Por Pablo Wende - Los caminos de la Argentina y Paul Singer están
destinados a cruzarse una y otra vez. Durante años, los abogados que
representaban al gobierno argentino y a su millonario fondo, Elliot Management,
se vieron las caras ante el juzgado del juez Thomas Griesa para cobrar la deuda
en default. Ahora, casi de casualidad, de alguna forma volverán a estar
frente a frente.
Sucede que el fondo Elliot es una de las 14 entidades que deberá
votar en un comité internacional nada más y nada menos si la Argentina debe ser
declarada formalmente en default después del 22 de mayo. Ese día vence el
período de gracia para pagar los intereses de tres bonos emitidos bajo ley
extranjera.
Ese evento podría gatillar el pago de millonarias cifras, relacionadas
con la negociación de los seguros contra default, denominados “Credit Default
Swap”. Los inversores que hayan adquirido estos instrumentos cobrarán ese seguro,
siempre y cuando se determine técnicamente que la Argentina entró en cesación
de pagos. Y eso lo define un “comité de derivados financieros”, que está
integrado por 14 miembros. Uno de ellos es Elliot.
Paul Singer litigó diez años contra la Argentina y no aceptó entrar
en ninguno de los canjes, ni en el que se realizó en 2005, tampoco en la
reapertura del 2010 y ninguno de los acuerdos posteriores. Finalmente en
2016 el gobierno de Mauricio Macri acordó pagarle en efectivo. Fueron USD 2.400
millones y representó una ganancia de 392% para el “buitre” respecto al valor
de adquisición de los títulos.
Créase o no, este mismo personaje a través de su fondo Elliot será
uno de los que tendrá que decidir lisa y llanamente si decide “bajarle el
pulgar” a la Argentina. Este viernes algún inversor de preguntará al comité de
bancos” si el país debe considerarse formalmente en default, en caso de no
pagar los USD 503 millones. Y en los días subsiguientes, no más de una semana,
llegará la respuesta de las entidades.
Elliot no está solo en la tarea. La lista la completan instituciones de
primer nivel como Goldman Sachs, Bank of America, Barclays, Credit Suisse,
JP Morgan Chase y Mizuho Securities, entre otros.
Irónicamente, el propio fondo Elliot podría volver a la carga como
nuevo “holdout”, en caso de que quede un porcentaje relevante de la deuda sin
reestructurar. La historia argentina, pero también la de muchos otros
países, dice que a la larga los litigios terminan obligando a los deudores a
cumplir con sus compromisos por mucho más que el capital nominal emitido
originalmente.
En diálogo con Radio con Vos, el representante argentino ante el
FMI, Sergio Chodos, ya prácticamente adelantó que la Argentina entrará
efectivamente en un “default técnico” el viernes. La explicación es
que aún cuando se encaminen las negociaciones, el Gobierno no llegaría a
acordar antes del 22 de mayo, debido a que no dan los tiempos. Pero lo de
default técnico es un eufemismo del funcionario, casi como hablar de estar “más
o menos embarazada”. Para los mercados no hay situaciones intermedias: la
deuda emitida bajo ley internacional se cumple de acuerdo a los términos
originales de emisión o, en caso contrario, se produce el default.
Para zafar de la cesación de pagos, el ministro de Economía, Martín
Guzmán, podría optar por realizar el pago de los USD 503 millones a último
momento, pero esta opción está casi totalmente descartada. Otra posibilidad que
circuló, también con poca probabilidad, es que se deposite el dinero en una
cuenta especial como forma de mostrar “buena fe” en la negociación con los
acreedores, que de todas formas no podrían disponer de los fondos mientras
duren las conversaciones. Por último la semana pasada se analizó, y se habría
desechado, la posibilidad de patear todo para más adelante, bajo el paraguas
denominado “standstill”. Pero supondría que la Argentina siga pagando los
intereses mientras se posterga hacer frente a los vencimientos de capital.
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