Por Francisco Jueguen Tras dos años de recesión, y como consecuencia directa del impacto de la pandemia de coronavirus y de la cuarentena, la economía cayó un 12,9% en el primer semestre del año. La falta de dólares y la caída de los ingresos de la población hacen temer a los especialistas que la recuperación será lenta. El indicador mensual desestacionalizado profundizó la mejora que ya había mostrado en mayo y avanzó 7,4%, como consecuencia de la vuelta a la circulación en varios puntos del país, tras la etapa más rígida de la cuarentena, a fines de marzo y abril. Tras dos años de recesión, y en medio de la pandemia, la economía se mantiene aún por debajo del nivel del año pasado, pero muestra un leve repunte como consecuencia del levantamiento del aislamiento estricto. Ahora enfrentará hacia adelante otros desafíos que ya aparecen en el horizonte y que pueden poner un freno de mano a la recuperación: la escasez de dólares, que complica la oferta, y una crisis de demanda por la baja de los ingresos. El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE), un anticipo del PBI, mostró en junio una caída interanual de 12,3%, con lo que acumuló en el primer semestre una retracción de 12,9%. Sin embargo, tras los desplomes de marzo y abril, se acentuó la recuperación que ya había mostrado en mayo pasado con la reanudación de la actividad tras el cese del aislamiento más estricto dispuesto por el gobierno de Alberto Fernández. El indicador mensual desestacionalizado avanzó un 7,4%, según el Indec, algo que ya anticipaban los datos del Centro de Estudios para la Producción (CEP), que depende del Ministerio de Desarrollo Productivo. Prácticamente, todos los sectores mostraron caídas interanuales, según los números difundidos por el instituto estadístico ayer. Sin embargo, esas bajas se desaceleraron frente a las que mostraban marzo y abril. La peor retracción fue para Otras actividades de servicios comunitarios, sociales y personales, con una baja de 63,2%. Otras que cayeron fueron: Hoteles y restaurantes (62,7%), Pesca (53,6%), Construcción (41,9%), Actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler (10,3%), y la industria (7,3%). El comercio, en tanto, se mantuvo prácticamente estable, con una baja de 0,3%. Hubo dos actividades que registraron avances interanuales: Intermediación financiera (4,8%) y Electricidad, gas y agua (3,6%) Hacia adelante, el Gobierno enfrenta ahora dos desafíos. El primero y más urgente son los dólares que el Banco Central (BCRA) pierde pese a la balanza comercial positiva como efecto de la desconfianza de los agentes económicos ante los planes del Gobierno, la emisión monetaria volcada para sostener el gasto en medio de la pandemia y las expectativas de devaluación. La brecha cambiaria entre el dólar oficial y los alternativos llegó ayer nuevamente a un 80%, pese al buen desenlace que se espera de la renegociación de la deuda en dólares con los acreedores privados con títulos bajo legislación extranjera. Esta situación generó una administración más estricta del comercio exterior y restricciones a importaciones denunciadas por las empresas. El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, señaló que no faltarán dólares para la producción. Sin embargo, la interpretación de algunos economistas del índice de precios mayoristas de junio (que superó por más de un punto y medio la inflación) refiere a que varios importadores debieron recurrir al contado con liquidación desde fines de mayo pasado, cuando nació el “supercepo”. Esos aumentos de los costos todavía no se verificaron en los precios al consumidor, pese a que varias consultoras advirtieron en la última semana de julio y primeras de agosto una aceleración de los precios y de la llamada inflación núcleo (no contempla precios estacionales ni regulados). En el Gobierno creen que hay espacio, como consecuencia de la capacidad ociosa de la economía, de crecer priorizando la producción industrial y sin generar presiones cambiarias. Ayer, la Unión Industrial Argentina (UIA) anticipó que en junio, la actividad industrial se contrajo -10,7% interanual y registró un rebote de 17,7% mensual. Con esos datos, en el primer semestre se acumuló una baja de -13,8% respecto de igual período del año pasado. Esta semana, la cuarta encuesta de la entidad fabril entre las empresas industriales en el marco del Covid-19 había marcado una mejora de la producción, pero una caída de ventas y una acumulación de deudas en las industrias manufactureras. Justamente, el segundo problema que enfrentará el Gobierno se debe a la segunda fase de la crisis. Si la primera fue el freno abrupto de la oferta por la cuarentena, esta segunda etapa estará signada por la desconfianza a consumir sin un horizonte claro de pospandemia, y como consecuencia de la caída de los ingresos y del empleo privado registrado (y el informal). “Hay un componente de consumo postergado por la pandemia que se puede incentivar”, cree Kulfas. En mayo, por caso, hubo 294.600 asalariados privados menos que hace un año, según datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA). “El dato del Indec mostró que la recuperación continuó en junio”, afirmó a la nacion Gabriel Zelpo, socio de la consultora Seido. “Es esperable que siga observándose cierta recuperación a futuro a medida que la cuarentena vaya aflojando. Sin embargo, no está exenta de riesgos, entre ellos, la tensión que se observa en el mercado cambiario, que puede abortar la recuperación económica si el Gobierno no logra calmar al dólar”, estimó. El economista jefe del Ieral, Jorge Vasconcelos, estima que el promedio simple del segundo trimestre muestra una caída interanual de 19,6% en la Argentina, mientras que en Brasil fue de 10,5% interanual en el mismo período. En junio, la Argentina cae 12,3% interanual, y el país de Jair Bolsonaro, 6,5% interanual. “La pregunta es si el tercer trimestre puede recortar en forma significativa esa caída. La respuesta es que los primeros datos de julio y de agosto indican que el proceso de normalización viene muy lento”, afirmó el economista. “Será difícil lograr que la caída del PBI del tercer trimestre termine siendo de un dígito”, anticipó Vasconcelos. “Actividades muy mano de obra intensiva, como construcción, hoteles y restaurantes, comercio minorista, servicios personales, esos sectores, al estar trabajando a una fracción del potencial, efectivamente te empiezan a generar un problema por el lado de la demanda. Esos salarios recortados corresponden a millones de personas”, completó. “Continuó la recuperación esperada desde el quinto subsuelo que resultó ser abril”, afirmó Gabriel Caamaño Gómez, de consultora Ledesma. “Pero aún estamos 13% abajo de los niveles prepandemia. Hacia adentro, y obviando algunos datos que habrá que ver si se sostienen, porque son difíciles de explicar, como comercio, la caída del segundo trimestre estuvo levemente por debajo de lo esperado. Ahora hay que ver a qué ritmo normalizamos y cómo responde cada uno de los sectores”.
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