Por Carlos Burgueño -
Sergio Massa no tiene dudas: el costo para el país de la guerra desatada en
2022 por la invasión de Rusia a Ucrania, fue de u$s5.200 millones; generados por el alza del precio
internacional del gas y el aumento del valor de los fertilizantes. Ese es el
número que su equipo económico midió y el que se le presentará al Fondo Monetario Internacional (FMI) para discutir
durante este ejercicio cuáles fueron las consecuencias reales de la
guerra sobre la economía argentina. Y, acto seguido, la responsabilidad
que le cabe al organismo que maneja Kristalina Georgieva para atender las
necesidades financieras del 2023.
Para el Fondo el
dinero sería sensiblemente menor, y se ubicaría por debajo de los u$s3.000
millones. Y la posibilidad de llegar a un acuerdo será discutido de manera
directa entre Massa y Georgieva una vez que las metas del 2022 correspondientes
al Facilidades Extendidas vigente hayan sido aprobadas, y los números y
porcentajes de este año terminados de resolver y establecer como objetivos del
Palacio de Hacienda.
La hipótesis de
máxima del ministerio de Economía, es que el FMI reconozca el costo y
el dinero, y establezca un plan de ayuda directa a través del giro
de divisas vía los DEGs; que podrían ser girados en todo o parte, este año y
los subsiguientes. O, aún de manera más optimista, la posibilidad de recibir
algún tipo de waiver ante el nivel de reservas a acumular según el acuerdo
firmado el 25 de marzo del año pasado, y que para 2023 impone un azul no menor
a u$s5.200 millones.
El último contacto
entre los funcionarios argentinos y los técnicos del FMI donde se discutió el
tema fue en noviembre pasado, cuando las partes (vía zoom) coincidieron en que
es una cuestión fundamental para el futuro del acuerdo, no coincidieron sobre
el monto final del costo; y decidieron que será uno de los primeros temas a
poner sobre la mesa de discusión una vez que las metas del año pasado se hayan
verificado como cumplidas, y cuando la vigencia de los objetivos del 2023 sea
el capítulo central.
El Fondo le dejaba
en ese momento en claro a los hombres y mujeres del Palacio de Hacienda que
tanto las metas de déficit de 1,9% sobre PBI y de emisión de 0,6% son
innegociables; pero que el nivel de reservas pactado en 5.200 millones, tendrá
en cuenta en 2023 el costo de la importación de energía en 2022. Y que si bien
no se revisará el número final, si se podrá tomar como un cálculo cierto el
dinero que el FMI entregue durante el año al país por el costo del precio del
gas.
El problema es
que las partes no se pusieron de acuerdo aún en este sobrecosto.
El tema ya había sido tratado en la cumbre del G20 de Bali de comienzos de
noviembre de 2022, en la reunión que el presidente Alberto Fernández y el
ministro Massa mantuvieron cara a cara con Georgieva y Gita Gopinath. La
directora gerente y su número dos abrieron la discusión reconociendo que deberá
haber algún tipo de recompensa por el costo extra que hubo para las cuentas
nacionales (y de todo el mundo) el encarecimiento del precio de los
combustibles a partir de la guerra en Ucrania; pero pusieron como punto de
partida cumplir en 2022 con el Facilidades Extendidas.
El ministro de
Economía le había entregado en Bali un “paper” elaborado por Rubinstein y el
encargado de la relación con los organismos financieros internacionales, Marco
Lavagna, donde se recordaba que “el valor de las importaciones de combustible
aumentó a u$s5.756 millones, cuando el valor proyectado antes de la guerra era
de 1.999 millones” de esa divisa. “Esto significó un aumento neto de u$s3.757
millones”, mientras que “las exportaciones netas del complejo agroexportador
estuvieron u$s617 millones por encima de las proyectadas antes de la guerra”.
Sin embargo, “el
costo de envío de las exportaciones sufrió un aumento de u$s1.800 millones con
respecto a los pronósticos anteriores a la guerra”.Argentina sostenía que
durante los meses de invierno “la balanza energética fue significativamente
negativa, lo que dio como resultado una balanza comercial negativa a raíz de
las importaciones de energía” y provocó “un aumento exponencial del déficit del
sector energético en la balanza comercial respecto a los meses de invierno de
2021”. El trabajo ubicaba el costo en unos u$s4.246 millones. Si bien no lo
hablaron públicamente, Georgieva y Gopinath calculan el monto en un nivel
sensiblemente menor. Por debajo de los u$s3.000 millones. La diferencia de algo
más de u$s1.000 millones, confían en el lado argentino, no es tan grande como
para que no haya acuerdo. |