Domingo 27 - Por Fernando Gutiérrez - Cristina
Kirchner podrá tomarse su tiempo para despejar la duda sobre si será
candidata en 2023, pero dejó en claro que no perderá un minuto para marcar cuál
será el tono de la campaña: quiere
volver a plantear el "choque de modelos de país" con una atenda más
estatal que nunca.
En otras
palabras, rechazará toda sugerencia de ir por "la avenida del medio"
ni suavizar el discurso en la búsqueda del peronista
"moderado". Más bien al contrario, lo que se viene es un giro a la
izquierda en el discurso. Y la decisión, que se insinuó con claridad en
el reciente acto del estadio de La Plata en el que Cristina se
reencontró con su base militante tras el trauma del atentado contra su vida,
tiene un fundamento muy claro: hay encuestas que afirman que existe el
margen para esa radicalización en el discurso.
Concretamente,
a lo que le presta atención Cristina es a la opinión de un consultor español
que ha ganado influencia en el kirchnerismo desde que,
en 2019, cuando parecía que el macrismo reelegiría sin mayores problemas, vaticinó
que el peronismo tenía todo a favor para regresar al poder.
Se trata de Alfredo Serrano Mancilla, fundador y director
del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, un organismo desde
el cual se ha acercado a los gobiernos latinoamericanos de línea
"progresista", en particular el régimen chavista de Venezuela. El
consultor se ha reunido periódicamente tanto con el presidente Alberto
Fernández como con Cristina Kirchner, para plantearles su visión sobre la
opinión pública latinoamericana y la coyuntura social argentina.
Entre las necesidades de la gente y la
"agenda mediática"
Su planteo principal es que, a diferencia de lo que se suele plantear en
los medios de comunicación, no hay una tendencia a la
"derechización" de la región ni existe una mayoría social que
esté reclamando el regreso de los principios liberales y privatistas de los
años ’90.
Pero, sobre todo, lo que le mostró el consultor español a Cristina es
que la sociedad argentina tiene prioridades que no necesariamente coinciden con
los de la "agenda mediática" ni con los debates de redes sociales
como Twitter -que, según afirma, sólo representa al 15% de
la población argentina- y que, en cambio, está dispuesto a seguir a un líder
que sintonice con sus preocupaciones "fuera de agenda".
Plantea que en sus investigaciones -que incluyen encuestas tradicionales
y entrevistas presenciales-
se encuentra con una situación recurrente: "La sociedad argentina
tiene una opinión mucho más progresista que lo que dicen los medios de comunicación.
Y tiene una preferencia muy clara por un rol protagónico del Estado en temas
como el litio y los recursos estratégicos, en la asistencia social, en las
mejoras salariales, en la política anti inflacionarias".
Las claves del manual neo-estatista de CFK
Y, entrevistado por medios afines al Gobierno, el politólogo español
abundó en los resultados de las encuestas que él mismo había analizado con
Cristina Kirchner. De allí se desprendían datos como los siguientes:
Cuando se le pide a la gente su visión sobre cómo resolver la
inflación, es una minoría de 28,8% la que plantea que se trata de un
problema histórico sin solución. Por el contrario, un 32,9% cree que se lo puede resolver si
el Gobierno enfrenta con determinación a los grandes empresarios, por
ejemplo poniendo el foco es disminuir los
márgenes de ganancias.
Y un 37% tiene una visión de que la inflación es un problema político que se
puede resolver a través de un acuerdo nacional.
Ante la iniciativa -defendida por el kirchnerismo y rechazada por
Alberto Fernández- de que el Gobierno
decrete un aumento salarial de suma fija, una amplia mayoría de 62,2%
cree que sería una medida acertada y aliviaría la pobreza, mientras que una
minoría de 35,7% teme que esa suba pueda agudizar la inflación.
Y en la agenda de los recursos naturales del país, se observa una
decidida preferencia por la gestión estatal. Por ejemplo, en el tema
del litio -sobre el cual hay un creciente cúmulo de noticias sobre inversiones extranjeras para su
explotación y exportación-, una mayoría de 52,2% cree que se debería
avanzar a un régimen de nacionalización, mientras un 32,4% cree que su gestión
sería más eficiente en manos de los privados.
No por casualidad, estos temas están ganando espacio en la agenda
kirchnerista, y particularmente fueron mencionados en el último discurso de
Cristina en el Día del Militante. En esa ocasión, la vice destacó
la importancia estratégica del litio, la apuesta económica al
autoabastecimiento de gas gracias a Vaca Muerta, mencionó la hidrovía
sobre el río Paraná-un tema que generó fuertes críticas desde los sectores más
estatistas hacia la gestión de Alberto Fernández- y hasta se animó a una defensa
de la deficitaria Aerolíneas Argentinas.
Además, recordó que Vaca Muerta, que se transformó en una de las escasas
coincidencias nacionales en cuanto a la necesidad de potenciar su explotación,
no tendría el actual valor estratégico para el país si no se hubiese tomado la
medida de la reestatización de YPF en 2012. Cristina hizo cuestión de marcar la
diferencia entre el macrismo -que votó contra la estatización de la petrolera-,
y la Unión Cívica Radical, que acompañó con la decisión en el Congreso. La
mención dejó en evidencia el intento de la líder kichnerista por ampliar su
base de apoyo e insinuar una alianza con "fuerzas populares y
progresistas", una definición que incluye a la UCR pero excluye al resto
de Juntos por el Cambio.
