Las lluvias no se hicieron presentes durante la última semana en la zona agrícola núcleo, y se agravó aún más la situación de la soja con recortes en la estimación de producción del 45% respecto al volumen de cosecha que se esperaba tener al principio de la campaña.
La zona núcleo, que
comprende el norte de Buenos Aires y el centro-sur de Santa
Fe y Córdoba y se erige como la principal área productiva de granos gruesos del país, es una de las regiones del país más castigada por
la sequía, con ausencia de lluvias importantes desde abril del
año último, cuando la falta de precipitaciones comenzó a hacerse más marcada.
Tal es así que la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) decidió recortar las estimación de producción para la zona en
un 45% respecto de las primeras previsiones de la campaña, una
merma equivalente a 9 millones de toneladas.
Ahora la entidad espera una cosecha de 10,7 millones de toneladas,
cuando hace tres meses las expectativas ubicaban la
trilla en 19,7 millones de toneladas.
"Nadie se
explica cómo en tres meses del cultivo ha sucedido esto.
Si bien se sabía que sería una campaña muy difícil por la sequía, lo que se ve
ha superado las peores pesadillas de los productores", indicó el informe
confeccionado por la BCR.
Según explicó la
entidad bursátil, "esta baja se debe por sobre todo a la fuerte caída de los rendimientos potenciales por
el escaso crecimiento que muestra el cultivo en zona núcleo", el cual pasó
de los esperados 40 quintales por hectárea (qq/ha) a sólo 23 qq/ha.
A esto se suma
"una baja en la superficie sembrada de casi medio millón
de hectáreas por la extrema falta de agua que
impidió cumplir con los esquemas de siembra intencionados", por lo que el
área sojera pasó a ser de 4,7 millones de hectáreas.
Por supuesto, esta
marcada merma en las proyecciones de producción impactó en las
previsiones de cosecha a nivel nacional.
Es por eso que la
BCR redujo durante la semana la estimación de producción del poroto en un 25% respecto
de la previsión del mes pasado hasta las 37 millones toneladas por la
sequía, por lo cual se espera una cosecha 13%
menor a la anterior de la campaña 2021/22.
"Ya se dan por
perdidas 12 millones de toneladas de la oleaginosa y se estima con 37 millones que será la
tercera peor cosecha argentina de los últimos 15 años", sostuvo la entidad
bursátil.
La falta de lluvias fue el factor clave para la
caída en la estimación de producción para esta campaña, que se ubicará 5,2 millones de toneladas por debajo de lo obtenido el ciclo
pasado, cuando la trilla totalizó 42,2 millones de toneladas.
Además, el área sembrada con el cereal también descenderá, ya que
hace un mes se esperaba implantar 17,1 millones de hectáreas, pero sólo lograron implantarse 16 millones.
Por su parte,
la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) también
realizó un ajuste de 500.000 hectáreas en la
siembra de soja, por lo que la superficie quedó en
16,2 millones de hectáreas.
"Dicho ajuste
de superficie, junto al escenario actual, donde un 56,1% del área implantada
informa una condición de cultivo entre regular y mala mientras que
más de 6 de cada 10 hectáreas informa una condición hídrica
regular/sequia, ubica la nueva estimación de producción en 41 millones
de toneladas", explicó la entidad, por lo que se espera una merma
productiva respecto de la campaña anterior de 2,3 millones de toneladas.
Esta situación
tendrá su correlato en el impacto económico que se espera: según estima la
entidad, con este volumen estimado de producción el Producto Bruto Agrícola
(PBA) de la soja, o sea, su aporte a la economía, caería
17% respecto al registrado durante la campaña 2021/22, lo que implicaría una merma de u$s3.948 millones, mientras
que por el lado de las exportaciones, la merma sería del 13% y se produciría una merma en los
ingresos de u$s3.248 millones.
Conforme con el
cese del “fuego amigo”, Alberto Fernández busca mejorar la coordinación del
Gabinete con la mira en la campaña
Por Brenda
Struminger - Decidido a pelear por la reelección, y conforme con el cese
del “fuego amigo” que venía pidiendo al sector duro, Alberto
Fernández busca mejorar la coordinación de sus ministros en el fragmentado
Gabinete con la mira en la campaña. En torno a concepto de “relatar lo
hecho”, empezó a instar a sus funcionarios cercanos a mejorar la
defensa de la administración nacional de cara al inicio del año electoral.
En su entorno más cercano creen que es el momento ideal, luego de que la
propia Cristina Kirchner, una vez “terminada” la discusión por las
PASO, “diera aire” al resto de los jugadores del Frente de Todos para
la batalla. En las filas K la mirada es diferente: frenaron las críticas
porque ya no consideran al primer mandatario como adversario.
El pedido de
defensa de la gestión no es nuevo. El Presidente ya lo transmitió en otras
oportunidades, en persona y a través de sus alfiles. Pero la mayor parte de los
funcionarios de alto rango mantienen un perfil relativamente bajo. No
es frecuente que aparezcan en los medios, y avanzan con pies de plomo en sus
redes sociales, en tanto que apenas se reúnen en conjunto. Las divisiones
internas, con el kirchnerismo enfrente, hicieron daño a la organización entre
las dependencias, y en el entorno del Presidente creen que es necesaria una
“armonización”. También, frente a la cercana salida, prevista para febrero, del
jefe de Gabinete, Juan Manzur, que no estaría dispuesto a regresar, a
pesar de los deseos de Alberto Fernández, y se quedaría en Tucumán para lanzar,
desde allí, su propio plan presidencial.
