Por Nicolás Roset - Con un aceptación por parte
de los bonistas que rondó el 20% en relación a la propuesta que propuso el
Gobierno para no caer en default, el mercado de
capitales argentino se encuentra en un punto clave para decidir si va a
continuar por un camino de contracción de los flujos de inversión o si, por el
contrario, se evita el default, permitiendo generar un shock positivo y ganar
tiempo pero esperando una mejora en las variables macroeconómicas.
Con una caída
acumulada de -30% en dólares del Índice S&P Merval y una baja del -47% de
la capitalización de empresas domésticas medida en dólares en lo que va del
año, los papeles argentinos operan fuertemente condicionados por la coyuntura
de riesgo mundial y la volatilidad local.
En tiempos de
posible default, cepo y restricción externa la confianza de los inversores se
deteriora y eso contrae el flujo de fondos hacia los mercados financieros. Hay
algunos indicadores que permiten medir la fortaleza del mercado de capitales y
la profundidad de la misma. La capitalización bursátil de las empresas
domésticas que operan en la Bolsa local-es decir, el valor total de mercado de
esas compañías- según datos del IAMC en marzo 2020 representó el 5,9% del PBI
mostrando una caída de -36% en términos nominales en relación al mismo mes del
año anterior (ver gráfico). Los niveles de capitalización se ubican próximos a
los obtenidos en 2012. Si se compara con otros países latinoamericanos, por
ejemplo Chile, tiene una capitalización bursátil del 84% del PBI, Brasil del
50%, Perú del 42%, lo que da cuenta del poco avance que tuvo el país en materia
financiera.
¿Qué simboliza esto
en relación al posible default y la crisis del coronavirus? A la ya salida de
capitales de los mercados emergentes producto de la crisis internacional, se le
suma la mala percepción y expectativa futura de los inversores y del sector
empresarial en relación a la economía argentina. Por eso en plena
reestructuración de la deuda y recesión económica, el monto de financiamiento
de las pymes en la Bolsa que en 2015 era de u$s860 millones fue
de apenas u$s92 millones en 2019. A marzo de 2020, la contracción interanual
del financiamiento pyme era del -62%. En las grandes empresas el número pasa de
u$s8.802 millones a u$s3.449 millones respectivamente. Por otra parte, la
cantidad de empresas listadas en el panel general en 2020 tuvo un baja
interanual de -7 compañías.
Esto impacta en la
posibilidad de que los mercados financien proyectos a largo plazo a una tasa
razonable, sumado a que el crédito bancario no es suficiente. En momentos donde
hay parálisis en la producción y freno de ventas también se dificulta el pago
de la deuda corporativa como fue el caso de la empresa de artículos para el hogar
Longive, que no pudo cancelar intereses de sus Obligaciones Negociables. A este
caso se le suman las situaciones de Grimoldi y Ribeiro.
Ante la
incertidumbre política, el déficit fiscal y el temor por una espiral
inflacionaria, el futuro depara más dudas que certezas. La Argentina registrará
una recesión del 5,7% y una tasa de desempleo del 10,9% este año, según las
proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). La ya golpeada economía
argentina se enfrenta a un contexto al adverso en el cual es muy probable que
este año la economía mundial experimentare su peor recesión desde el Gran
Depresión. Se calcula que la “exit yield” (tasa de salida) de los nuevos bonos,
es decir el costo que tendría el país para volver a financiarse en los
mercados, que está relacionada con las variables macroeconómicas, podría estar
próxima como mínimo al 12%. Cuánto más alto sea ese costo de financiamiento
(más elevado el riesgo) y menor va a ser el valor de mercado de los bonos.
El dato positivo es
el aumento en el volumen negociado diario en la Bolsa en el mes de abril con
especial atención en los Cedears que marcaron un record histórico de $11.756
millones, un 50% más que en marzo. También hubo aumentos en las cauciones,
pases y futuros. Esto habla del apetito inversor argentino y de la necesidad de
encontrar nuevas opciones de financiamiento de agentes particulares para
combatir la inflación y tener rendimientos reales positivos en un contexto de
baja en las tasas de interés.
La situación
económica es adversa, no solo para el Gobierno sino también en las industrias y
la sociedad en sí. Para los inversores, es necesario resaltar la importancia de
hacer rendir los ahorros, re-posicionarse y encontrar nuevos instrumentos de
inversión.
En cuanto a las
empresas, es una oportunidad para reinventarse, mejorar procesos internos y
proponer nuevas ideas de productos en el cual se pueda agregar valor. A nivel
político se requiere prudencia y un plan riguroso e integral.
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