Por Sergio Serrichio - Alberto
Fernández y Martín Guzmán trabajaron todo el fin de semana
analizando las tres contraofertas que los bonistas de Wall Street presentaron
el viernes en la cartera de Economía y que Infobae revela en
exclusiva. Las propuestas de los fondos se encuentran aún muy lejos de la
iniciativa oficial respecto a la quita prevista para el capital y los
intereses, el pago de los cupones y el período de gracia.
Cada grupo que
representa a los bonistas preparó su menú de acuerdo a sus tenencias y al tipo
de fondos que representan. Pero casi no difiere el valor presente neto:
entre 58 y 60 dólares, lejos aún de la propuesta que Alberto Fernández y Guzmán
manejan en estricto secreto.
Sin embargo, en
Olivos consideraron un avance importante de la negociación que los acreedores
privados hayan explicitado sus intenciones económicas y financieras. La
propuesta del Gobierno incluía, en términos generales, una quita de capital de
5,5% en promedio y de 62% para los intereses. Dos números que los acreedores
rechazan in limine.
“Hay mucho para
negociar. Lo más importante es que el 100 por ciento de los bonistas hizo
una presentación, y eso significa que creen en nuestra buena fe y en
nuestra voluntad de acordar", explicó a este medio un protagonista clave
del gobierno en la negociación con los fondos que invirtieron 66.000 millones
de dólares en títulos soberanos.
Alberto Fernández y
su ministro de Economía diseñaron una propuesta que establece una ecuación
entre el eventual crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) y lo que debería
asignarse al pago de la deuda para que la economía nacional no sufra un nuevo
ajuste. Esta ecuación se apoya en el concepto de sostenibilidad de la
deuda, que el presidente y Guzmán no piensan resignar ante las tres propuestas
que presentaron los bonistas.
Como se trata de
una negociación, y pese al rechazo que se manifestó ayer en Olivos, el Gobierno
asume que deberá ceder en ciertos aspectos de la oferta oficial. Esas
diferencias aparecen con nitidez cuando se repasan las propuestas vinculadas a
la tasa de interés de los cupones, el Valor Presente Neto (NPV, en sus siglas
en inglés), la quita de capital y el período de gracia.
A continuación, las
propuestas
Las iniciativas de
los tres comités de acreedores de la Argentina coinciden en un aspecto: la
reducción a solo un año del período de gracia que en la propuesta inicial del
gobierno era de tres años.
Bondholders Group
Son los tenedores
de bonos globales emitidos en 2005 y durante el gobierno de Mauricio Macri y
que integran Greylock, encabezado por Hans Humes, y otros fondos como
Gramercy y Fintech.
No pide
capitalización de bonos e implica un Valor Presente Neto (a una “tasa de
salida” o exit yield de 10%) de 58 dólares por cada cien
dólares nominales de la actual deuda, con una tasa promedio de 5,03%,
amortización de capital a partir de 2027 y una quita de capital de 2,3%. El
bono más corto maduraría en 2040.
Ad Hoc Bondholders Group
Tienen bonos del
canje de 2005 pero también Globales emitidos a partir de 2016 y que integran
pesos pesados como BlackRock, Fidelity, Ashmore y T.Rowe Price, propone una
serie de 12 bonos nuevos, la mitad en dólares y la mitad en euros, sin quita de
capital en ocho de ellos y con una quita de apenas 1% en cuatro: aquellos en
euros y en dólares que maduran en 2036 y 2047.
La propuesta
implica una tasa de interés promedio de 4,44%, un año de gracia y amortización
de capital a partir de 2025. La propuesta implica un Valor Presente
ligeramente superior a las otras dos; 60 dólares por cada 100 de deuda nominal,
siempre calculada a una exit yield del 10%.
La propuesta
implica canjear los actuales bonos en francos suizos por bonos en euros y dice
ofrecer para la Argentina un “alivio” en el cash flow de
32.000 millones de dólares a lo largo de diez años. Los bonos más cortos
madurarían en 2027 y el grupo se mantiene irreductible en su posición de que
los intereses devengados durante el período de gracia se deben pagar a la
madurez de cada serie.
