Por Paz Rodríguez
Niell y María José Lucesole - La causa que investigaba una presunta
defraudación en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires fue declarada
nula por la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de La Plata. La
sorpresiva decisión del tribunal, mientras la fiscalía avanzaba en la
investigación que tenía en alerta a la política bonaerense, desató un
escándalo.
Minutos después de
las 14 de ayer, la Justicia liberó al principal acusado, el dirigente del PJ
Julio Rigau, conocido como Chocolate. Fuentes judiciales informaron a que, como
consecuencia de la demomento claración de nulidad, se ordenó devolverle las tarjetas
–que figuraban a nombre de otras personas– y el dinero que se le había
secuestrado.
El caso se inició
cuando Rigau fue interceptado en un cajero automático del Banco Provincia
sacando dinero con 49 tarjetas de débito y 1.260.000 pesos. Según la Cámara, la
requisa que le hizo en aquel la policía fue ilegal, y esa supuesta ilegalidad
de origen invalida todo lo actuado en el expediente desde entonces. La decisión
se tomó por dos votos contra uno. Integraron la mayoría los jueces Juan Alberto
Benavides y Alejandro Gustavo Villordo, en respuesta a un habeas corpus de la
defensa de Rigau.
Ante el planteo de
la defensa de Rigau, que reclamaba ser dejado en libertad, los jueces Benavides
y Villordo declararon nula “el acta de procedimiento inicial” de la policía.
Advirtieron que son los jueces los habilitados a ordenar requisas y que las fuerzas
de seguridad solo pueden hacerlo cuando existe una “sospecha razonada o causa
probable” de un posible delito, algo que –para ellos– no se dio en este caso
porque Rigau estaba sacando dinero de un cajero automático. Sostuvieron que,
por ende, debía caer toda la causa.
En disidencia, por
mantener abierto el caso, se pronunció el juez Fernando Jorge Mateos, que
entendió que el accionar policial estaba justificado y afirmó: “No puedo dejar
de mencionar el estrépito social o el desconcierto y descrédito para el común
de la gente que se derivaría de una decisión como la perseguida”, en alusión a
la nulidad que finalmente se dictó. Mateos cuestionó que se pretendiera “sellar
la suerte de una investigación que razonablemente podría relacionarse” con
actividades de corrupción que la Argentina se comprometió a combatir cuando
firmó tratados internacionales.
En la fiscalía que
investigó el caso –cuya titular es Betina Luky– ayer se mostraban devastados.
Los investigadores sospechaban que estaban frente a un acto de corrupción de
enorme trascendencia. Creían que Rigau no actuó solo y que forma parte de un
armado destinado a financiar una caja negra de la política. Hace tiempo circula
la versión de que se nombra en la Legislatura a empleados que no cumplen la
tarea para la que según los papeles fueron designados y que su sueldo se
destina, en realidad, en todo o en parte para alimentar cajas de la política.
La idea era que las sospechas se ratificaran o descartaran con el avance la
investigación, algo que, de confirmarse este fallo, ya no ocurrirá.
Con la intención de
evitar el cierre definitivo de la causa, el fiscal Héctor Vogliolo presentará
la semana próxima un recurso de Casación, informaron fuentes judiciales a la
nacion.
Luky, titular de la
Unidad Funcional de Instrucción Nº 2 de La Plata, escuchó como testigos a una
decena de titulares de tarjetas de débito secuestradas a Rigau y varios
declararon que desconocían quién los había nombrado empleados de la Cámara
baja, que preside Federico Otermín, ligado a Martín Insaurralde, jefe de
Gabinete de Axel Kicillof.
Según el acta
policial que se declaró nula, Rigau fue detenido cuando retiraba dinero de
cajeros automáticos con 49 tarjetas de débito de empleados de la Cámara de
Diputados. Tres de esas tarjetas serían de familiares. Antes de que el caso se
declarara nulo, la fiscal buscaba saber si extracciones por más de 27 millones
de pesos realizadas con las tarjetas de débito constituían una asociación
ilícita para defraudar al Estado.
La Legislatura
tiene 1340 empleados en el Senado y 1510 en Diputados. El sueldo promedio es de
$500.000. La fiscal esperaba que el Banco Provincia y Otermín respondieran
oficios librados para determinar quiénes firmaron los contratos de las personas
titulares de las tarjetas y cuántas extracciones se hicieron a lo largo de los
años.
Rigau, que figura
empleado como electricista de Diputados, fue acusado en este expediente de 177
hechos (todas supuestas extracciones realizadas con tarjetas “intransferibles”
entre el 5 y el 9 de septiembre pasados). Rigau integró en 2019 una lista del peronismo
en La Plata como precandidato suplente a concejal. Es un conocido puntero del
PJ platense.
Cómo empezó el
caso
Según el expediente
judicial, el 9 de septiembre pasado un hombre se acercó a una garita de la
Guardia Urbana de Prevención de La Plata y le dijo al agente municipal Walter
Ariel Campano que en los cajeros de las calles 7 y 54 había un hombre “en
actitud sospechosa”, sacando dinero con muchas tarjetas. Le contó además que lo
solía ver “habitualmente realizando este tipo de extracciones con las
tarjetas”. Campano, que fue quien relató esto, declaró que entonces él y un
compañero –Leonardo Brizuela– se acercaron al cajero y corroboraron lo que les
habían contado. Decidieron entonces llamar al 911. Cuando llegó la policía (“10
o 15 minutos después”, dijo Campano), Rigau seguía sacando plata. Los policías
le pidieron que se identificara, pero él no lo hizo; lo cachearon y le
solicitaron que mostrara lo que llevaba en la bolsa negra que tenía. Fue
entonces cuando lo detuvieron.
Los jueces que ayer
anularon la causa, ambos designados durante gobiernos peronistas (ver aparte),
sostuvieron que, tal como alegó la defensa, consideraban que “la actuación del
personal policial no puede ser convalidada” al no quedar encuadrada en el artículo
294 inc. 5 del Código Procesal Penal. El texto habilita la requisa en un
operativo de control “en los casos sumamente graves o urgentes o cuando peligre
el orden público de todo aquello que constituya elemento del delito o
instrumento de un delito o sea producto de él”. El mismo artículo dice que
deberán cursar una “inmediata comunicación al Ministerio Público Fiscal y al
juez de Garantías”.
Los jueces
agregaron en su fallo que “no pueden ampararse [los policías] en un estado de
sospecha razonada o causa probable”. Sostuvieron que “el accionar de Julio
Rigau tal como se encuentra plasmado en el acta de procedimiento policial era
una actividad de extracción de dinero en un cajero bancario” que no permitía
presumir “una actividad delictual”.
Benavides escribió
en su voto –al que adhirió Villordo–: “La circunstancia de realizar operaciones
a travésdelcajeroautomáticoporespacio de 20 minutos no habilita la requisa sin
orden judicial que se le efectuara a Julio Rigau ni menos aún el traslado del
mismo a la seccional policial –sin anoticiamiento previo cuanto menos a la
fiscalía de turno–”.
En su disidencia,
el juez Mateos consideró, en primer lugar, que la actividad duró más de 20
minutos y que la Cámara de Casación bonaerense tiene dicho que no hace falta
que exista la “certeza” de que se está cometiendo un delito para que la policía
pueda disponer una requisa.
La nulidad se
decretó cuando la fiscal Luky pretendía determinar cómo se había armado el
mecanismo de recaudación y el juez de Garantías Guillermo Atencio había
convalidado la marcha del caso; había denegado el pedido de excarcelación de la
defensa y ordenado un allanamiento en la casa del imputado.ß
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