Por Matías Barbería - Un riesgo país más moderado, menos presión para los dólares paralelos y
una inyección de confianza que puede dar la oportunidad de relajar aunque sea
gradualmente al cepo cambiario gracias a una inyección de confianza que habrá
que saber aprovechar son los beneficios más inmediatos que podría obtener el
Gobierno en caso de alcanzar un acuerdo exitoso por la deuda. Eso, según
analistas, es todo a lo que se puede aspirar para el día después de un canje
que parece estar cerca.
Desde el
cambio de gobierno a fines del año pasado, la estrategia macroeconómica estuvo
basada en un sólo punto: conseguir un acuerdo relativamente exitoso para la
reestructuración de la deuda que le diera margen al Gobierno para enderezar sus
cuentas y volver a empezar. La pandemia COVID-19 agregó a ese punto de partida
toda una nueva serie de urgencias pero, mientras las partes parecen acercarse a
un acuerdo, ¿qué impactos
positivos de corto plazo se puede esperar de una salida negociada del default,
si es que esta se da?
Distintos
especialistas coinciden en señalar que un acuerdo aceptable es condición
necesaria, pero no suficiente, para encarar lo que sigue. Lejos de alejar el
arco, señalan que los problemas estructurales que enfrentaba la Argentina desde
antes del cambio de Gobierno siguen ahí y necesitan de un plan económico que los
enfrente. Y a ellos
se le suman ahora los efectos de la pandemia y de las medidas de
distanciamiento social sobre empresas y personas.
Pero en
cuanto a qué se puede esperar para el día después de una salida ordenada del
default, en caso de que se concrete, las opiniones son en general coincidentes.
Una descompresión de variables financieras hoy bajo stress como el riesgo país
y la brecha cambiaria, que puede dar la oportunidad para alinear los frentes
cambiaros y empezar a pensar una salida de los desequilibrios monetarios.
El día
después de un eventual acuerdo que goce de un grado de aceptación suficiente
por parte de los bonistas empieza
la hora de poner en marcha un programa económico que, según lo ha definido el
ministro de Economía Martín Guzmán en varias entrevistas, permita generar
"dinamismo y competitividad”, conseguir estabilidad macroeconómica y un
aumento de exportaciones que permita el crecimiento económico. Objetivos para
los que se necesitará, según el propio Guzmán, de controles de capital más
flexibles: un cepo más leve.
El presidente
del Banco Central, Miguel Pesce,
también reforzó -tímidamente- ese concepto recientemente, cuando inmediatamente después de frenar casi a
cero los pagos de importaciones aclaró que a fines de junio, si se logra un
acuerdo, al menos esas trabas tan dañinas para la actividad económica podrían
echarse atrás.
Los analistas
coinciden en mirar al frente cambiario como principal variable que espera una
decisión para luego del esperado acuerdo de deuda.
“Un arreglo exitoso de la deuda baja el riesgo
país, mejora la demanda de activos en pesos, descomprime presión en la brecha y
mejora las expectativas en general. Pero el arreglo exitoso de la deuda
es solo una condición necesaria para no arriesgar un rebrote inflacionario
frente al déficit fiscal y el excedente de pesos que deja la pandemia en un
contexto de reservas líquidas escasas”, dijo Federico Furiase de EcoGo.
Para el
economista, el menor gasto en
servicios de deuda podría dar la oportunidad al Gobierno para empezar a
diagramar un sendero fiscal en el marco de un programa económico de más largo
plazo, además de permitir el acceso al mercado -si bien no al propio
Tesoro nacional- si a las provincias y empresas, muchas de ellas envueltas en
sus propias reestructuraciones de deuda.
Una mayor
demanda por activos en pesos, si se asume que las tasas se ajustan al alza,
podría darle al Banco Central margen para dejar que se devalúe el dólar oficial
y superar la situación de cepo reforzado y pérdida de reservas en la que se
encuentra hoy.
“En simultáneo con el arreglo exitoso de la deuda el Gobierno tiene que
presentar en estos días un programa económico consistente y creíble, analizando
las herramientas y los objetivos para la corrección del déficit fiscal y del
excedente monetario post cuarentena, para reforzar la baja del riesgo país, la
mejora en la demanda de activos en pesos y alinear expectativas de inflación, en post de evitar un rebrote
inflacionario y darle al Banco Central un mayor grado de libertad para ajustar
el tipo de cambio, dar señales positivas a los exportadores e ir aflojando
paulatinamente las restricciones cambiarias”, concluyó Furiase.
Para José Dapena, director de la Maestría
de Finanzas de Ucema, un acuerdo por la deuda viene a
retroceder el nivel de incertidumbre a la situación previa a las PASO de
agosto del año pasado.
“El gran problema que surgió después de las PASO fue que hubo miedo
respecto de si la Argentina iba a estar comprometida con sus compromisos de
deuda. Eso hizo que el tipo de cambio pegara aquel salto del 12 de agosto, que
el riesgo país saltara, que el crédito se cerrara. En mi opinión, si se cierra
un acuerdo se empieza a revertir aquello”, dijo.
“Despejar la
incertidumbre por la deuda no te va a dar vuelta la situación económica del
país, pero te va a empezar a dar certezas. Si las provincias pueden seguir a la
Nación con sus reestructuraciones, las empresas también, es un grado de
confianza. Y en la Argentina no
faltan hoy dólares, los dólares los tienen los argentinos, pero no los sueltan.
Así, despejar la incertidumbre puede ayudar a reducir la presión sobre los
tipos de cambio libres”, agregó.
Para el
académico, cerrar el capítulo de la deuda implicaría la posibilidad de dejar de
caer. El repunte, sin embargo, es otra historia.
“Cuando digo
una mejora en los tipos de cambio, con el nivel de emisión monetaria que
existió, digo mejoras en términos reales. Eso se puede dar porque los dólares
paralelos bajan o porque los precios en pesos, la inflación, sigue avanzando y
los alcanza. Yo creo que eso es esperable”, añadió Dapena. “A partir de ese
momento, que la continuidad de esa recuperación de confianza exista depende de
muchos más factores. Porque, por ejemplo, sin sustentabilidad fiscal esa deuda
reestructurada no se puede pagar y la confianza vuelve a desaparecer”,
concluyó.
“El acuerdo puede generar una oportunidad, pero el impacto de alcanzar
ese objetivo depende mucho de lo que se haga después”, resaltó Dapena.
“Llegar a un
acuerdo constructivo con los acreedores es una condición necesaria para que la
economía pueda volver a crecer, pero de ninguna manera suficiente. Hace falta
un programa que explique a los actores económicos qué uso hará Argentina del
alivio de deuda que solicitó a los acreedores”, analizó un informe de SBS que lleva la firma
de Adrián Yarde Buller y Juan Manuel Franco.
“De cara a este objetivo, será fundamental delinear un sendero de consolidación fiscal, un
plan para combatir la inflación, una estrategia tendiente a remover los
controles de capitales, un camino de reducción del gasto público y la presión
tributaria y políticas microeconómicas para sectores estratégicos, entre otras
cuestiones”, concluyeron. |