Por Francisco Jueguen - El Fondo Monetario Internacional (FMI) confirmó que mañana llegará una misión para iniciar las negociaciones con el Gobierno cuyo objetivo es acordar una refinanciación de la deuda por US$44.000 millones que el país mantiene con el organismo de crédito. El diálogo, dijo el Fondo, se centrará en la “agenda fiscal, monetaria y estructural” de mediano plazo, para “sentar las bases para un crecimiento inclusivo y sostenible”. Sin un tiempo de estadía predeterminado de antemano para cerrar negociaciones, pese a la crisis cambiaria local, mañana llegará a la Argentina una misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) con el objetivo de comenzar las tratativas para cerrar un nuevo programa económico con el Gobierno que permita recrear la estabilidad. Fuentes del organismo internacional confirmaron que la misión –esta vez calificada como formal– del FMI, encabezada por Julie Kozack (subdirectora del Departamento del Hemisferio Occidental) y Luis Cubeddu (jefe de la misión para la Argentina), visitará Buenos Aires a partir del 10 de noviembre “para iniciar negociaciones formales con las autoridades argentinas sobre un nuevo programa del FMI para apoyar el plan económico del Gobierno”. “El diálogo se centrará en la agenda fiscal, monetaria y estructural de las autoridades para el mediano plazo, con el objetivo de anclar la estabilidad macroeconómica y sentar las bases para un crecimiento inclusivo y sostenible”, dijeron los voceros del Fondo al confirmar la visita de esta semana. “No hay fechas establecidas para finalizar las negociaciones. Nuestro objetivo sigue siendo apoyar al pueblo argentino para superar los complejos desafíos socioeconómicos que enfrenta el país y sentar las bases para una economía más estable y un futuro más próspero”, detallaron. Semanas atrás, Kozack y Cubeddu habían visitado el país en una misión calificada como informal, a diferencia de lo que sucederá con la de esta semana. Luego de esa visita, el Fondo dijo en un comunicado que el país atravesaba “una crisis de salud sin precedente” cuyos efectos “se ven agravados por importantes presiones en el mercado cambiario”. Pero además destacó que “estos son desafíos excepcionalmente difíciles sin soluciones fáciles. Un conjunto completo de políticas podría respaldar el restablecimiento de la confianza, pero deberá calibrarse con mucho cuidado para promover la recuperación y asegurar la estabilidad macroeconómica”. Días después, en medio de tironeos en el gobernante Frente de Todos, el Fondo pidió que el plan económico que presente el gobierno de Alberto Fernández al organismo –que deberá obtener el visto bueno del directorio– tenga un “consenso amplio”, para evitar su fracaso. El país recibió del FMI US$44.000 millones en el marco del acuerdo stand-by firmado por el equipo económico de Mauricio Macri. Ese programa, al que le restaban aún algunos desembolsos, está hoy inactivo. Los principales vencimientos, al menos según lo previsto hasta ahora, llegarán en 2022 y 2023. Sin embargo, el ministro de Economía, Martín Guzmán, apuesta a reforzar sus promesas a los mercados con un acuerdo con el Fondo que sea aprobado por el Congreso. Su idea es que el acuerdo contemple un sendero “plurianual” con metas fiscales, monetarias y macroeconómicas, con la intención de recrear la confianza, tras la escalada en los precios alternativos del dólar y el ensanchamiento de la brecha cambiaria, que superó el 100% y amenaza con complicar la actividad productiva y la balanza comercial entre exportaciones e importaciones. Guzmán fue empoderado dentro del gabinete en las últimas semanas y comenzó a enviar más señales de mercado a los actores económicos, prometió a los empresarios bajar el déficit fiscal este año (pretende que sea inferior al 8% del PBI previsto inicialmente) y el de 2021. Allí también espera reducir el financiamiento con emisión monetaria por debajo del 60% de ese déficit y reemplazarlo con emisión de deuda. El ministro también planteó una “tregua” de unos 90 días para estabilizar la brecha cambiaria, por lo menos hasta marzo, cuando se espera que aparezcan los dólares de la cosecha del campo. Sin embargo, sus esfuerzos atraviesan dos dificultades: la primera es que sus medidas son consideradas, hasta ahora, como iniciativas aisladas y como un plan estructurado. Es algo que buscará remediar con un programa integral auditado por el FMI. Segundo, sus señales se contradicen con las de otros referentes del espacio de gobierno y ponen en alerta a las empresas, que dudan sobre cuestiones antes no debatidas, como la propiedad privada en la Argentina.
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