Pablo
Fernández Blanco - El equipo
financiero a cargo de autorizar ese pago aún recuerda el momento. Debían
ponerle su firma a un desembolso del Estado por casi US$7000 millones. Ocurrió
en abril de 2017, en plena gestión de Mauricio Macri, y fue la erogación más
grande que se recuerde de la Tesorería argentina. El dato menos conocido es que
se usó para cancelar deuda contraída en las presidencias de Néstor y de
Cristina Kirchner, incluida una parte de los bonos empleados para pagarle a la
española Repsol por la estatización de YPF. Curiosidades de la continuidad
estatal: una de las medidas más aplaudidas en la gestión anterior fue afrontada
bajo la administración de Cambiemos.
La discusión por la
deuda pública argentina, que se encendió en la campaña presidencial del año
pasado y volvió a tomar temperatura la semana pasada por la iniciativa
kirchnerista de investigar qué hizo Cambiemos, sin implicar al kirchnerismo, se
apoya en números concretos, pero se discute en el impreciso terreno de la
política.
¿Cuál de los
últimos gobiernos endeudó más al país? La respuesta es más sencilla de lo que
parece: casi todos los mandatarios que estuvieron al menos un período completo
en el poder desde mediados de los 90 hasta el año pasado se fueron con un
pasivo superior al que encontraron, de acuerdo con los números oficiales del
Ministerio de Economía. Un documento con fecha de diciembre del año pasado
elaborado por esa cartera sostiene que entre el último mes de 1994 y diciembre
de 1999 (Carlos Menem), el pasivo argentino pasó de US$80.700 millones a
US$121.900 millones, es decir, subió un 51%.
Solo Néstor
Kirchner avanzó en sentido contrario. En diciembre de 2007, cuando le cedió los
atributos a su esposa, la deuda pública era de US$176.870 millones. En el medio
había ocurrido una reestructuración. En
2004, un año
después de asumir –es la última entre las referencias más precisas oficiales al
pasivo argentino–, era de US$192.294 millones. En su gestión se achicó
US$15.424 millones.
Una cuenta básica,
sin embargo, desmiente el argumento kirchnerista del desendeudamiento, una de
las banderas que más agita el Frente de Todos al momento de criticar a Mauricio
Macri.
Cristina Kirchner
no siguió los preceptos de su antecesor. Uno de los secretos mejor guardados
por sus defensores es que en sus dos períodos la deuda pública avanzó casi un
36%, hasta los US$240.665 millones. Eso se debe a un incremento sostenido del
gasto y del déficit fiscal, que llegó a niveles récord en 2015.
El matrimonio
presidencial guarda otras particularidades como desendeudadores. En diciembre
de 2005, Kirchner anunció que el país saldaría en un solo pago la deuda de
US$9810 millones
con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Uno de los mayores actos de
soberanía financiera también puede ser visto como un pase de manos: el gobierno
pagó con reservas del Banco Central, pero le dejó a la entidad monetaria letras
intransferibles a 10 años que vencieron en la gestión de Macri. Cambiemos
repitió la jugada de Kirchner: las canjeó por otros tres bonos.
Quizá la decisión
más difícil de explicar es la deuda con Venezuela. Eran épocas de sintonía
entre Kirchner, Hugo Chávez y Fidel Castro. La Argentina usaba a la gestión
bolivariana como tomador primario de deuda que luego se descargaba en el
mercado. La sospecha es que esas colocaciones se usaron para fugar recursos
internos de Venezuela, donde regía el control de capitales. Otra coincidencia:
es el mismo motivo por el que el kirchnerismo quiere investigar las decisiones
de Macri.
El tren del
desendeudamiento también tuvo una parada por el Club de París. El acuerdo, que
se cerró en 2014, durante la gestión de Axel Kicillof en el Ministerio de
Economía, sigue en pie. El ahora gobernador de la provincia de Buenos Aires
llegó a pagar una cuota (US$1260 millones) y el macrismo, cuatro (a un promedio
de US$1640 millones cada una). Quedan poco más de US$2000 millones en dos
desembolsos que debería hacer Alberto Fernández.
El saldo total
vence en mayo de 2021, pero en días hay que cancelar una parte. El ministro de
Economía, Martín Guzmán, decidió no hacer el desembolso, aunque la deuda no
caerá en default. Solo se activará una cláusula que llevará la tasa de interés
al 9%, algo que incluso los exfuncionarios macristas reconocen como un buen
número en estas circunstancias. Guzmán debería agradecerle a Kicillof.
En la gestión de
Mauricio Macri la deuda pública en términos brutos creció US$82.400 millones,
según números de Economía, que representan un salto de 34,23% con respecto a
2015, es decir, casi lo mismo que en la gestión de Cristina Kirchner en
términos porcentuales. Con dos salvedades: la expresidenta estuvo en el poder
el doble del tiempo que Macri, pero recibió superávit fiscal por parte de su
marido, aunque le dejó números negativos a su sucesor. Es clave: el superávit
fiscal es la variable fundamental para evitar el endeudamiento. Con una
política de ajuste del gasto, Macri dejó el poder con un déficit fiscal
primario de 0,6% del PBI, contra el 5,4% del último año de Cristina Kirchner.
Uno de los puntos
más polémicos es el acuerdo con el FMI. Según el Frente de Todos, el organismo
internacional le prestó dinero al país para solventar “la fuga de capitales”.
Los documentos de Cambiemos, sin embargo, sostienen que, de los US$44.298
millones que llegaron desde Washington, US$35.344 millones se usaron para pagar
intereses de deuda en moneda extranjera y solo US$774 millones para solventar
el funcionamiento cotidiano del Estado. Más aun: como el Fondo presta más
barato, sostienen que el país ahorrará en el pago de intereses US$10.371
millones.
En la práctica, el
endeudamiento de un país se mide en relación con el producto bruto interno
(PBI). Allí hacen hincapié los críticos de Macri. En la gestión Kirchner, ese
ratio fue del 11%, saltó al 45% en diciembre de 2015 y escaló al 70% a fines
del año pasado, según un informe de Cambiemos. Otros números oficiales ubican
esos porcentajes en 62%, 52,6% y 89,4%. Las diferencias se justifican según el
tipo de cambio que se tome.
Además, cada uno
pondrá una gran gama de peros al lado de la afirmación anterior. Entre ellos,
cuál era el resultado fiscal, el nivel de reservas del Banco Central y,
precisamente, la variación del PBI.
Macri cayó en una
trampa impensada. Ni el menos optimista hubiese imaginado que en su gestión la
actividad económica caería tanto, algo que aumentó la incidencia de la deuda
sobre el PBI. Es una emboscada que posiblemente se le repita a Alberto
Fernández. Incluso si cierra el año con un gran acuerdo con los bonistas, el
desplome de la actividad terminará mostrando un número alto en relación con las
deudas.
El presidente
critica al macrismo con un punto que parece certero: hasta la llegada de Macri
al poder, el endeudamiento no estaba en la agenda pública. Claro que en la
vereda de enfrente sostienen que, en parte, la crisis se aceleró por el regreso
del kirchnerismo, que le cerró los mercados a la Argentina. Sería otro éxito de
la fórmula presidencial: su triunfo electoral sirvió para sostener su discurso.
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