Por Salvador Di Stéfano - El mercado de los consultores económicos
comenzó a creerle al Gobierno, si miramos los resultados del Relevamiento
de Expectativas del Mercado (REM), para dentro de 12 meses la media de
los consultores ve una inflación del 100,7% anual, mientras que el top 10
de los consultores proyecta el 106,4% anual.
En el corto plazo, a la inflación la ven en torno del 6% mensual, sin
variaciones significativas en el primer trimestre del año, lo que estaría
presagiando que el Gobierno logrará romper la inercia inflacionaria.
Según el REM,
la inflación en términos mensuales para los próximos 12 meses estaría en un
promedio del 5,98% mensual, la tasa de interés en el 5,9% mensual y la tasa de
devaluación en el 5,0% mensual. Esto nos indicaría que le mercado sigue
presumiendo que el tipo de cambio oficial seguirá de atrás a la
inflación.
En términos anuales, estos guarismos nos darían a 12 meses una inflación
del 100,7% anual, una tasa de interés nominal del 70,6% anual -que sería de la
una tasa efectiva del 98,6% anual- y una tasa de devaluación del 80,2%
anual.
Desde nuestro punto de vista, es difícil coincidir en estos pronósticos,
ya que para nosotros la inflación es la expansión de la oferta monetaria por
encima de la demanda agregada de los individuos. Bajo este supuesto, durante el
año 2023 el déficit fiscal será mucho más elevado que en 2022 y las fuentes de
financiamiento van a escasear en el mercado, con lo cual la Tesorería
estará obligada a depender de la emisión de billetes del Banco Central.
El mercado considera que el control de precios de la economía podría dar
resultado, si bien no firma una inflación del 4% mensual, como lo pregona el
Gobierno a través del acuerdo de
Precios Justos, le pone un techo a la inflación en el año 2023
del 6% mensual, algo que para nosotros esto será muy difícil de cumplir.
Avance del dólar y tasas
El Gobierno comenzó a desacelerar la tasa de devaluación del dólar
mayorista. Para el mes de diciembre, se mueve entre el 4,3% y 7,1%, una brecha
muy amplia. La primera tasa del 4,3% es la proyección de la devaluación
mensual, mientras que la segunda es el precio del dólar futuro en diciembre versus el cierre del dólar
mayorista en noviembre. Nos parece que el Banco Central desea ajustar los
rendimientos a la baja, a la espera de una baja sustancial de precios en el
verano.
Este experimento de controlar los precios y desacelerar la suba del tipo
de cambio debería venir acompañado por una baja
de tasas de interés. En este caso, el Banco Central podría dejar la
tasa de política monetaria en los niveles actuales y salir a colocar
financiamiento a Pymes a una tasa subsidiada. Esto último es otro ejemplo más
de intervención del Estado en la economía.
Este escenario se lleva adelante en un contexto de faltante de dólares
en la economía, en donde las importaciones no se pueden cumplimentar
porque las
empresas no son abastecidas con dólares, y ya no tenemos ni tripa (es
importada) para envolver los chorizos y comer el típico choripán que tanto nos
entusiasma cuando vamos a la cancha o el popular pancho en los carritos de la
costanera o plazas del país.
El dólar y el problema de la emisión de pesos
El Gobierno pretende controlar variables como el tipo de cambio, los
precios, la tasa de interés, pero olvida contener la emisión monetaria,
que es la suma del stock de la base monetaria más el endeudamiento del Banco
Central. Esta variable en los últimos 12 meses corrió a un ritmo del 83,2%
anual, y estimamos que para los meses que siguen podría crecer a un ritmo muy
superior.
El stock de base monetaria al mes de noviembre era de $ 4.507.746
millones y crece a una tasa del
43,7% anual. El stock de deuda del Banco Central (Leliq y otros) suma
$9.260.726 y crece a una tasa del 111,2% anual. La suma de ambos es de $
13.768.472 millones y crece a una tasa del 83,2% anual.
