Finalizada la vigencia de la segunda edición del Programa
de Incentivo Exportador, más conocido como dólar soja 2, la cuenta de
liquidación del agro quedará en cero y, a partir del próximo año, comenzará una
nueva peregrinación del Gobierno por conseguir divisas que el impacto de la
sequía retaceará. En qué magnitud las condiciones climáticas reducirán
la disponibilidad de dólares es todavía materia de proyecciones que
los analistas delinean bajo diferentes escenarios, que van desde una visión
optimista de pérdida “menor”, de apenas USD 1.600 millones al extremo probable
de una caída mayor a los USD 10.000 millones.
En cualquiera de los escenarios, el dato que más preocupa
al Gobierno y de ahí la fuerte preocupación del ministro de Economía, Sergio
Massa, por armar un “colchón” lo más abultado posible, es que será a partir del
mes próximo hasta abril que la escasez de divisas más se sentirá. El dato
plantea un dilema no menor: cuántos de los dólares que se logren recaudar
disponer para los importadores y poner un piso a la caída de la actividad y
cuántos destinar a la acumulación de reservas.
Durante la primera edición del dólar soja, el BCRA
acumuló 65% de lo liquidado por el campo. Ese porcentaje cayó ahora a 50% -el
Central retuvo unos USD 600 millones desde fines del mes pasado-, en
coincidencia con una mejora en los plazos de acceso al mercado de cambios
oficial que acusan empresas de diferentes sectores. La aprobación de las SIRA,
tal como se denomina al permiso de importación, comenzaron a llegar a las
compañías con plazos de 30 y 60 días, a diferencia de lo que ocurría hasta bien
entrado noviembre, cuando las empresas obtenían permisos para importar pero con
acceso al mercado a 90 y 180 días.
El enfriamiento económico de los últimos meses determina
que el dilema de cómo administrar los dólares de la soja es ahora más relevante
de lo que fue durante la primera versión de la medida.
“Atender la cuestión de las importaciones es mucho más
acuciante en diciembre que en setiembre, para evitar que se generalicen las
suspensiones temporales de actividad en las plantas industriales: en lo que va
del año, se ha incrementado el uso del crédito comercial externo por
importaciones impagas por una cifra de USD 7.860 millones y no es esperable que
este pasivo se siga incrementado a ese ritmo”, afirmó el economista del IERAL,
Jorge Vasconcelos.
En el instituto de investigaciones económicas de la
Fundación Mediterránea trazan diferentes escenarios. En principio, aun con
altibajos diarios y el probable impacto de una semana corta, que hace que resta
días de operación en el mercado pero anticipa transacciones, el Gobierno logró
hasta el momento cumplir con la expectativa de ingreso de divisas gracias a la
reedición del dólar soja.
Con la liquidación de ayer, el total ascendió a unos USD
1.200 millones en siete jornadas, lo arroja un promedio diario de USD 171
millones. Esa cifra, proyectada a los 15 días hábiles restantes de vigencia de
la medida, implicaría un aporte cercano a los USD 4.000 millones.
Pero lo cierto es que, tras un debut promisorio, el
ingreso de divisas incluso con el incentivo del tipo de cambio a $230, mermó
notablemente a partir del tercer día de vigencia. Así, para alcanzar los USD
3.000 millones previstos por el Ministerio de Economía, los exportadores
sojeros deberían ingresar un promedio diario de USD 120 millones hasta fin de
año. Ese monto está levemente por encima del flujo de los últimos días.
En cualquier caso, independientemente del monto final que
logre recaudar el dólar soja 2, en el sector advierten que con la medida pone
la cuenta al día con el agotamiento de los stocks y que, a partir de enero, el
panorama es mucho más desafiante. En este sentido, se sabe ya que producto de
la sequía, el volumen de las exportaciones de granos quedará recortado.
“Mientras el Gobierno procura acelerar la venta de los
stocks, los flujos productivos del 2023 lucen cada vez más amenazados. El
desarrollo de los cultivos de verano del ciclo 22/23 (maíz, soja) sigue
fuertemente desafiado por la continuidad de un clima muy adverso, creciendo día
a día la probabilidad de tener una campaña pobre en cuanto a volúmenes, por
demora en la siembra, falta de lluvias a tiempo y la muy probable menor
inversión en tecnología e insumos”, apuntó en su último análisis el experto Juan
Manuel Garzón, quien delineó tres escenarios. El más optimista, pero
también el menos probable, indica que la caída de divisas alcanza apenas los
USD 1.600 millones. Un escenario intermedio, en tanto, implicaría un merma de
USD 6.600 millones mientras que el escenario más pesimista que supone la
continuidad la sequía por varias semanas más y que “tiene probabilidades de
ocurrencia” implica una caída mayor a los USD 10.000 millones por la venta de
granos.
“Con precios hoy esperados en los mercados de futuros, se
estiman y valúan las exportaciones en los tres escenarios productivos
definidos. En el escenario moderado las exportaciones asociadas a la cosecha
22/23 (ciclo comercial) tendrían un valor de USD 36.4000 millones, con una
caída de USD 6.600 millones respecto a las del ciclo previo. En el escenario
pesimista, se ampliaría la caída a USD 10.400 millones, mientras que en el
optimista se reduciría a USD 1.600 millones”, escribió Garzón.
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