Después de un fin
de semana en el que el ministro de Economía mantuvo intenso contacto con
representantes de los comités de bonistas, el Gobierno extendió la vigencia de
la oferta a los bonistas hasta el 22 de mayo inclusive, según adelantó anoche Infobae.
Ahora queda
completar el plazo formal de comunicar a la Securities and Exchange Commision,
el regulador bursátil de EEUU, la novedad. Hay tiempo para hacerlo hasta 9 de
esta mañana y de inmediato comenzará una nueva etapa para alcanzar un acuerdo
con los acreedores que detentan buena parte de los USD 66.000 millones sujetos
a restructuración.
La oferta inicial
diseñada por Economía tuvo un nivel de aceptación bajo. No prorrogar el
plazo equivaldría a entrar en un “default duro” de la deuda, ya que los
umbrales que debía alcanzar la propuesta para poder ser impuesta al conjunto de
los acreedores es del 85% en el caso de los bonos “Par” y “Discount” de los
canjes de 2005 y 2010 y del 75% para los bonos “Globales” emitidos a partir de
2016.
El diseño técnico
de una nueva propuesta no es tarea de un fin de semana, pero están claras las
principales objeciones de los Fondos de Inversión al convite que les hizo
Guzmán y hasta modos de salvarlas.
Los comités de
bonistas organizados tienen ya lista una contraoferta y podrían presentarla
entre martes y miércoles mediante el mecanismo de “reverse inquiry”,
que permite que una contrapropuesta dé lugar a una transacción con alto nivel
de aceptación; esto es, “amigable”.
Un primer elemento
sería capitalizar los “intereses caídos” durante el período de gracia. Los
acreedores consideran que esperar tres años y que además ese plazo no devengue
ningún interés es inaceptable.
La prórroga será
hasta el 22 de mayo, día en que vence el plazo de gracia de 30 días para el
pago de un vencimiento de bonos globales por USD 503 millones que el gobierno
no abonó el 22 de abril.. La nueva fecha puede tomarse como una señal de que el
gobierno no estaría dispuesto a pagar el vencimiento del bono global si no se
asegura una restructuración del canje que evite el default. Esto es, una lógica
de cuidar las reservas.
En este nuevo
período por primera vez los bonistas deberán mostrar de verdad sus cartas.
Los grandes Fondos de Inversión querrían tener la interlocución del propio
presidente Alberto Fernández, que ha decidido de todos modos ratificar que el
negociador es el ministro Guzmán.
“Sustentabilidad”,
“buena fe” y “no pagar con más recesión" son, palabras más o menos, las
voces de orden del gobierno, cuya propuesta inicial quedó seriamente maltrecha.
En 2019, luego de su abrumador triunfo en las elecciones primarias, Alberto
Fernández mencionó la restructuración de deuda uruguaya como un ejemplo
positivo. Aquel arreglo tuvo una aceptación del 98%.
La negociación
La historia de la
fallida “negociación” con los acreedores arrancó en enero, en una visita de
Guzmán a Nueva York: un desayuno en el Consejo de las Américas del que los
representantes de los Fondos se fueron con caras largas luego de escuchar las
constantes alusiones de Guzmán a la “sustentabilidad”, pero vacíos de
precisiones sobre un plan económico a partir del cual empezar el tironeo entre
lo que la Argentina podría y ofrecería pagar y lo que los bonistas pretenderían
cobrar.
Los bonistas no
vieron con buenos ojos que el Gobierno ofrezca no pagar nada durante tres años,
no capitalizar intereses y empezar a pagar un cupón de 0,5%, lo que
significaría pagar nada menos que USD 300 millones hasta el final del mandato
de Alberto Fernández. Sus objetivos de máxima serían acortar el período de
gracia, capitalizar intereses durante ese período y mejorar la tasa de los
cupones o disminuir la quita sobre el capital.
A su vez, algunos
analistas han señalado la inconsistencia de un gobierno que desde que asumió
pagó vencimientos por USD 4.000 millones y al cabo de cinco meses hizo una
oferta equivalente –calculando una tasa de “salida” de 12% para los nuevos
bonos– a 35 centavos por cada dólar de deuda nominal. Y todo para restructurar
una porción de deuda cercana al 20% del PBI.
En la semana que
pasó, Guzmán buscó meter presión con la firma de 138 académicos
internacionales y otra de 174 economistas locales. Hasta un grupo feminista,
Diego Maradona y anoche cerca de mil “trabajadores y trabajadoras de la
Cultura" apoyaron la propuesta del gobierno diseñada por el ministro, que
además había adelantado lo que haría en una reunión en Olivos a la que el
presidente convocó a todos los gobernadores.
En la presentación
de la oferta y en varias declaraciones públicas, además, Guzmán dio a entender
que su propuesta tenía el respaldo del FMI, una afirmación dudosa, ya que si
bien el Fondo dijo en su momento que los acreedores debían hacer una
“contribución apreciable” para que la deuda volviera a ser “sustentable”, lo
hizo en un documento no avalado por su directorio. Además, parece improbable
que, en caso de un default con los acreedores privados, el FMI sea generoso
para renegociar los plazos de pago de la deuda argentina, que en su caso son
USD 44.000 millones.
Ninguno de los
apoyos que movilizó Guzmán parece haber conmovido a los acreedores, que
respondieron con un bajo nivel de aceptación. Los bonistas integran tres
comités: el Grupo Argentina Ad Hoc, liderado por los Fondos de Inversión
BlackRock, Fidelity y Ashmore; el Comité de Acreedores de la Argentina,
encabezado por Greylock Capital; y el Grupo de Bonistas del Canje, integrado
por Monarch, Cyrus, HBK y VR, entre otros fondos de inversión.
En las últimas
semanas, la saga de la restructuración se reflejó en la brecha cambiaria, que
superó el 70%, con el dólar libre en torno de los $120 y el BCRA debiendo
vender USD 900 millones en la segunda mitad de abril para que no se escape el
tipo de cambio oficial. Esos seguirán siendo los termómetros del tiempo de
descuento que empieza hoy.
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