El PBI este año crecerá a un ritmo del 5,3%, según los pronósticos del
Relevamiento de Expectativa de Mercado. Sin embargo, para el año 2023 esperan
un crecimiento del PBI del 0,7% anual. Para nosotros, en 2023, el PBI caería
como mínimo un 2,0%, por efecto de la gran sequía que atraviesa el país, la
falta de inversiones y carencia de previsibilidad que nos da el Gobierno.
Para 2023, creemos que los pasivos monetarios crecerán a un ritmo
del 120% anual, dado que la tasa de ajuste de la deuda ronda el 107,0% y
tendremos que emitir dinero adicional para financiar a la tesorería. Si a esto
le sumamos que según nuestros pronósticos no tendremos crecimiento económico y
el PBI podría caer el 2,0%, resulta altamente probable que la inflación se
ubique en torno del 120% anual, lo que implicaría una tasa de inflación del
6,8% mensual.
Con una
inflación del 6,8% mensual, las proyecciones electorales de Sergio Massa serían
muy malas. Ha declarado en privado que, si no baja la inflación, las
posibilidades de que el Frente de Todos gane en el año 2023 son muy muy bajas.
Con una inflación en torno del 6,8% mensual, la tasa de interés y
devaluación deberían ser mucho más altas que las actuales. Ni hablar la
evolución de los dólares alternativos.
La última vez que los pasivos monetarios tuvieron una tasa de
crecimiento del 92% anual fue en octubre del año 2020, que es cuando el dólar
tocó por primera vez los $200. Hoy, nos encontramos con una tasa de expansión
monetaria del 83,2% anual. T todo nos haría indicar que en el mes de diciembre
nos podríamos aproximar a un aumento superior al 90% anual, y una vez más
observar un salto en la cotización de los dólares alternativos.
Conclusiones: lo que viene para dólar e
inflación
La media de mercado ve que el Gobierno no bajará la inflación a niveles
del 4% mensual, pero tampoco ve un desmadre de la inflación para el año 2023
ubicándola en torno del 5,8% mensual.
Las consultoras creen que el Banco Central seguirá retrasando el tipo de
cambio, y financiando con emisión el presupuesto, sin consecuencias graves para
la economía. La inflación a noviembre 2023 la ve en un 100,7% anual y la tasa
de devaluación en el 80,7% anual.
Desde nuestro punto de vista, estamos lejos de estos pronósticos, ya que
no tenemos una visión keynesiana de la economía, en donde la intervención del
Estado influye en el comportamiento de los consumidores.
Para nosotros, la inflación es un fenómeno monetario y los precios se forman
en el mercado. Podríamos tener una circunstancial baja de precios por
reacomodamiento del stock empresarial, ante un crédito que resulta muy caro e
invita a bajar stock para financiarse, pero esto es temporario y de ningún modo
se mantendrá en forma permanente.
Argentina ingresa a un verano muy complejo, con una sequía que hará
descender notablemente las cantidades producidas. Esto afectaría el crecimiento
del país y dejará insolvente a buena parte del mercado, con lo cual el Gobierno
debería ir pensando en ayudar a que avancemos en una ordenada reestructuración
de pasivos. No queremos que intervenga en la economía, pero sí el Estado
debería generar mejores condiciones crediticias, bajando el gasto público,
logrando superávit fiscal y dejando de emitir moneda.
Lamentablemente, la mirada de la media de muchos consultores es más
intervencionista que libre mercado. La culpa no es solo del Gobierno, hay una
corriente de opinión que avala la intervención del Estado. Eso no es sano para
el sector privado y el emergente de este error lo veremos en la cotización de
los dólares alternativos, que estarán en niveles muy altos para fin de
año. Y ni hablar en la temporada verano 2023, dólar MEP $329, dólar Contado Con
Liquidación $338 y dólar Qatar $352. Cada vez más cerca de los $400. |