Por Carlos
Burgueño - Los tres grupos que representan a los
principales acreedores de
la Argentina ya comenzaron a trabajar; y, afirman, antes del jueves de esta
semana presentarán una propuesta formal
al Gobierno argentino.
El ministro de Economía la debería recibir, en secreto, para su evaluación (y
seguro rechazo), para luego realizar una nueva oferta que, se supone, será la
última. Y la que, con matices, debería sellar el pacto entre el país y los
acreedores para antes del 22 de mayo cerrar un acuerdo por los casi u$s68.000
millones que negocia el país por títulos públicos emitidos bajo legislación
extranjera. Al menos esta es la línea de acción que siguen los principales
acreedores del país, que aseguran representar a casi el 40% del total de la
deuda en discusión. Y que, en consecuencia, tienen la llave de un acuerdo. O
del default.
Los tres grupos que están trabajando en la propuesta que será presentada
en sociedad en horas son el Grupo Ad Hoc (el más importante) y formado por la
UTE BlackRock, Templeton, Ashmore y Fidelity y que afirman tener casi el 25%
del total de los bonos en negociación; el Comité de Acreedores de Argentina
(ACC) liderados por el fondo Monarch y que asegura concentrar el 15% de la
emisión de pasivos; y el Grupo de titulares de Bonos del Canje, con el 10% de
representatividad y liderados por un estudio de abogados (Quinn Emanuel
Urquhart &Sullivan LLP) ignoto en estas tierras y casi sin bonos bajo su
jurisdicción, pero que demostró gran capacidad de movilización en las redes al
abrir un canal de debate vía Twitter consultado por más de 1.500 usuarios en
los últimos días y que habilitó luego la creación de un sitio web llamado
argentinaexchangebondholders.com.
La clave del éxito de los tres grupos de acreedores fue que durante las
últimas dos semanas lograron mantenerse trabajando coordinadamente y con
posiciones pétreas e irreductibles en contra de la aceptación de la oferta de
Guzmán, lo que determinó que la aceptación final sea casi nula en cuanto a los
acreedores externos. Y que la suma final sólo haya alcanzado un 18,6% (guardada
bajo estrictos silencios) de los privados. Esta negativa perfectamente
coordinada y a prueba de presiones de los más altos rangos mundiales (el Papa,
el FMI y un seleccionado de economistas de amplio prestigio internacional) fue
lo que derivó en que la aceptación fuera tan baja y en la necesidad de
reflexión de Economía para que abriera a nuevo canal de diálogo.
Este se inauguró el domingo y, según las fuentes de los bonistas, se
trata de una vía de comunicación con el Gobierno argentino absolutamente
respetuosa y con promesas conjuntas de “buena fe”. El ámbito negociador está
siendo coordinado por el banco asesor Lazard y el estudio de abogados
contratado por la Argentina Cleary Steen Gottlieb & Hamilton (CGS&H);
y, por ahora, logró que los tratos entre los funcionarios argentinos y los
representantes de los privados haya cambiado de tono, pasando de las críticas y
las desconfianzas a la buena voluntad y profesionalismo. Esto aunque las partes
continúen igual de lejos de un acuerdo que el viernes de la semana pasada.
Por lo que se sabe, hasta anoche la fórmula sobre la que se trabaja
entre los acreedores no tiene tantos misterios. Lo primero que se plantea es la
eliminación de la quita de capital propuesta por Guzmán y que llega al 5,4% del
total adeudado. Se menciona además incluir algún tipo de cupones para mejorar
la oferta de pago directa, una reducción del tiempo de gracia en un año
(comenzar a pagar desde 2022) y capitalizar intereses del período de gracia.
Se buscará además que el Gobierno abandone la idea de un desdoblamiento
de las ofertas entre los bonistas que acepten y los que se queden fuera y las
salvaguardas de protección ante potenciales juicios en el segundo distrito Sur
de Nueva York. La propuesta basada en estos términos será olímpicamente
rechazada por Guzmán; pero, se supone, con mejor diálogo y en términos más
adecuados que la manera en que se trató a la que BlackRock envió en abril de
este año y que la semana pasada, unilateralmente, Guzmán planteó en sociedad.
Lo que esperan los bonistas luego de este rechazo oficial es, como se dijo
antes, que desde Buenos Aires se conozca cuáles son los términos reales en los que
Argentina está dispuesta a debatir un acuerdo final; y de todas las propuestas
cuál es la que seriamente puede flexibilizar Economía.
A grandes rasgos, por ahora las diferencias están en un 45% de
proposición de quita por parte del Gobierno, mientras que la de los acreedores
ronda el 35%. La diferencia es de 10 puntos porcentuales. Si bien no es
costumbre de las altas cumbres de Wall Street usar fórmulas simples, si ambas
partes aceptaran renunciar a un 5% de sus pretensiones, el acuerdo estaría
disponible para la firma en cuestión de días. Dependerá de las negociaciones de
estas mismas horas.
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