Por José
Calero - El mercado financiero es uno de los sectores más sensibles de la economía. Es que, en definitiva, cuando lo que está
en juego es el dinero, se acaban todas las palabras, y también las gentilezas.
Quedó demostrado en el 2001, cuando la Argentina atravesaba
una crisis de proporciones, pero el gobierno se sostenía hasta el día
en que a Domingo Cavallo se le ocurrió el corralito. El final de la historia es
conocido, y aún representa un recuerdo doloroso para millones de argentinos.
Por eso los
banqueros en general, y los argentinos en particular, guardan bajo siete llaves
análisis y comentarios que suelen ocupar reuniones de cúpula para tratar datos
claves -los que en verdad importan- de la marcha del negocio.
En esos encuentros
VIP, por ejemplo, se discute sobre la "altísima" tasa de interés
que el Banco Central los obliga a otorgar a sus depositantes (118%
nominal, 210% efectiva), la "imposibilidad de otorgar créditos" a
mediano o largo plazo porque la mayoría de los plazos fijos están calzados a
apenas 30 días y, desde las PASO a esta parte, el grado de posibilidad de que
gane Javier Milei y si, aún en ese caso, el libertario podría intentar la
"aventura de una dolarización".
A la banca le fue
bien en los ’90, durante los años de la convertibilidad y el uno a uno, porque
justamente pudo explotar uno de sus principales negocios, brindar
préstamos, sean personales, prendarios o hipotecarios, que en esa década fueron
muchos.
Pero en estos años
de furioso cepo cambiario, el sistema financiero se refugia en las comisiones y
servicios. Prestar dejó de ser negocio, o no hay con qué hacerlo. Conviene más
participar en las licitaciones de deuda del Tesoro. En la última se llegaron a
pagar tasas del 170% anual. "Casi la totalidad del financiamiento neto
correspondió al sector privado, con una amplia base de inversores por
sector", destacó el Palacio de Hacienda. Y sí, con ese nivel de tasas, el
negocio es jugoso, en medio de un escenario financiero donde los instrumentos
están cada vez más ajustados por el regulador.
Entre los servicios
que brindan los bancos, uno de los que más creció en estos años es el de las
cajas de seguridad, que están casi colmadas, lo que ha hecho florecer la
aparición de empresas que brindan ese servicio en un canal paralelo al de los
bancos. Fuentes del sector calculan que hay un mercado total
de 800.000 cajas en bancos y más de 50.000 en empresas de resguardo de
valores.
El balance del Banco Central, en la mira
Un tema de
conversación en las tertulias financieras de los últimos meses ha ido ganando
espacio en las agendas de los "lobos de Wall Street" vernáculos: la
preocupación por el balance del Banco Central, que se ha ido deteriorando en
forma estrepitosa y más específicamente, el debilitado frente vinculado con las
exiguas reservas de la autoridad monetaria.
La pregunta que
viene sobrevolando algunas sobremesas en la city es si, para su operatoria
diaria, el BCRA podría estar echando mano, o si en algún momento lo ha hecho,
de los encajes bancarios, plata de los ahorristas que los bancos no pueden
prestar y están obligados a dejar inmovilizada en una cuenta
corriente que tienen abierta en el Banco Central. Esa información es
un "secreto de Estado".
La duda surge a
partir de un simple pero demoledor dato, ya divulgado por la mayoría de las
consultoras: las reservas del BCRA son negativas, en niveles que van desde
los u$s5.000 millones a los u$s10.000 millones según la campana que se escuche.
Si se tiene en cuenta que parte de las reservas computadas por el Central están
denominadas en yuanes (gracias al generoso -¿o no tanto?- préstamo otorgado por
China), o en DEG (los derechos especiales del giro del FMI), oro y dólares,
euros y yenes, no parece extraño que muchos se pregunten de dónde está sacando
el BCRA las divisas que utiliza para intervenir en la plaza cambiaria o
habilitar pago de importaciones a cuenta gotas.
Es un tema sobre el
que los voceros de la autoridad monetaria no hablan, pero que es legítimo
plantear si uno se pone del lado de ahorristas, que han sido defraudados más de
una vez en la convulsionada historia económica de la Argentina.
Sequía de reservas: ¿hubo mala praxis del BCRA?
Quienes fatigan los
pasillos del Senado de la Nación aseguran que la vicepresidenta Cristina
Kirchner tiene a Miguel Pesce en la lista de "funcionarios que no
funcionan". Asegura que, por culpa de él, y del exministro Martín Guzmán,
se le "regalaron reservas a los amigos" para que pudiesen importar a
manos llenas, aprovechando el pernicioso cepo cambiario que agobia a
la economía. Es el mismo cepo que ella instauró en 2011, apenas unas semanas
después de ganar la reelección. Mauricio Macri lo levantó tras asumir en 2015
y, sobre el final de su mandato, debió reponerlo. Alberto Fernández lo llevó a
la estratósfera: ahora se trata de un "súper cepo", cargas
tributarias mediante.
