Por Guillermo Oliveto - En los seres humanos, la articulación temporal
es crítica para darle sentido a la existencia. Dotado de la capacidad de
abstracción que le permite, entre muchas otras cosas, pensarse a sí mismo, el
Homo sapiens vive en el mundo fáctico, pero también en el simbólico. Pasado,
presente y futuro constituyen la estructura central sobre la que se organiza la
vida. El shock y el miedo comprimen el tiempo, y de pronto todo parece suceder
en cámara lenta. No hay pasado ni futuro, puro presente. Así están viviendo hoy
los argentinos, en un presente continuo.
No obviemos lo obvio: la cuarentena no es la realidad. Es una situación
surrealista que tiene sus propias reglas y patrones de conducta. Por lo tanto,
todo lo que podamos analizar en estas circunstancias es absolutamente válido
mientras se mantengan. Pero es poco probable que nos sirva de mucho cuando
regresemos a la realidad. Más allá de cómo vaya a ser.
De acuerdo con los datos oficiales del Indec, en 2018 el PBI se contrajo
2,5%, y en 2019, 2,2%. En enero de este año cayó 1,9% y en febrero,
2,2%. Es decir que antes de la llegada de la pandemia y la cuarentena la
economía continuaba cayendo. Con solo 11 días de confinamiento, la retracción
de marzo fue del 11,5%, comparado con el mismo mes del año anterior. El índice
general de actividad económica de Orlando Ferreres señala que en abril la caída
habría sido superior al 19%. Algo que no debería sorprender cuando se repasan
otros datos oficiales que publicó el Indec el pasado jueves: en el mismo abril,
comparando con abril de 2019, la producción industrial cayó el 33,5% y la
construcción, el 75,6%.
Los datos del consumo de fuentes privadas señalan lo mismo. Los
despachos de cemento cayeron 55% interanual, las ventas de autos 0 km, 88%; las
de motos, 48%; los insumos para la construcción,
77%; las ventas de electrodomésticos, 78%; las de indumentaria,
77%, y las de gastronomía, entre 85 y 90%. Uno de los pocos sectores que
lograron sortear un mes tan atípico y duro fue el del consumo masivo.
Según los registros de Scentia, las ventas crecieron 4,1% medidas en
unidades. Los comercios de cercanía tuvieron un incremento del 8%. Los
supermercados, que en marzo se habían visto beneficiados por el stockeo
precuarentena ( 12%), en abril volvieron a terreno negativo:
-1%. Hasta acá, todo dato.
Mejor en mayo
Es de esperar que en mayo los números hayan sido algo mejores, dado que
en buena parte del país se retomó la actividad productiva y comercial. De todos
modos, las perspectivas a futuro plantean un escenario de alta complejidad. El
relevamiento de expectativas de mercado (REM) que publicó el Banco Central el
viernes pasado prevé un
9,3% de caída del PBI este año, contemplando una progresiva mejora a
partir del tercer trimestre, cuando el efecto de la pandemia y la cuarentena
quedaría atrás. Algo similar a las proyecciones de caída anual que realizó el
FMI para los principales países de Europa. España, -9%; Italia, -8%; Alemania,
-7%; Francia,
-7%, y Reino Unido, -6,5%.
¿La gente lo sabe? Sí. Aunque entre los planes de estímulo y ayuda que
recibe del Estado y la no realidad de la cuarentena por ahora lo siente a
medias. Tiene conciencia de que por delante aún queda cruzar el largo túnel del
invierno con el potencial pico de contagios y que a la salida el panorama es,
cuanto menos, inquietante. Por eso se refugia en la guarida donde el presente
continuo la protege de un futuro muy incierto. Esta es una de las ideas que
emergen de la nueva investigación que estamos concluyendo en Consultora W sobre
el humor social de los argentinos.
