Por Alfredo Sainz - Por segundo
mes consecutivo, abril cerró con una suba en las ventas en los supermercados,
en un escenario impensable si se analiza cómo había comenzado el año. Según los
datos de la consultora Scentia, en abril, la demanda de artículos de la canasta
básica (alimentos, bebidas, tocador y limpieza) creció 4,1% frente al mismo mes
de 2019, y los datos preliminares indican que la tendencia positiva se mantuvo
durante mayo. En el sector, sin embargo, explican que esta reactivación de la
demanda difícilmente se mantenga en la segunda mitad del año y precisan que la
recuperación del consumo viene acompañada por cambios en los hábitos de compra
completamente inéditos.
La primera paradoja es que la gente no elige más por precio. En abril,
las ventas totales de la canasta básica crecieron 4,1%, pero los resultados por
canal no fueron parejos. Las cadenas de supermercados sufrieron una baja del
1,2%, mientras que los autoservicios tuvieron un aumento del 8,2%. Lo llamativo
es que la diferencia en los resultados se produce en un momento en que la
brecha de precios entre los dos canales se agrandó. Según los datos de Scentia,
en promedio los precios en los supermercados en abril acumularon un alza
interanual del 54,5%, por los controles de la Secretaría de Comercio, que
obliga a todos los comercios a retrotraer los precios al nivel prepandemia.
Estos controles son más rigurosos en los grandes supermercados, lo que explica
que la suba acumulada en los precios de los mayoristas haya sido mucho mayor:
65% interanual. Pese a esta disparidad, la mayoría de los consumidores optaron
por hacer sus compras en los comercios de barrio, que son abastecidos por los
mayoristas. “Seguramente el impacto de las colas que hay que hacer para entrar
a los supermercados y el temor a contagiarse llevaron a muchos clientes a
elegir el autoservicio barrial o el almacén”, explicó Osvaldo del Río, director
de Scentia.
En los supermercados, además, alertan que el panorama está lejos de
mostrar una reactivación sostenible en el tiempo. “Creer que íbamos a poder
mantener los niveles de marzo, cuando la gente salió a stockearse ante un escenario
desconocido, era imposible. La retracción del canal tiene que ver con la
ventaja de cercanía de los autoservicios independientes, pero también con
restricciones de horario y limitaciones a la cantidad de clientes que pueden
circular o de productos que pueden vender. Lo mismo con los aumentos de los
costos, con hasta un 30% de personal sin trabajar por situaciones de exención
en algunas cadenas”, explicó Juan Vasco Martínez, director ejecutivo de la
Asociación de Supermercados Unidos (ASU).
Paradoja 2: los fines de semana ya no son los días de más ventas
La gran mayoría de los argentinos están cumpliendo el aislamiento
obligatorio y se quedan en su casa, ya sea manteniendo su ritmo de trabajo
habitual vía home office o sin poder cumplir con sus tareas habituales. En
cualquier caso, la gente cuenta con más tiempo en la semana para hacer las
compras. Esta nueva normalidad se traduce en que los fines de semana perdieron
relevancia en las ventas para las grandes cadenas. Los sábados se defienden un
poco mejor, pero los domingos en cuarentena pasaron a ser uno de los días más
flojos en ventas.
Paradoja 3: el principio de mes no se siente tanto en las góndolas
Antes de la cuarentena, los datos de ventas de los supermercados
mostraban grandes variaciones a lo largo del mes. sin importarelt ar getd el a
cadena, el primer fin de semana era por lejos el más importante para las
empresas del rubro, que se veían beneficiadas por un flujo adicional de
clientesque habían cobrado su sueldo. con las demoras y sus pensiones en el
pago de salarios que se viven hoy, este factor se fue diluyendo .“hoy la
demanda está más pareja en todo el me se incluso se ve un repunte a partir del
día 7 u 8, lo que se explica porque hay muchos trabajadores que están cobran do
más tarde su salario”, señaló Del Río.
Paradoja 4: el consumo está creciendo, pero será un mal año
Con las subas de marzo y abril, en los primeros cuatro meses del año las
ventas de la canasta básica acumulan un aumento del 4,3% frente al mismo
período de 2019. En el sector dan por descontado que la tendencia positiva,
aunque un poco atenuada, se mantuvo durante mayo y seguramente seguirá así en
junio.
Pero el pronóstico para todo el año no es muy optimista. “Hoy el consumo
masivo se ve favorecido porque la gente no puede realizar otros consumos y
vuelca gran parte de sus ingresos a este tipo de compras. Pero este efecto no
puede ser eterno, y en la medida en que la cuarentena se traduzca en menos
ingresos para más sectores también se va a resentir el consumo”, explica Del
Río. En el escenario más optimista para el segundo semestre proyectan una caída
de entre 1% y 3%, con lo cual 2020 terminaría empatado o con una muy leve
mejora. En el escenario más pesimista, la caída en la segunda mitad del año
llegaría al 12% y el balance de todo el año sería muy negativo.
Paradoja 5: en cuarentena la gente toma menos alcohol
De acuerdo con los datos de Scentia, el rubro de bebidas con alcohol
fue, junto con las golosinas, el más golpeado por la pandemia. En abril, las
ventas de la categoría se derrumbaron un 12,3% en volumen, lo que podría entrar
en contradicción con la idea de que en cuarentena la gente termina tomando más
vino, cerveza o bebidas blancas. En Scentia destacan que los malos resultados
de la categoría se explican por la caída en el consumo social de alcohol. “Se
perdieron ocasiones de consumo que son fundamentales para la categoría, como
los asados, los cumpleaños y las juntadas de los más jóvenes”, preciso Del Río.
|