Por Agustina López - En un masivo banderazo contra el Gobierno, que tuvo su epicentro en una concentración en el Obelisco, pero que atravesó todas las provincias, miles de manifestantes protestaron ayer contra la política de aislamiento de la cuarentena y contra la reforma judicial, entre otras consignas. La movilización, que se convirtió en la mayor que enfrenta Alberto Fernández desde su llegada a la presidencia, se replicó en decenas de ciudades de todo el país e incluso fue intensa en diferentes puntos del conurbano bonaerense. Córdoba, Mendoza, Rosario y Mar del Plata fueron algunas de las principales ciudades del interior donde se reprodujeron las protestas. Pero los manifestantes se congregaron también frente a la residencia presidencial de Olivos y la casa de la vicepresidenta Cristina Kirchner, en el barrio de Recoleta. En el Obelisco, entre bocinazos y banderas argentinas, las consignas que primaron fueron contra la reforma judicial. Los carteles reclamaban: “Basta de corrupción”, “Justicia sí, reforma no”. Si bien no hubo banderas partidarias ni colores políticos, el común denominador fue el rechazo al Gobierno y a políticas que van más allá de las relacionadas con la cuarentena. Ante la masividad de la protesta, la reacción del Gobierno fue acusar a la oposición por “exponer” a la gente al contagio de coronavirus y ratificar que la principal “preocupación” es evitar el “desborde” del sistema de salud. Después del acto en el que encabezó la ceremonia por el 170º aniversario de la muerte del general José de San Martín, Alberto Fernández pasó la tarde en la quinta de Olivos sin actividad oficial. A su vez, la oposición se mostró dividida entre quienes adhirieron públicamente a la protesta, como la titular de Pro, Patricia Bullrich, y otros que tomaron distancia, como el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Más allá de su carácter multitudinario, la movilización transcurrió sin incidentes. El Obelisco se levantaba a lo lejos. Desde la Avenida del Libertador, por la 9 de Julio, la caravana de autos era intensa y avanzaba a paso lento. No había prácticamente un vehículo sin una bandera argentina. Desde algunos sonaba a todo volumen el Himno Nacional. Todos acompañaban con las bocinas. El ruido era ensordecedor, como si uno hubiera quedado atrapado en el peor embotellamiento del mundo. El Obelisco fue el principal foco de concentración del 17-A, como se llamó desde las redes sociales a la convocatoria de protesta contra el Gobierno en rechazo de las medidas políticas tomadas en el marco de la pandemia por el coronavirus. Pero la protesta se replicó en decenas de ciudades del país e incluso fue intensa en diferentes puntos del conurbano bonaerense. En la provincia de Buenos Aires, la manifestación se sintió con fuerza en La Plata, donde hubo cientos de manifestantes en la Plaza Moreno. También hubo en las ciudades de Tres Arroyos, Bolívar, Junín, Tandil, 25 de mayo. En el conurbano hubo marchas en Vicente López, San isidro, Tres de Febrero y en distritos gobernados por el oficialismo, como Lomas de Zamora. La residencia presidencial de Olivos y la casa de Cristina Kirchner en la Recoleta fueron otros puntos donde se concentraron manifestantes. En el Obelisco, entre bocinazos y banderas argentinas, las consignas que primaron fueron las relacionadas con la Justicia. Los carteles reclamaban lo que las bocas cubiertas con los barbijos no podían expresar: “no a la reforma judicial’, “basta de corrupción”, “justicia si, reforma no”. Si bien no hubo banderas partidarias ni colores políticos, el aire estuvo cargado de un profundo rechazo al Gobierno y a políticas que van más allá de las relacionadas con la cuarentena. Muchas de las consignas que se corearon junto al himno fueron similares a las que esgrime diariamente la oposición en reclamo de la independencia de los poderes y de una mayor transparencia institucional. Con manifestantes a bordo de sus autos y otros a pie, se leyeron consignas en rechazo de la gestión oficial de la cuarentena, pero también hubo muchísimos mensajes en contra del proyecto de reforma judicial y de la corrupción. Decían algunos carteles: “El pueblo también tiene un botón rojo y puede apretarlo”. Una postal del agotamiento social por el aislamiento. Otro: “Justicia independiente”. Y a su lado: “Google tiene razón”, en referencia a la pulseada de la empresa con Cristina Kirchner. La calle estaba completa de autos. Algunas personas se asomaban desde los balcones y flameaban banderas o batían cacerolas. Al pie del Obelisco se frenaba todo. La gente abrió las puertas de los autos, algunos bajaron y entonaron el Himno como una música de unidad. También vivaron “libertad, libertad, libertad”. Otro, ocurrente, puso la “Marcha de San Lorenzo”. No se respetaron los dos metros de distanciamiento, aunque la situación estuvo lejos del desborde. No hubo oradores, pero un grupo “anticuarentena” montó un miniescenario donde ubicó una batería y alguien vociferó por el micrófono: “Falsa pandemia, el virus no existe, ¿para qué usan tapabocas?”. Y acusaron a China. La gran mayoría de los manifestantes superaba los 50 años. No había casi niños. Tampoco puestos de venta de comida, que suelen ser muy frecuentes en estas concentraciones. El vendedor ambulante de banderas argentinas fue uno de los ganadores de la jornada: vendió varias a entre 200 y 300 pesos. En Diagonal Norte, camino a la Casa Rosada, se apostaron las fuerzas de seguridad. Eran muchísimos efectivos. Hubo una custodio especial para el móvil del canal C5N, cuyo equipo periodístico fue agredido en la movilización opositora del 9 de julio pasado. Entre la masiva protesta se divisaron algunos dirigentes políticos de la oposición, como Patricia Bullrich, titular de Pro, la fuerza de Mauricio Macri. También estuvo Héctor “Toty” Flores, de la Coalición Cívica. “No es momento de las reformas de la Justicia. Con ese dinero se puede ayudar a los que más lo necesitan. Una pandemia no es el momento de beneficiar a unos pocos”, opinó Adolfo Cardozo, de 60 años y oriundo de Córdoba. Juan Castro, un porteño de 47 años, dijo: “Vine para que vean que el pueblo está atento, mirando. El Gobierno no puede hacer lo que quiere aprovechando esta cuarentena eterna. Estamos en nuestro derecho de manifestarnos”. Mientras que Helena, de 56 años y que no quiso dar su apellido, señaló: “Vine por mi libertad, por la libertad de mis hijos. Vine porque no me aguanto más a este gobierno corrupto”.
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