Exchange BondHolders Group
Aunque su propuesta
es “coordinada” con el Bondholders Group, el “Exchange BondHolders Group”, que
integran los fondos Monarch y BHK Capital entre otros, y que tiene como asesor
legal a Denis Hranitzky, el duro ex abogado de Paul Singer, otro
conocido acreedor de Argentina, propone la emisión de sólo tres bonos nuevos:
2033, 2040 y un cupón ligado al PBI.
Este grupo, tenedor
de los bonos del canje 2005, pide que no haya quita de capital y su propuesta
implica una tasa de interés promedio de 4,75%, con amortización de capital a
partir de 2027. El valor presente neto de la oferta, también a un exit
yield de 10% es igual al del primer grupo: 58 dólares.
De ahí que el fin
de semana dijeran que sus propuestas eran “coordinadas”, aunque diseñadas en
función de las tenencias de cada uno.
La oferta del grupo
BlackRock incluye además una cláusula RUFO (de extensión a quienes aceptan el
canje de cualquier mejora que se ofrezca en el futuro a quienes lo rechacen) de
diez años. Esto es, si el canje tuviera lugar, por caso, en junio de 2020,
cualquier oferta mejor a bonistas que no acepten la oferta, anterior a junio de
2030, debería extenderse a los que sí lo hicieran en esta propuesta. Como para
probar, si hiciera falta, que no regala nada, el grupo exige también que la
Argentina pague todas los cargos y gastos incurridos, incluidos los del asesor
legal, la firma neoyorquina White & Case.
La propuesta argentina
El Gobierno había
presentado hace un mes una oferta formal ante la Comisión de Valores de EEUU
(SEC, según su sigla en inglés) para renegociar la deuda emitida bajo ley
extranjera que fue rechazada por los bonistas y grupos que los representan
horas después. “Es lo que podemos pagar”, dijo varias veces Guzmán –y también
Fernández– mientras comenzaba otra etapa de la negociación.
Esa propuesta
incluía el canje de bonos por nuevos títulos que vencería entre 2030 y 2047,
con rendimientos de 0,75% al 4,5%, en dólares y euros. La quita de capital
propuesta era del 5,5% en promedio (que llegaba a 18% en determinados
instrumentos). El Gobierno quería que los intereses, con una quita que
llegaría a 62%, empezaran devengarse en noviembre de 2022 y a pagarse en 2023
en los nuevos títulos.
Lo que viene
Alberto Fernández
no tiene intenciones de forzar un default, pero ya sabe que es imposible llegar
a un acuerdo formal antes del 22 de mayo. Ese día vence la oferta oficial y el
período de purga del pago de intereses por 503 millones de dólares atados al
bono Global. El presidente no pagará si no hay acuerdo, y como es poco probable
que lo haya, está asumido por los acreedores privados y Olivos que se caerá en
default.
No obstante, Fernández,
Guzmán y los principales fondos han reconocido en la intimidad que si hay
negociación encaminada, el default sólo se reducirá a un hecho previsto en
el prospecto de los Global que no debería desembocar en una presentación formal
por incumplimiento en los tribunales de Nueva York.
En caso contrario,
obvio, el default se aceleraría y la Argentina estaría a merced de un juicio
por 66.000 millones de dólares.
“Nuestra intención
es negociar y acordar. Llevará tiempo, y el 22 de mayo no vamos a pagar. Pero
será un default forzado sólo por el calendario. Los bonistas entienden que
pagar va contra una negociación dura. Y si todo termina en nada, ellos aún
tendrán el derecho de ir a los tribunales americanos”, aseguró un integrante
del gabinete que conoce los detalles de la estrategia oficial.
En el Palacio de
Hacienda, Guzmán iniciará hoy la segunda fase de la negociación con los
acreedores privados. En tanto, Fernández estará en Olivos a la espera de las
novedades. Las negociaciones son secretas y por videoconferencia. Y
los resultados finales se conocerán cuando concluya la semana. Hay
vocación para acordar, en ambas partes, pero están en juego 66.000 millones de
dólares. Una cifra que pone a la partida un final incierto.
|