Por Carlos Burgueño - Alberto Fernandez tomará en
horas una decisión de Estado. Hoy se reunirá con su ministro de Economía,
Martín Guzmán, para terminar de analizar las alternativas de acción que tiene
el país, para luego definir lo que será una posición dura en materia de
renegociación de la deuda. La oferta final que la Argentina le hará a los acreedores, amén de matices posteriores, no superará el 49,9% de Valor
Presente Neto (VPN). Y salvo la aplicación de cláusulas judiciales y un cupón
atado al crecimiento o bonos compensatorios, el grueso de la propuesta no
superará ese nivel de pago de los títulos públicos emitidos bajo jurisdicción
internacional, hoy en renegociación.
La propuesta será presentada oficialmente este miércoles
ante la Security and Exchange Commission, y se hará pública el viernes 12,
cuando venza el nuevo plazo fijado por las partes ante la autoridad de Wall
Street. Esto no quiere decir que la Argentina se cierre a las negociaciones o
que clausure la etapa de las teleconferencias con los tres grupos que
representan a los bonistas. Sí implica que el
próximo paso (si no se llega a un acuerdo en las próximas horas), será ver la
voluntad real de negociación de los acreedores, que deberán mejorar su posición
(en algunos casos bastante dura) de un VPN del 55% promedio como resultado
final.
Lo que buscará Economía para el fin de semana (o la
próxima), es que los acreedores acepten en líneas generales los cambios reales
en la propuesta original que aplicó el país, la que llevaron el VPN del 39% de
la oferta del 8 de mayo a casi 10 puntos porcentuales más. Es un nivel mucho
mayor que las mejoras promedio de los acreedores, que pasaron por ahora de 60%
a 55%. Para el viernes, el Ejecutivo buscará contabilizar (al menos
especulativamente) un nivel de apoyo no menor al 60%, por lo menos en los bonos
emitidos durante el gobierno de Mauricio Macri con vencimientos antes de 2040.
Esto le permitiría, aunque no se cierre la ronda de negociaciones, continuar
debatiendo un tiempo más con los bonistas. Y, eventualmente, avanzar, tal como
adelantó este diario, con la aplicación de la “cláusula de reasignación” y
presentar como cerrada una primera etapa del canje con la cantidad de bonistas
que hayan aceptado la propuesta modificada.
Esa presentación que se blanqueará ante los mercados el 12
sería la segunda oficial, luego de la del 8 de mayo y la que sería presentada
ante las autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI) como la que más se
acerque a la máxima impuesta por el organismo, y que afirma que la Argentina no
puede ofrecer un Valor Presente Neto (VPN) que supere el 50%.
La decisión política del Presidente siempre tendrá un
criterio innegociable. Ante el público, la clase política mundial, los mercados
y el exterior, la oferta que se firme deberá tener un 4 adelante (menos del
50%). Y tendrá que mostrar al país como el “triunfador” en la negociación;
leído esto como la aceptación por parte de los acreedores de un programa de
pagos basado en los criterios de “sustentabilidad” de la deuda. Para que esto
sea posible, ya hay embajadores entre los privados conversando con los bonistas
para que avalan la posición. Se trata del mexicano David Martínez, del fondo
Fintech y Hans Humes de Greylock, dos de los privados que más trabajo
diplomático están haciendo entre sus propios colegas.
Hay otros embajadores de buena voluntad actuando. Uno de
ellos es el ex YPF Miguel Galuccio, que actúa como delegado extraoficial,
conversando con sus conocidos en Wall Street. Para Alberto Fernández, el 50% de
tope no es un capricho. Es el nivel máximo autorizado por el FMI y la frontera
tope que está dispuesta a discutir la Argentina y sólo podrá ser maquillada con
matices que no impliquen tocar más los plazos de pago, los tipos de bonos
emitidos, el capital reconocido y la calidad de los resortes legales
diseñados. Para el Gobierno la mejora es
sustancial. Hasta la semana pasada la oferta oficial no superaba el 47% de VPN,
sabiendo que aún había margen para mejorar, pero sin la decisión específica
sobre en qué punto podría caer una transición de dinero hacia los acreedores. Teniendo
en cuenta la posición de VPN del 55% en la que insisten los acreedores, la
distancia hoy para un acuerdo ronda los u$s4.500/u$s5.000 millones. Poco dinero
para entrar en default.
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