Desde la óptica de
algunos técnicos kirchneristas, el Central cometió un error de
administración de los siempre lánguidos recursos de un Banco Central
utilizado como billetera interminable del gasto de la política. Ese déficit,
sumado al hecho de que la agroindustria no pudo liquidar unos u$s 20.000
millones este año como consecuencia de la sequía, explican esta coyuntura de
casi mendicidad en la que está envuelto el país.
Tal vez por eso los
principales candidatos de la oposición -Milei y Patricia Bullrich- proponen
como primera medida garantizar la independencia del BCRA y frenar la emisión
monetaria. En el caso del libertario promete luego "dinamitarlo",
figuradamente, pero eso es motivo de polémica, y de otro análisis.
Las reservas brutas
del Banco Central cerraron este miércoles en los u$s27.424 millones. El año
arrancó con u$s44.588 millones. Es decir, en ocho meses y monedas, se perdieron
u$s22.836 millones -más de la mitad de lo que había-, a pesar de que el FMI aportó
u$s7.500 millones, y de un dato clave que grafica aún más la crisis: desde el
24 de julio último, ingresaron a las arcas del BCRA u$s2.700 millones por
las distintas modalidades del dólar soja. Los números son descomunales.
Según un balance
semanal del Central, el 70% de las reservas son divisas (es decir, monedas de
otros países); el 15% colocaciones realizables en divisas (inversiones en el
exterior con monedas extranjeras); el 14,3%, existencias de oro; y el restante
0,7%, proviene de convenios multilaterales de crédito.
A propósito
del oro, esto fue motivo de polémica, otra más en la Argentina. A
principios de agosto, en vísperas de realizar un pago al FMI, el Banco Central
puso el oro en garantía para conseguir los dólares en caso de que el dinero que
finalmente aportaron el CAF-Banco de Desarrollo y Qatar, no llegara a tiempo.
Finalmente la plata llegó, esa garantía no fue ejecutada y el oro regresó a la
contabilidad del Central.
Pero esos días se
vivieron momentos de nerviosismo en el sistema financiero. El dólar blue estaba
en $577. Ahora está en $735. El nerviosismo parece que continúa a un mes
de las elecciones. El episodio refleja el grado de sensibilidad que recorre
al sistema financiero argentino.
Pese a este cuadro
de situación, las principales variables del sistema se movieron con relativa
estabilidad en el mes la previo a las PASO: tanto los depósitos como los
préstamos al sector privado mantuvieron variaciones positivas aunque en el caso
del crédito, si bien avanzó apenas 0,4% mensual, mantuvo la caída que evidenció
durante todo el año en términos interanuales, con una contracción del 8,5%
medida en términos reales, según el Informe de Bancos publicado este miércoles
por el BCRA, correspondiente a julio.
La emisión para pagar intereses
El balance semanal
del BCRA registra tenencias en oro por u$s 3.850 millones; encajes en
dólares por depósitos privados en bancos por u$s 11.180 millones; swaps de
monedas (pesos y yuanes) con el Banco de China por el equivalente de u$s17.700
millones -aunque gran parte fueron usados para pagos de compromisos
comerciales- y otras tenencias. Los últimos datos disponibles
muestran que los dólares del sector privado depositados en el sistema
financiero llegan a los u$s 15.440 millones. El nivel es similar al de un
año atrás.
Pero sobre
esos encajes de depósitos privados en las reservas y
qué utilización se les pueda estar dando están puestas muchas miradas
de quienes siguen al centavo el comportamiento de las principales variables
financieras. El secretismo a veces es enemigo de la tranquilidad
financiera. El Banco Central podrá defender como estratégico el recurso de
no salir a explicar qué está ocurriendo con el manejo de las reservas. Pero en
un momento de alta tensión política, la pregunta es si no haría falta alguna
señal desde la autoridad monetaria que disipe ciertas inquietudes que circulan
en la city.
De cada tres pesos
que emite el Banco Central, dos terminan siendo rescatados por la entidad vía
letras y Leliq. Paga hoy 209% anual. Se retroalimenta de manera exponencial:
hay ya 20 billones de pesos en Leliq-Pases, y sólo para atender intereses se
emiten 2 billones al mes. Pero lo que se debe tener muy en cuesta es que esos
billones tienen dueño: son los clientes que les llevan los depósitos a los
bancos.
Para el economista
Salvador Vitelli, esos pasivos remunerados representan un "desafío" a
futuro. "Muchos dicen que se podría resolver con un shock de confianza y
aumento de crédito privado, pero otros hablan de una gran licuación de esos pasivos
vía una gran devaluación o híper, porque ajustan a tasa nominal",
advirtió.
Para el economista
Iván Ordoñez, del CEMA, "solucionar eso, sin devaluación ni inflación, no
es fácil". "La diferencia está en que en un plan Bonex se elige como
principal damnificado del problema a una persona puntual, que son los depositantes.
Pero con la inflación se elige un proceso que daña al conjunto de la sociedad.
Ambas salidas son malas", advierte. |