son días de
alegría en el CET N° 2, ubicado a pocos metros del lago Nahuel Huapi. Pero
la vida cotidiana allí no resulta sencilla. “Bariloche tiene dos caras: está el
centro, que es hermoso, y los barrios periféricos, que están en malas
condiciones”, describe Bruno.
“En invierno, si los
chicos pierden el colectivo, llegan empapados, muertos de frío, se sacan las
zapatillas y las ponen en el calefactor. O vienen sin comer. ¿Cómo hacés para
enseñarles así? Yo llevo pañuelitos descartables de más, siempre tengo en el
auto un par extra de zapatillas y de medias porque no sabés quién lo puede
necesitar. A veces, tenés que comprarle un café a un estudiante que no
desayunó, para que arranque”, relata.
Entre los 50
candidatos al Global Teacher Prize hay docentes de distintos
continentes. Seguramente,
en cada uno de esos contextos ser maestro signifique algo diferente. En la
Argentina de la larga crisis, por momentos el rol parece desdibujarse. “Hoy la
escuela, tanto primaria como secundaria, está cumpliendo un rol social, de
contención. Ante todos los cambios que vive la sociedad, con las familias cada
vez más fragmentadas, con ambos padres trabajando todo el día para llegar a fin
de mes, los chicos están más vulnerables, más desprotegidos”, afirma Bruno.
“En nuestra escuela
los alumnos reciben almuerzo, también desayuno o merienda. Algunos chicos se
preocupan cuando no hay clase porque vienen a la escuela a comer”, sigue.
¿Habrá forma de que el Estado encuentre mecanismos alternativos para dar esa
contención? Bruno reflexiona: “Creo que los docentes a veces estamos
sobrecargados por esas tareas que exceden la enseñanza. Lo mejor sería que los
chicos fueran a la escuela a aprender, a adquirir capacidades y conocimientos,
a obtener herramientas para conseguir trabajo. Pero hoy la escuela está tapando
un montón de baches que nadie cubre. Ahí se ve la falta de políticas de Estado;
a mí como docente me gustaría otra cosa”.
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