Por Francisco Jueguen - Aún en
pleno tironeo con los fondos de inversión más duros, en el marco de un default
que ya suma incertidumbre a la economía real, en el Gobierno aseguran que
llegaron los tiempos definitorios para el futuro de la deuda. Esa certeza se
mantiene pese a que hay sustantivas diferencias, aun con los acercamientos de
los últimos días.
“La semana que viene va a haber
muchas novedades”, anticipan cerca de Martín Guzmán. La primera llegará entre
el lunes por la noche y el miércoles próximo, según indicaron dos fuentes
oficiales a la nacion. Será cuando se presente la enmienda a la oferta original
que la Argentina realizó el 20 de abril a los acreedores privados con títulos
bajo legislación extranjera.
Esto es, se inscribirá una mejora
formal ante la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, según sus
siglas en inglés). Se abrirá entonces otro período de 10 días para definir la
tasa de adhesión a la nueva oferta argentina. La primera –cerrada el 8 de mayo–
tuvo una aceptación baja, cercana al 13%, según los cálculos del mercado, que
el Gobierno nunca desmintió. La semana pasada, Economía había extendido la
negociación hasta el 12 de este mes.
En el Ministerio no anticipan los
cambios que propondrá Guzmán para hacer converger la sustentabilidad de la
deuda a largo plazo con el reclamo de los acreedores de una mejor propuesta.
Sin embargo, se prevé que el
valor presente neto (VPN) a una tasa de descuento del 10% será menor a los 50
centavos por dólar, que prácticamente “no habrá quita de capital”, y que, luego
de que en el último retoque se hayan aceptado cambios en el período de gracia
(de tres a dos años), no haya nuevas modificaciones al respecto. Los cambios
podrían estar fundamentalmente en los pagos que vengan luego de 2024, cuando
Alberto Fernández haya terminado su mandato. ¿Cuáles serán los instrumentos
propuestos por el ministro Guzmán? Eso todavía es un misterio.
Tales indicios surgieron luego de
una charla en los últimos días confirmada a la nacion por fuentes en el
Gobierno y también en Washington entre el Presidente y la directora gerente del
Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina
Georgieva, hoy máximos aliados.
Luego de esa conversación, el
organismo –que tiene US$44.000 millones “hundidos” en la Argentina tras el
stand-by firmado con Mauricio Macri y que por reglas institucionales no acepta
quitas en sus deudas- se refirió públicamente al “margen limitado” que tiene la
Argentina para incrementar los pagos a los acreedores privados con los que
negocia. “Es difícil ver cómo una reestructuración con una recuperación en VPN
de la deuda por encima de 50 centavos por dólar (asumiendo una tasa de
descuento del 10%) puede ser consistente con restaurar la sostenibilidad de la
deuda”, definieron fuentes técnicas del Fondo.
El pedido del Presidente a la
directora del FMI llegó luego de una aclaración pública que Guzmán ya venía
deslizando en privado. “En general en las negociaciones venimos enfrentando dos
desafíos. Uno es el de llegar a un entendimiento con todo el conjunto de
acreedores. Y otro es el de reconciliar las posiciones de los distintos
acreedores”.
Esa situación se mantiene,
particularmente con tres fondos: Ashmore, Blackrock y Fidelity. Pese a que las
diferencias son reales, se trata de discusiones que el oficialismo publicita,
por requerimiento político, y los fondos minimizan como estrategia
comunicacional.
La propuesta conjunta realizada
la semana pasada por dos comités de bonistas, que aseguran que su oferta es
sostenible, acercó las posiciones, pero no lo “suficiente”, según reveló el
propio Guzmán. Esa insuficiencia se encarna todavía en cierta “intransigencia”
–según describen en el Palacio de Hacienda– de esos acreedores institucionales.
Más precisamente, en los 70 centavos por dólar reclamados para los títulos cuya
tenencia rebosa en la cartera de
Ashmore (fondo vinculado a
mercados emergentes) o los 58,3 centavos de los vinculados mayoritariamente a
Blackrock, que integran uno de esos grupos.
La tenencia de esos “bonos
cortos” por parte de esos grupos es significativa, indicaron en el Ministerio
de Economía, donde resuena el nombre del exsecretario de Finanzas y
expresidente del Banco Central Luis Caputo, cada vez que se hace alusión a la
emisión de esas series. “Van a cobrar casi sin quita”, se quejaba ayer un
negociador argentino sobre la dureza de los grupos.
En el oficialismo dejaron correr
además en las últimas horas algunas versiones –no confirmadas– sobre cambios en
los nombres de algunos de los negociadores de los fondos.
Los tres comités que discuten con
el Gobierno, describió una fuente que participa en la negociación, representan
cerca del 40% de los títulos elegibles por US$69.000 millones. El otro 60% son
minoritarios (o no tanto) y a los que el Ministerio de Economía pidió contactar
en las últimas semanas a través de los bancos HSBC y Bank of America.
A pesar de las diferencias, nadie
quiere que las negociaciones fracasen. Hay incentivos para ambas partes para
acordar. La pandemia y la crisis mundial impulsan a los acreedores a evitar una
larga y costosa judicialización. Mejorarían su cartera, con títulos argentinos
actualmente valuados a valor buitre, y se asegurarían liquidez en un contexto
pospandémico.
En medio de la brecha cambiaria,
las mayores restricciones al dólar y las expectativas de devaluación, Alberto
Fernández les aseguró días atrás a los principales empresarios del país:
“Ustedes tienen que estar convencidos de que este presidente no quiere el
default”.
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