Por Javier Blanco -
El año pasado ingresaron a la Argentina US$570 millones para inversiones
extranjeras. Es la cifra más baja en al menos 20 años, según el Banco Central.
Además, el monto es 6,6 veces menos que el promedio de 2011/2012, cuando se
marcó un récord de US$3630 millones, justo antes de que la confirmación del
cepo cambiario, apenas iniciado el segundo mandato de Cristina Kirchner,
hiciera caer esa fuente de recursos.
Durante el año
pasado, los inversores extranjeros ingresaron divisas al país para concretar
acciones en la economía real por apenas US$570 millones, cifra que no solo es
menor en 4,5 veces al monto promedio de lo que llegó con iguales fines al país
en tiempos de la administración de Mauricio Macri (unos US$2471 millones por
año), sino que implica, según los cuadros publicados por el economista Andrés
Borenstein, de la consultora Econviews, el menor registro desde que el Banco
Central (BCRA) inició la serie estadística del llamado Mercado Libre y Único de
Cambios (MULC), en 2002, tras la implosión de la convertibilidad.
La cifra es 6,6
veces más baja que la del récord de ingresos, de US$3630 millones, registrado
en esta serie estadística para el promedio del bienio 2011/2012, antes de que
la confirmación del primer cepo cambiario –que llegó apenas iniciado el segundo
mandato presidencial de Cristina Kirchner– hiciera caer progresivamente esa
fuente de recursos en los años siguientes. En esa gestión, el mínimo llegó a
US$1336 millones, en 2015.
La cifra de US$570
millones, que es neta –porque están restadas las inversiones de empresas
argentinas en el exterior, que fueron por un monto muy escaso, según aclaró
Borenstein–, también representó una caída de 46% respecto de los US$1060
millones que habían entrado en 2020, pese a una marcada inactividad local,
debido a las rigideces del esquema de restricciones a la actividad al que apeló
el Gobierno para tratar de ralentizar el avance del Covid-19 en el país. En
relación con 2021, cuando ingresaron US$732 millones, la cifra del año pasado
es un 22% más reducida.
“En la serie
estadística de Banco Central (realizada en términos nominales) no hay un número
tan bajo como el del año pasado, por lo que, en términos reales, la debacle es
peor”, puntualizó Borenstein, luego de que el Banco Central publicó el último
informe cambiario, con datos a diciembre de 2022, lo que permitió establecer
comparaciones interanuales.
Los datos lucen
afectados por la rigidez del cepo cambiario, que no les permite saber a los
eventuales inversores si las divisas ingresadas podrán ser remesadas luego como
utilidades o dividendos, giros que están férreamente regulados y totalizaron
apenas US$32 millones el año pasado. También afecta el desincentivo que supone
la vigencia de una brecha cambiaria muy elevada, lo que naturalmente retacea
las liquidaciones por la plaza oficial.
La estadística,
obviamente, no capta el ingreso de divisas al país que se haya hecho mediante
operaciones de dólar contado con liquidación (CCL), aunque los operadores
consultados por la nacion sostienen que en 2022 no hubo flujos netos
importantes hechos de ese modo.
“Puede ser que haya
algo de ingreso por esa vía, pero no creo que sea muy significativo ni altere
mucho esta estadística”, coincidió el analista de Econviews.
Se conoce como
inversión extranjera directa (IED) el dinero que llega al país para adquirir
activos productivos o tangibles, como equipos, propiedades o materias primas.
“Es aquella que tiene como propósito crear un vínculo duradero con fines
económicos y empresariales de largo plazo por parte de un inversionista
extranjero en el país receptor”, explican los manuales económicos.
El doble filo
del cepo
La persistente
caída de este flujo de divisas al país (que podría apalancar el desarrollo)
confirma que el cepo puede ser una buena estrategia para controlar en el corto
plazo la demanda privada de divisas, pero, al afectar a la vez el ingreso de
ellas, a largo plazo tiende a autogenerar una restricción externa.
Además, del informe
sobre la situación cambiaria del Banco Central publicado el viernes surge que
las recurrentes ampliaciones al cepo que esa entidad resolvió durante 2022 ni
siquiera permitieron reducir la demanda de billetes por parte de los
individuos, ya sea para atesorar (apelando al cupo de US$200 permitido a parte de
la población por mes) o para pagar deudas asumidas en moneda extranjera por
consumos hechos en el exterior.
De hecho, la
demanda total por parte de “personas humanas” se disparó de US$3211 millones a
US$6854 (113,6% más) de 2021 a 2022, y la destinada a ahorro creció a su vez de
US$1565 millones a US$2148 millones (37,5%).
La compra minorista
de divisas con destino a hacer pagos fue el mayor impulso que tuvo el déficit
acumulado de US$10.106 millones en la cuenta servicios de 2022, cifra que
representó “un incremento del 127% respecto del acumulado del año pasado,
impulsado principalmente por el crecimiento de los egresos brutos en concepto
de viajes, pasajes y otros pagos con tarjeta y, en menor medida por fletes y
seguros, en un contexto de mayores precios del transporte internacional de
bienes”, reconoce el informe oficial. ß |