Por Carlos
Burgueño - Martín Guzmán y Miguel Pesce, junto con el resto de los
enviados ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) -con la novedad conocida ayer que se
sumará en horas el mismísimo jefe de Gabinete Juan Manzur para darle volumen
político al diálogo- avanzan en uno de los capítulos más importantes dentro de
la negociación, quizá final, que se inauguró ayer en Washington. Se espera que el staff técnico del
organismo que negocia con los funcionarios del país, acepte la continuidad de
las regulaciones cambiarias, con un sendero de desmantelamiento lento y de
mediano plazo. Al menos hasta el 2025, el año en que teóricamente debería
comenzar a pagarse la deuda al Fondo si se cerrara el acuerdo de Facilidades
Extendidas en discusión.
Tanto el ministro
de Economía como el presidente del Banco Central de la República Argentina
(BCRA), que ayer tomaron contacto con los responsables del caso argentino -la
norteamericana Julie Kozac y el venezolano Luis Cubeddu- consideran para la negociación
que debería tolerarse la continuidad de la actual política cambiaria y
se la acepte bajo un compromiso doble. El primero, que la brecha actual
superior al 80% se vaya reduciendo, comenzando por una contracción no menor al
40/50% para el próximo ejercicio. La segunda que las reservas del BCRA se
recompongan a un ritmo no inferior a los u$s5.000 millones anuales.
Saben además que un
compromiso está directamente relacionado con el otro; y que la sustentabilidad
del desmantelamiento de las restricciones para el acceso a los dólares para el
público y empresas (fundamentalmente el financiero), dependerá de la existencia
de divisas en las reservas. Ya que, lo contrario, una apertura acelerada de las
compras de dólares sin mejorar las existencias del BCRA, generaría corridas y
salidas de divisas y una debilidad cambiaria que profundizaría las falencias del
tejido social argentino. Esta fue una de las cuestiones de las que se habló
reiteradamente con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, durante
las largas negociaciones que se mantienen desde fines del año pasado; y que la
funcionaria habría aceptado. Georgieva le habría reconocido
a los negociadores argentinos, que sostener los cepos múltiples es necesario,
siempre que además haya una política de reconstrucción de reservas y una
disminución de la brecha cambiaria.
El número
imaginario de reservas que el BCRA debería mostrar anualmente como resultado
“azul”, serían no menos de u$s5.000 millones. Y, obviamente, si son más mejor.
Para los argentinos es un resultado absolutamente lograble, teniendo en cuenta
que se proyectan para este año exportaciones por algo más de u$s70.000
millones, las que podrían transformarse en u$s80.000 en 2022 y alcanzar los
u$s100.000 millones en algunos ejercicios.
Un tema central es cerrar la discusión por la reducción de la tasa de
interés del acuerdo que firmaría Argentina, y que pasaría del 4 al
1% anual, lo que le permitiría al país ahorrar no menos de u$s6.000 millones en
los 10 años de vigencia del acuerdo.
Guzmán viene
reclamando la reducción desde febrero de este año. El
ministro busca que se le aplique al país el tratamiento que el organismo tiene
reservados para sus mejores clientes y que sostienen sus acuerdos financieros
en situación de normalidad; y que, a los ojos del Fondo, muestran al
mundo planes financieros, monetarios y macroeconómicos sustentables. Obviamente
Argentina en su rol de moroso recurrente está excluida del beneficio, y la
intención de Guzmán es lograr la masa crítica para que se apruebe aplicar al
futuro acuerdo que negocia el país las tasa para los estados que tienen las
cuentas en orden.
Además de las
buenas artes de Guzmán, será también tarea de la diplomacia política del
gobierno de Alberto Fernández la de conseguir el voto norteamericano y el de la
Unión Europea para el momento que el tema llegue al board (se supone hacia diciembre de este año o el
primer bimestre del 2022). Como adelantó este diario, un paso importante se
daría entre el 1 y 2 de noviembre en Glasgow, Escocia,
durante la Cumbre del Clima que se organizará en esa ciudad, y donde Alberto
Fernández tendría su encuentro personal con Joe Biden. El
norteamericano tiene la llave del acuerdo. Con el 18% de los votos en el board,
y ante la necesidad de conseguir el 85% de avales, sin Estados Unidos del lado
argentino no habría posibilidad de reducir las tasas de interés del Facilidades
Extendidas.
|