Por Alejandra
Groba - "El año pasado exportamos 253.000 toneladas; este año, me
conformaría con 15.000 y los mercados abiertos de cara a 2024", le dijo a
iProfesional Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras
Avícolas (CEPA). Es que la gripe aviar chocó los
planes de estas compañías,
que venían creciendo a una tasa de entre 2,5 y 3% anual, básicamente por la
exportación.
Se trata de
empresas que apuntaban a mejorar las ventas al exterior en parte por
la vía de lo ambiental, ya que la cadena midió su huella de carbono y su huella
hídrica con excelentes resultados comparativos, lo que la dejó muy bien
posicionada frente a países competidores ante un tema que los mercados que
mejor pagan exigen cada vez más.
Era otra película,
que cambió cuando empezaron a conocerse en Sudamérica casos de Influenza
Aviar, una enfermedad que, pese a que no se transmite a humanos por el consumo
de carne, es muy patógena y por eso exige acciones inmediatas para evitar la
propagación. La Argentina había logrado acceder a la mayoría de los mercados
externos importantes gracias a su status internacional de Libre de Influenza
Aviar.
Crónica de una desgracia anunciada
Los casos fueron
apareciendo cada vez más al sur, aparentemente a causa de las aves
migratorias. El primer golpe para la Argentina llegó a mediados
de febrero, cuando se conoció un caso en aves migratorias en Jujuy, y el SENASA
declaró la emergencia sanitaria. Enseguida aparecieron otros dos casos, ya en
pavos y gallinas domésticos, en Salta y Córdoba.
Finalmente, el 28
de febrero detonó la bomba tan temida, con un brote en una granja avícola
de Río Negro, y el SENASA decidió suspender las
exportaciones. Una medida
drástica pero seria, que le permite al país conservar su credibilidad
sanitaria, una lección que se aprendió a principio de siglo, cuando el
organismo ocultó información sobre brotes de aftosa en bovinos y, cuando ya no
fue posible, los mercados externos castigaron fuertemente a la Argentina,
particularmente Estados Unidos, que tardó 17 años en reabrir su mercado.
Un trabajo artesanal de reapertura
En
la avicultura destinada a producir carne (la otra es la de huevos),
que es la que genera casi el 90% de las exportaciones, el brote implicó
sacrificar 630.000 pollos en Río Negro, 80.000 gallinas reproductoras en General
Alvear y 18.000 en Mar del Plata, provincia de Buenos Aires, y 15.500 en
Esperanza, Santa Fe, además de los brotes en granjas de ponedoras y en aves de
traspatio.
"Es un momento
crítico, con mucha gente angustiada", dijo Domenech, explicando por qué este
año fue una no-celebración la conmemoración del Día Nacional de la Avicultura,
el 2 de julio, fecha de la llegada de los primeros suizos a la colonia San
José, en Entre Ríos, fundada por Urquiza en 1857, que se considera el inicio de
la cría de aves organizada como economía familiar.
Deshacer y rehacer todas las exportaciones
Así, de pronto, a
fin de febrero se apagó la exportación para las avícolas, que habían logrado
despachar el año pasado alrededor del 11% de la producción total: 253.000
toneladas por un valor de u$s422 millones.
Tras la decisión de
suspender los despachos al exterior del SENASA, "hubo que encargarse de
toda la mercadería que estaba embarcada, de la que estaba en los puertos y de
la que estaba en las plantas", dijo Sofía García, coordinadora de
Negociaciones Internacionales de CEPA, ilustrando la complejidad de la tarea.
Luego, empezó la
tarea actual, la de reabrir cada mercado con sus status sanitarios para
cada producto. La Argentina tiene acuerdos con más de 130 países, y
despachaba habitualmente a entre 50 y 60 mercados. "Cada país pone sus
condiciones, sus restricciones, y eso implica ver en detalle, hacer propuestas,
responder cuestionarios", muchos trámites distintos.
Así, con el SENASA
se priorizaron destinos de reapertura, para recomenzar. Los productos
termoprocesados, por caso, tienen mitigado el riesgo, pero ya no podían
enviarse con certificados de país libre de influenza.
Una merma de 35% en facturación de enero a mayo
Según CEPA, contando los cinco primeros meses de 2023, las
ventas al exterior vienen cayeron 28% en volumen y 35% en
facturación respecto del mismo lapso del año pasado; una performance que se
pronunciará cuando estén las cifras de junio.
Hasta el año
pasado, los principales destinos en volumen eran China (30%),
los países árabes a los que se exportan pollos faenados bajo el rito
Halal (19%), Sudáfrica (15%), Chile (11%), Vietnam (7%), Angola (4%), Perú
(2%), UE (2%) y varios otros países se repartían el 10% restante.
De a poco, eso se
empieza a retomar para algunos destinos y algunos productos, sobre todo al con
esos que integra el "resto del mundo", mientras que con los
principales clientes negocian establecer zonificaciones para las restricciones
en caso de que aparezcan nuevos brotes, con cada uno a su manera.
Única vía de crecimiento
La exportación es
el único lugar por donde el sector puede crecer, ya que el mercado interno
ya está prácticamente saturado, con los 46-47 kilos de pollo por habitante que
se consumen en el país, a los que se suman unos 50 de carne vacuna y unos 20 de
carne porcina. "No se le puede pedir al argentino que coma más de 100,
115, 120 kilos de carnes por año", dijo Domenech. De hecho, desde hace ya
cerca de una década, los mayores y, probablemente, mejores lobbistas para que
no se prohíba la exportación de carne vacuna han sido las avícolas, por temor a
la sobreoferta.
Por ahora, dice
Domenech, la producción no ha mermado porque el mercado interno pudo absorber
lo que no se pudo exportar, sin castigar los precios. Y estimó que, este año,
producirán 1.000 millones de pollos, con un consumo por habitante de 47 kilos
por año. Según CEPA, la avicultura genera en el país 68.400 empleos
directos entre molinos de alimentos, granjas y plantas, y otros 9.300
indirectos. |