Domingo 11 - Por Martín
Kanenguiser - El ministro Sergio Massa apuntaló sus contactos frente
a la compleja situación política dentro del oficialismo con los grandes
empresarios del país, que le pidieron que actúe como el garante de una
transición política ordenada de cara a las elecciones del 2023,
A sus interlocutores privados, Massa les dejó un mensaje claro estos
últimos días: no va a ser candidato presidencial el año próximo, tal como
expresó públicamente. “Hice un pacto de sangre con mi familia”, comenta, con
cierto tono de broma, el titular del Palacio de Hacienda, según fuentes
inmejorables.
Sin embargo, luego de 3 meses de gestión como ministro dedicado a apagar
incendios en forma cotidiana –y en particular después del fallo judicial contra
la vicepresidenta Cristina Kirchner y la particular situación del
presidente Alberto Fernández- el ministro sabe íntimamente que debe volver
a la arena política por unos días, con un delicado equilibrio dado todos los
desafíos económicos que tiene por delante. “Hay que ordenar el frente hacia
adentro” se le escuchó decir al funcionario, que jura que no se arrepiente “ni
un solo día” de haber dejado la comodidad de la presidencia de la Cámara de
Diputados para ocupar la “silla eléctrica” del quinto piso del Palacio de Hacienda.
Consultados por Infobae, los ejecutivos que vieron a Massa
coincidieron en señalar que le pidieron que se mantenga como el “garante de una
transición ordenada” hasta el cambio de mandato presidencial el año próximo,
con “acuerdos entre el oficialismo y la oposición en temas clave.
Apoyo y pedidos
Los empresarios creen que tienen en Massa al mejor interlocutor posible
dentro de un “gobierno que tiene una visión ideologizada y resuelve pocas
cosas”, como comentó uno de los empresarios con los que se reunió.
“Es un ministro seguro, firme y con la seguridad de que debe resolver el
problema de la falta de dólares”, agregó. Justamente, sin llegar a ser un
contrapunto, ese fue uno de los reclamos de varios de los empresarios por la
escasez de autorizaciones para importar a través del SIRA. “Él nos da
soluciones, pero no son de largo plazo”, se lamentó una de las fuentes del
sector privado.
“Aflojame con el SIRA”, le comentó uno de los ejecutivos que lo vio en
estos días, mitad en broma, mitad en serio.
A cambio, Massa les reiteró lo que también dijo en público: que la
inflación mensual bajará al 3% mensual desde marzo-abril, una promesa que los
empresarios y analistas creen difícil de cumplir, pese a que lo ven enfocado en
cumplir las pautas del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En este sentido, Massa recibió un apoyo contundente del Grupo de los
Seis por el acuerdo que había firmado con el gobierno de Estados Unidos para
implementar un intercambio automático de información fiscal entre la AFIP y el
IRS, apoyado por el FMI. Este respaldo se tradujo en un comunicado del G6 sobre
esta cuestión, que el ministro valoró, sobre todo frente al pronunciamiento de
un pequeño grupo de planificadores fiscales y afines que le pidieron al Tesoro
de EEUU, sin éxito alguno, que frenara la firma del convenio.
Otra de las cuestiones que le plantearon en estos días fue la demora en
los pagos de la obra pública a los contratistas del Estado, un tema de
competencia del ministro Gabriel Katopodis, con el que los empresarios
discuten acortar los plazos de cobro y cambiar el índice de actualización
frente a la alta inflación.
Desde el campo, le pidieron compensar a los sectores que entienden que
el dólar soja 2, vital para cumplir con el Fondo, se sienten “perjudicados” por
la distorsión de otros precios, como aquellos referidos al mercado interno.
También, se mencionó la falta de avance con el dólar para las economías
regionales que había anunciado el Mecon.
Tras estos encuentros, el ministro se sintió reconfortado por el
respaldo en una complejísima situación político-económica. A su vez, los
empresarios cumplieron con el doble propósito de transmitirle con amabilidad
sus mensajes y, en paralelo, consolidar su reaparición pública mientras ven el
poder menguante, al menos por ahora, del kirchnerismo duro. |