Esta vez, dicen
cerca de Alberto Fernández, creen que el pedido surtirá efecto por el ímpetu
que otorgará, naturalmente, el inminente cierre de listas; frente a
la amenaza del regreso de Juntos por el Cambio al poder, y, sobre todo, en un
contexto de “paz” en las discusiones internas.
No todo es
optimismo y en la Casa Rosada no creen que el pedido vaya a tener eco en las
filiales kirchneristas. Suficiente evidencia fue el silencio con el
que trata el ala dura del Gobierno la embestida del Presidente frente a
la Corte Suprema con el pedido de juicio político. Esto, a pesar de
que la iniciativa, a todas luces, se ajusta a la perfección a sus demandas.
Sí creen que hay
margen para impulsar a los referentes para que trabajen con mayor “sincronía”.
Con ese plan en mente, Alberto Fernández y su entorno buscarán que se destaque
el pago a los bonistas privados; la defensa del acuerdo con el FMI en tanto
herramienta obligada para salvar a la Argentina de un default “catastrófico”; y
el hecho de que a pesar de ese pacto económico “no hubo ajuste” y “se
sostuvieron la meta fiscal, los números del crecimiento y de empleo”, entre
otros puntos. Además, quieren que se mencione a la baja de
la inflación como principal objetivo. “Hay un Presidente
dispuesto a poner voz al Gobierno”, resumió uno de los ministros.
El listado,
enumerado por uno de los laderos más cercanos del primer mandatario, es una de
las avanzadas para la campaña, que se evidenció en otras manifestaciones en las
primeras semanas del año: el video que publicó en su Instagram el jueves; y el
discurso en Nueva Pompeya, enfocado principal y cuidadosamente en criticar casi
exclusivamente, con vehemencia y sin que queden dudas, a Mauricio Macri.
En paralelo, busca
apuntalar el armado territorial. Las reuniones en Chapadmalal son parte de la
agenda que estableció para delinear la continuidad de 2023 desde muy temprano
(de hecho, el Presidente pidió que nadie de su entorno se tomara vacaciones).
Por ahora tuvo algunos reveses en el interior, principalmente por la negativa
de varios gobernadores del PJ -los más moderados- a respaldar la embestida
contra la Justicia. Y ve con mejores perspectivas la situación en la provincia
de Buenos Aires que viene recorriendo junto a Gabriel Katopodis y Victoria
Tolosa Paz.
En su entorno
consideraron pequeños triunfos las primeras reuniones del año con intendentes
bonaerenses, a quienes les transmitió lo mismo que les pidió difundir a sus
ministros. Distintos interlocutores revelaron que el primer mandatario les
enumera los avances del Gobierno, aunque sin pedirles que lo defiendan. En la
Casa Rosada creen que ese pedido está tácito. “Ellos saben lo que tienen que
hacer”, explicó un funcionario del círculo de Olivos.
En Balcarce 50
consideran que hay suficiente margen, en la interna, para avanzar con el ímpetu
reeleccionista. Son conscientes y, de alguna manera, festejan cada día que pasa
sin que haya “fuego amigo”, como denominó a los ataques del kirchnerismo el
propio primer mandatario, en la charla con intendentes del PJ que recibió en
Chapadmalal la semana pasada. Inclusive aventuran, más como un deseo que como
una certeza, que las arremetidas de los emisarios de Cristina Kirchner no se
reeditarán en 2023, al menos con el nivel de agresividad que en los dos últimos
años.
El motivo del cese
de hostilidades internas, creen en el ala moderada, es el hecho de que “quedó
zanjada” la discusión por las PASO. “Hubo tensiones para que no ocurran,
pero el Presidente sostuvo su palabra de noviembre de 2021, cuando dijo que iba
a haber primarias. Efectivamente estamos yendo a una construcción
así”, dijeron, en referencia a los fuertísimos cruces públicos durante los
meses previos al Mundial entre altos dirigentes del kirchnerismos, como Máximo
Kirchner, Wado de Pedro y Andrés “Cuervo” Larroque, y el propio primer
mandatario.
Para dar por
terminada la discusión, se apoyan en las palabras de la propia Cristina
Kirchner. Leyeron en ese sentido su último discurso, en Avellaneda, donde llamó
a “tomar el bastón de mando”. “Ella dijo que no esperemos que ella provea
la estrategia, que no pidamos permiso. Dio aire a todos los del
Frente”, interpretó un funcionario de las filas albertistas.
Mientras están
decididos a forzar unas PASO a nivel nacional, en los ministerios afines a la
Casa Rosada consideran que va por buen rumbo el acercamiento a Axel Kicillof
que, admiten, busca propiciar Alberto Fernández. Está dispuesto a apoyarlo en
la interna contra su jefe de Gabinete, Martín Insaurralde, que se prepara para
competir con el respaldo del aparato de La Cámpora que le promete Máximo
Kirchner.
“Estratégicamete,
Axel está más cerca que en otros momentos porque necesita atravesar el 2023 con
el gobierno nacional para sostener los ingresos, el inicio de clases con
paritarias, el plan de obras, la política alimentaria. Siempre tuvo todo esto,
Alberto respondió con cantidades enormes”, advirtió un alfil del primer mandatario.
Y se preguntó: “¿De qué le serviría alejarse del Presidente ahora?”.
En el kirchnerismo
la mirada es muy distinta. No creen que haya paz, sino que Cristina Kirchner
aceptó que es muy poco probable garantizar un triunfo este año, y planea
refugiarse en la provincia de Buenos Aires. “El silencio habla. Alberto ya no
es un adversario”, dijo un funcionario del ala dura. |