La última medición nacional de Poliarquía muestra que la preocupación
por el virus sigue siendo muy alta, 82%, pero también que el desgaste lógico
del largo confinamiento está elevando los sentimientos negativos. El 24% se
siente estresado; el 23%, preocupado; el
9%, angustiado, y el 4%, cansado. Es decir, el 60% de la población
expresa una situación de malestar. Algo que se explica por la situación
económica: el 72% afirma que el avance del coronavirus afectó su economía
personal; el 31%, que sus ingresos disminuyeron bastante, y el 16%, que
directamente no tiene ninguno. La economía está recuperando protagonismo en la
agenda de la sociedad.
¿Hay luz al final del túnel? El mundo nos está mostrando que sí. La
revancha de la vida es cada vez más notoria en Europa, donde la nueva
normalidad se parece bastante más de lo que muchos suponían a la vieja
normalidad. En palabras de Gustavo Santaolalla, “el tiempo ecualiza”. A medida
que el virus va quedando atrás, los europeos “vuelven”. Todavía con
precauciones, prevenciones y muchos protocolos, pero el dato es que vuelven. No
solo los cafés, los restaurantes y los comercios: esta semana vuelve el fútbol
en España, por ahora sin público. A distinto ritmo entre los países, regresa
también el turismo.
Larry Fink, el CEO de Blackrock, el mayor fondo de inversión del mundo,
publicó el 1º de abril último, en pleno pico de la pandemia y del consecuente
derrumbe de Wall Street, con el mundo en “modo catástrofe” y los inversores en
pánico, una serie de recomendaciones. Con crudo realismo, afirmó: “Son tiempos
sin precedente: no he visto nada como esto en mis 44 años en finanzas”. Acto
seguido, describió las previsiones de los científicos y lo que ya se veía que
ocurría en China, llegando a la conclusión de que la pandemia era muy grave,
pero que tenía un final. “Recomiendo a todos los que están escuchando: si está
de acuerdo con nosotros en que se trata de un problema de tres a cuatro meses,
no se escape del mundo de las inversiones. Lo más importante: respire
profundamente. Tenga una perspectiva de largo plazo”. El tiempo parecería estar
dándole la razón.
A volar otra vez
El viernes pasado, las aerolíneas norteamericanas anunciaron que
volverán a volar entre junio y julio. Las acciones de American Airlines
subieron 11% en un día. En simultáneo, se esperaba un desempleo del 20% para
mayo, y fue del 13,5%, con lo que cayó 1,2 puntos respecto de abril. La
economía norteamericana creó 2,5 millones de puestos de trabajo en un mes.
Había pasado de un desempleo del 3,3% en febrero a uno del 14,7% en abril. La
sorpresa fue recibida con euforia por los inversores. El índice Nasdaq, que a
mediados de marzo caía más del 30%, llegó en un momento de la rueda a quebrar
su máximo histórico de febrero. Finalmente, cerró al 1% de ese valor. Wall
Street ya hizo la recuperación en “V” que en un momento parecía imposible.
Siempre con riesgo, los mercados tratan de anticiparse a la economía real.
Estos datos indicarían que Estados Unidos también “vuelve”. Y más rápido
y fuerte de lo que se pronosticaba. Asia ya “volvió”. China espera crecer entre
4 y 5% en el tercer trimestre. Los motores del mundo están arrancando. Salvo
que hubiera un rebrote furioso del virus, escenario que a medida que avanza el
proceso parece, según la OMS y los científicos, cada vez menos probable, es de
esperar que día tras día solo aceleren. Hay mucho por recuperar. Esto sucede
sin que todavía exista la vacuna.
Son buenas noticias para la Argentina. Su frágil economía, además de
reimpulsar el consumo, requerirá exportaciones e inversiones para poder dar
cuenta de las nuevas y crecientes demandas que tendrá la sociedad cuando vuelva
a la realidad. En ese momento, la gente será capaz de organizar con normalidad
la dimensión temporal. El presente, el pasado y el futuro recuperarán cada uno
su lugar. Con todo lo que eso implica.
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