Por Sofía Diamante
- Una gaseosa de marca líder puede llegar a costar $480 en un supermercado de
barrio o almacén, mientras que si se compra en una de las grandes cadenas que
ofrecen el programa Precios Justos su valor se reduce a $357,32 (un 25% más
barato). No importa que se trate de la misma marca de bebida de 1,75 litros y
que se venda a cinco cuadras de distancia. Lo mismo ocurre con un paquete de un
kilo azúcar: en el programa Precios Justos figura a $219 una marca líder, pero
en los supermercados chicos se vende a $350 (59% más caro). O un sachet de
leche, donde el precio sube de $215 a $270, dependiendo dónde se compre, pese a
que sea de la misma marca.
Esta distorsión de
precios relativos en un mismo sector no es solo característico del consumo
masivo, sino que también sucede con las tarifas de energía, agua, internet y
cuotas de las prepagas. Un usuario de AySA, por ejemplo, pude estar pagando una
tarifa promedio de $1236 (sin impuestos) si vive en el sur de la Ciudad de
Buenos Aires (CABA), pero el mismo servicio podría costar $2099 si está situado
en el corredor norte.
Las diferencias de
precios también quedan expuestas a la hora de comprar dólares. Si bien existe
un solo tipo de cambio oficial, el Gobierno desdobló oficialmente el mercado,
con la creación del esquema del dólar soja, y lo hizo de manera informal, con
la aplicación del impuesto PAIS y las percepciones. De esta forma, puede haber
más de seis precios distintos si los ahorristas minoristas quieren acceder a la
compra de moneda extranjera.
Con una inflación
cercana al 100% interanual, la dispersión de precios entre sectores ocurre de
manera natural, donde hay ganadores y perdedores con respecto a la variación
general.
El año pasado, por
caso, mientras el índice de precios al consumidor cerró en 94,8%, el sector de
comunicación, donde se miden los precios de telefonía móvil, internet y
televisión por cable, subió 67,8%. Vivienda, agua, electricidad y gas, por su
parte, aumentó 80,4%, mientras que el sector de transporte tuvo un incremento
de 86,2%. Caso contrario, prendas de vestir y calzado (120,8%) y restaurantes y
hoteles (108,8%) le ganaron holgadamente a la inflación general.
Sin embargo, más
allá de la inflación, el Gobierno hizo lo propio para acelerar las distorsiones
de precios dentro de los mismos sectores. Por eso, cada vez más los usuarios
pagan distintos valores por productos o servicios que son idénticos y se
ofrecen casi en las mismas zonas geográficas.
“Las dispersiones
de precios relativos se producen en contextos de alta inflación y tienen que
ver con que no todos los sectores ajustan sus valores a la misma velocidad.
Justamente, por distintas razones: algunos porque son regulados, otros porque
son contractuales y otros porque tienen dinámicas de los propios mercados, si
son transables o no, por ejemplo”, dice Gabriel Caamaño, de la consultora
Ledesma.
El economista
diferencia esta situación de la distorsión de precios producto de la
intervención estatal. En este sentido, señala: “El lobby tiene economía de
escala: cuanto más grande sos, más lobby podés hacer. Estas regulaciones
cuantitativas suelen favorecer a los más grandes y contribuyen a la
concentración de la economía. Eso se ve en los acuerdos de precios, más aún
cuando tienen como contraparte beneficios, como el acceso al tipo de cambio
oficial para importar. Lo mismo pasa con el desdoblamiento cambiario del dólar
soja, donde el Gobierno se sienta a negociar con el más grande de la cadena.
Cuando el Estado se pone a intervenir de esta manera, se terminan generando más
distorsiones hacia adentro del sector y más concentración”.
La economista
Marina Dal Poggetto suma otra distorsión de precios: la que se genera entre los
que pagan los productos al contado y los que lo hacen en cuotas sin interés o
con descuentos de alguna promoción. “Para el consumidor es lo más irracional
que hay. No hay referencias de precios, nadie sabe si algo es caro o barato.
Hay un set de precios que es cada vez más ridículo y que genera grandes
inequidades. Las cosas tiene un costo. Hay un problema cuando un precio es seis
veces otro precio por un costo igual. Es un problema desde el punto de vista
del funcionamiento, pero puede ser un activo de un programa de estabilización,
porque hay un colchón para estabilizar los precios”, dice la directora de
Ecogo.
Esta dinámica de la
economía incentiva a tener “consumidores ahorradores”, un oxímoron que suele
repetir el especialista en consumo masivo Guillermo Oliveto: aquellos que se
stockean de productos a mitad de precio. “No es demasiado eficiente. El ahorro
debe ir al sector financiero para que se canalice a la inversión y no que la
forma de ahorrar sea comprarse cinco aceites”, dice Dal Poggetto.
Mismo servicio,
distinto precio
En lo que se
refiere a tarifas de luz, gas y agua, el Gobierno impuso el año pasado el
esquema de segmentación para aplicar aumentos sin afectar a los hogares de
menores ingresos, pero diseñó un mecanismo que es confuso para que el usuario
entienda cuánto se le aumentará.
El esquema fue
criticado por los analistas energéticos, que consideran que todos los usuarios
deberían pagar un precio único por el gas y la electricidad y, aquellos que no
pueden afrontarlo, reciban una tarifa social con un subsidio hasta un límite de
consumo para fomentar el ahorro. Actualmente, el precio de las tarifas varía
según el nivel de ingreso, la localización geográfica y el consumo, lo que
genera distorsión de precios por las microsegmentaciones.
En lo que se
refiere a internet, telefonía y televisión por cable, el Gobierno declaró
sector regulado a las telecomunicaciones en 2020 y, desde entonces, el Ente
Nacional de Comunicaciones (Enacom) fija los incrementos. Sin embargo, la
Justicia aceptó pedidos de medidas cautelares de algunas empresas (entre las
que están Movistar, Personal, Flow y DirecTV) y, de esta manera, evitan estar
alcanzadas por la regulación del Enacom y aplican aumentos por fuera de los
autorizados, generando otra distorsión de precios.
Este verano,
además, el Gobierno sumó una nueva segmentación para los usuarios de medicina
prepaga. Aquellos grupos familiares que tengan ingresos menores a seis salarios
mínimos, vitales y móviles ($311.400) podrán completar una Declaración Jurada
ante la Superintendencia de Servicio de Salud para que el próximo aumento de
las cuotas se reduzca a 4,91%, en vez de 8,21%.ß |