Las elecciones
presidenciales se desarrollarán en medio de un proceso inflacionario sin
precedentes en las últimas tres décadas (Europa Press)
Por Juan Gasalla -
Tras el desalentador dato de inflación de agosto, en un histórico
12,4% que no se
registraba para un solo mes desde febrero de 1991, los analistas debaten acerca
del alcance de esta etapa de “súper inflación”, que no llega a ser
una “híper” como la observada en la década de 1980, pero que está tomando
una
Motivos no faltan
para anticipar un ritmo de inflación en torno a los dos dígitos porcentuales al
mes hasta comienzos del próximo año.
1) Tasas de interés
reales negativas. Con un rendimiento inferior al 10% mensual para las
colocaciones de pesos a plazo fijo quedó detrás de la inflación. El Banco
Central decidió dejar sin cambios su tasa de política monetaria -que se
transmite en forma directa a los tipos del mercado- en 118% nominal anual a 30
días. Esto es un 208% de tasa efectiva anual por la reinversión de capital e
intereses mes a mes a lo largo de un año.
Si las tasas de
interés no atraen a los ahorristas es probable que parte de los depósitos a
plazo se vuelque a la demanda de bienes o de dólares, conducta justificada por
una inflación que deteriora el poder de compra de los pesos y que, al mismo
tiempo, retroalimenta la suba generalizada de los precios.
2) Expansión
fiscal. El ministro de Economía, Sergio Massa, apeló a un conjunto de
medidas que implican mayor gasto público o sacrificio de recaudación, ambas
caras de la misma moneda, la de la ampliación del déficit fiscal. Ese rojo de
la Administración Central deberá cubrirse con más emisión de pesos, que
garantiza un piso inflacionario muy alto para los próximos meses, porque
rápidamente se vuelca al mercado presionando sobre el nivel de precios.
El empresario y
economista Eduardo Costantini aseguró que “esta crisis es más grave,
más aguda. Hay un fin de ciclo porque el Estado está quebrado; hemos aplicado
políticas demagogas o puristas a costa del Estado, hemos agrandado el Estado y,
a la vez, hemos quebrado sus finanzas, además del balance del Banco Central.
Hemos agotado el financiamiento externo. La Argentina forzosamente tiene que
cambiar su política, sino vamos a una hiperinflación”.
La Argentina
forzosamente tiene que cambiar su política, sino vamos a una hiperinflación
(Costantini)
“No estamos
viviendo una hiperinflación. Estamos por escalones, subiendo peligrosamente la
tasa de inflación. Hay un retroceso del dólar, el anclaje del dólar oficial
hasta fin de octubre, acuerdo de precios que agravan la situación porque los
precios relativos están distorsionados. La híper se podría producir si
siguen los errores forzados o si el próximo gobierno falla”, apuntó Costantini.
Casi la totalidad
de la competitividad cambiaria con la devaluación del 14 de agosto se habrá
consumido en dos meses, por eso el ministro Massa dispuso medidas
compensatorias
El ministro de
Economía, Sergio Massa, lanzó después de las PASO un paquete de
medidas que buscan elevar el poder adquisitivo de la población y calmar las
tensiones sociales con la consiguiente presión sobre las debilitadas arcas del
fisco, en medio de una prolongada crisis económica con una inflación que
espiraliza.
“Estamos asistiendo
a una campaña electoral muy irresponsable en términos de promesas o de
anuncios”, afirmó Jorge Vasconcelos, economista Jefe del IERAL Fundación
Mediterránea. “Mucho cortoplacismo y el riesgo de decepción de la población
cuando vea que el ‘plan platita’ dura tres semanas o la dolarización no se
pueda hacer”, afirmó.
3) Efecto arrastre
post devaluación. El “pass through” o traslado a precios de la devaluación
de agosto fue inmediato y deja un arrastre para septiembre y octubre, con
proyecciones de inflación en los dos dígitos mensuales, y próximas al 160% para
el acumulado de doce meses de 2023.
El último REM del
BCRA anticipó una inflación de 169,3% para todo 2023
Un informe de la
Fundación Capital coordinado por el economista Carlos Pérez detalló
que “la publicación con periodicidad semanal del índice de precios refleja la
realidad de una inflación que tiende a duplicarse año a año, desde 2022 y
también en 2023. En efecto, tras el máximo de agosto (12,4% mensual), y más
allá de la desaceleración semanal, con un arrastre estadístico de 6,8 puntos,
el noveno mes no quebrará la barrera de los dos dígitos mensuales (10,8%
estimado). Así, casi la totalidad de la competitividad ganada tras el salto
cambiario del 14 de agosto se habría consumido en dos meses, dejando a la
economía con una nominalidad superior y sin corregir ningún precio relativo”.
En este aspecto, el
Índice de Precios Internos al por Mayor (IPIM) de agosto alcanzó 18,7% y superó por 6,3 puntos al IPC del
12,4%, que anticipa presión inflacionaria a futuro, pues los insumos transables
con los que producen las empresas se están encareciendo a mayor velocidad que
los precios al consumidor. La suba de los primeros se trasladará a los segundos
en los próximos meses.
4) Represión
cambiaria. La intervención vendedora del Banco Central en el mercado
bursátil del dólar MEP pisó a esta cotización debajo de $700 y consumió la
mayor parte de las divisas que la entidad monetaria acopió en el mercado
mayorista, luego de la devaluación y la aplicación de un nuevo esquema de dólar
soja. Este último, a su vez, habilitó el ingreso de un 25% de los dólares de
los agroexportadores a través del “contado con liquidación”, que cedió desde la
zona de los 800 a los 740 pesos.
Una vez que pase la
contienda electoral es probable que los dólares alternativos queden liberados
para escalar hacia la barrera de los 1.000 pesos.
“Con una suba en la
tasa que se posterga y un dólar soja 4 que viene actuando como puente hasta fin
de mes, crecen entre los operadores las preocupaciones respecto a la dinámica a
partir de entonces ya que podría profundizarse la dolarización. Ocurre que más
allá de la relativa calma que vienen exhibiendo recientemente los dólares
financieros y libre, crece la presión hacia octubre cuando haya desparecido la
oferta de divisas, pero se extienda la emisión monetaria, la caída en la
demanda de dinero y la búsqueda de cobertura, todo lo cual se anticipa volvería
a acentuar las tensiones sobre la ‘brecha’”, consideró el economista Gustavo
Ber.
5) Incertidumbre
electoral. El factor político es central para anclar expectativas. Hasta
que se tenga claro un sendero de política económica, los catalizadores
inflacionarios como la presión cambiaria, caída de la demanda de dinero y mayor
velocidad de circulación seguirán encendidos.
Una gran incógnita
es cómo afectará esta inflación en las elecciones presidenciales del 22 de
octubre
“Hay mucha
especulación sobre los planes de la oposición. En efecto, para la próxima
gestión es crítico contar con un plan de estabilización, un conjunto de
reformas estructurales y gobernabilidad. En el caso del oficialismo, poca
comunicación de la agenda 2024, salvo el proyecto de Presupuesto. En todo caso
medidas aisladas de corte populista que comprometen recursos como la
modificación del impuesto a las ganancias. No se conoce nada en relación un
plan integral continua la gestión con pragmatismo en cuanto a la gobernabilidad
y con resultados mediocres”, comentó Eduardo Fracchia, director del área
de economía del IAE Business School de la Universidad Austral. |