Lo cierto es
que los expertos estiman que el año próximo, una vez que esté terminado el
gasoducto Néstor Kirchner, se podrá ahorrar hasta u$s3.000 millones por
importaciones de gas, un rubro que en 2022 se convirtió en uno de los
principales succionadores de las reservas del Banco Central. Y, de continuar el
ritmo de inversiones anunciado, se recuperaría el autoabastecimiento hacia
2025, cuando ya no se compraría sino que se exportaría por u$s7.000 millones.
En las antípodas del "Para qué"
macrista
El giro neo
estatista en el discurso de Cristina va en línea con las conclusiones
a las que llegó el consultor
Serrano Mancilla: "A veces se ensancha de manera errónea la llamada
‘Corea del Centro’ o la ‘avenida del medio’. Pero no es lo que nos muestran las
encuestas. Es un error caer en la tentación de que es una parte de la sociedad
no politizada o que se ha derechizado".
Y, en consecuencia, el consejo del politólogo estrella es que no
solamente no se debe moderar el discurso sino que se debe radicalizar más para
reconciliarse con el tercio de los votantes que en 2019 acompañó al Frente
de Todos pero que en las legislativas de 2021 votó por la oposición o se
abstuvo.
Y, ya en terreno de candidaturas y de pronóstico electoral, el español
sostiene que Cristina Kirchner mantiene chances de imponerse si logra alianzas
como para llegar al 45% en primera vuelta. En cambio, cree que sus
posibilidades disminuyen si tiene que competir en un balotaje.
Otras investigaciones no vinculadas con el kirchnerismo
parecen confirmar esos datos. Por caso, una reciente encuesta
de Isonomía muestra a Cristina Kirchner con una imagen positiva de 41%,
una marca que está nueve puntos debajo de Horacio Rodríguez
Larreta pero que supera en ocho puntos a Mauricio Macri y a Patricia
Bullrich.
Dentro del espacio oficialista, Cristina se ubica dos puntos por debajo
de Sergio Massa, pero los analistas afirman que, en el caso de la líder
kirchnerista, su imagen se suele traducir en intención de voto, algo que no
necesariamente ocurre con otros dirigentes. Lo cierto es que hoy en el
kirchnerismo se impuso la idea de que un discurso decididamente crítico sobre la
situación actual no sólo no lo perjudica sino que aumentará sus chances,
siempre que venga acompañado por una agenda de reformas
"progresistas".
Es la
concepción opuesta a la que existe entre los "halcones" de Juntos por
el Cambio, que creen que la sociedad está
reclamando reformas liberales para las que no estaba preparada en 2015, cuando
fue electo Macri.
El propio ex presidente, al
presentar su libro "Para qué", planteó con claridad su
convicción sobre que hay margen para avanzar en temas que antes resultaban
vedados. Así, recordó que cuando terminó el período de gestión de Cambiemos,
una amplia mayoría superior al 70% apoyaba la propiedad estatal de Aerolíneas,
mientras que hoy esa postura no llega al 40% de adhesión, "y
pronto va a ser cero, y nos vamos a sacar de encima a Biró y vamos a estar
llenos de aviones".
Fue uno de los pasajes más aplaudidos por la concurrencia, que llegó a
su clímax cuando Macri arremetió contra los postulados de lo políticamente
correcto. Tras recordar que Aerolíneas estatal le costó al país u$s10.600
millones, un dinero suficiente para "tener la mejor red de trenes del
mundo", se preguntó: "¿dónde mierda están las prioridades?".
Pero en el kirchnerismo descreen que ese consenso social anti estatal
sea real. No por casualidad, Cristina hizo una encendida defensa de la gestión
estatal de Aerolíneas.
La batalla por la opinión pública
¿Quién tiene razón sobre la preferencia de los argentinos ante la
dicotomía entre las propuestas estatales y las privatistas? Hoy no resulta
fácil tener una respuesta tajante a esa pregunta, pero las encuestas dan
indicios de que ciertos reflejos estatistas se mantienen. Al menos, así parece
inferirse de estudios como el realizado por el politólogo Luis Costa,
quien niega que haya un giro de la opinión pública hacia posturas anti
intervencionistas.
Sin embargo, también se han conocido encuestas que podrían
reflejar un cambio. Como la de la consultora D’Alessio
IROL Berensztein, referida a la inflación, que no solamente detecta pesimismo
sobre el éxito del plan "Precios Justos" sino que marca que
una mayoría de 55% cree que la causa principal de la inflación es la
emisión monetaria del Banco Central.
Lo más llamativo es que se han conocido encuestas que piden una
disminución del gasto público en territorios con predominio electoral
kirchnerista, como el oeste del conurbano. La consultora Fuente
Primaria marca que un 90% de la opinión pública en esa área rechaza el
argumento de que las empresas sean las culpables de los aumentos de precios.
En definitiva, lo que evidencias estos estudios aparentemente
contradictorios es que la batalla por la opinión pública está lejos de
quedar definida, y será el campo de batalla en la campaña electoral que ya se
empieza a disputar. Cristina Kirchner, con números en la mano, confirmó lo que
sospechó desde siempre: que sus chances mejoran cuando recurre a su discurso
clásico.
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