Por Martín
Kanenguiser - Los acreedores
creen que, aunque hubiera una extensión del plazo para el canje de la deuda, la
oferta oficial debería mejorar en forma sustancial para evitar un default.
Molestos por la “ruptura de códigos” del ministro Martin Guzmán al difundir la
propuesta preliminar de Blackrock, los fondos de inversión aseguran que la
distancia entre ambas partes está “muy lejos” de resolverse, ahora, o dentro de
un par de semanas, cuando el Gobierno tenga que decidir si paga tres bonos por
590 millones de dólares.
Además, los bonistas creen
que el respaldo que consiguió hoy el Gobierno de
prestigiosos académicos de los Estados Unidos “no cambia en nada” el curso de
la negociación.
“A menos que alguien nos diga
que Stiglitz tiene un bono, su palabra es irrelevante para el mercado”,
sentenció uno de los ejecutivos.
Los acreedores se sienten hastiados de negociar con Guzmán y creen que la
influencia del representante de la Argentina en el FMI, Sergio Chodos, ha sido muy negativa en
el diseño de la oferta.
El banco Morgan Stanley
indicó en un informe que “con un bajo valor nominal y sin pago de intereses por
tres años, muchos acreedores entenderán que es mejor esperar. Así, si la oferta no mejora, el escenario base
sería que la aceptación será tan baja que o el Gobierno no acepta la oferta o
solo un muy bajo monto es aceptado”.
Sin
embargo, “hay formas de colocar la oferta arriba de 45 dólares con una tasa de
salida del 12 por ciento”.
Alberto Bernal de XP Securities dijo que “el Gobierno debe
incrementar el cupón, ofrecer el bono ligado al PBI y capitalizar los primeros
tres años del flujo. Todo eso coloca la oferta en un valor de 53 dólares de
valor nominal
El ejecutivo de un fondo
indicó que "como mínimo, los cupones deben subir el 1 por
ciento con un reconocimiento de los intereses caídos. Esto incrementaría el
valor de la oferta de 33 a 40 dólares. Si los cupones aumentan otro 0,5 por
ciento y los intereses caídos se pagan hasta el cierre de la oferta en
noviembre, el valor pasará a 45 dólares”, explicó.
“Dicha combinación sería más
favorable a los bonistas sin alejarse demasiado de los lineamientos sugeridos
por el FMI. En particular, los ahorros totales serían de USD 48.000 millones
entre 2020 y 2030 y los pagos de deuda en dólares no excederían el 3% del PBI
entre 2025-2030”, aclaró.
Otra alternativa es reducir
la quita de capital e interés o la extensión de los bonos más largos, indicó.
Por esta razón, el ejecutivo de un fondo dijo que “a esta altura anunciar una
extensión es para no reconocer la bajísima aceptación que tuvo la oferta
inicial”.
“Mientras no estén dispuestos a negociar
seriamente y llegar a algo medianamente razonable, se pueden extender los
plazos todo lo que quieran, pero el resultado va a ser el mismo”, advirtió.
Lo que debería ofrecer Economía, explicó es “un combo; en
términos de valor presente el precio de reserva de la mayoría de los bonistas
está muy lejos de 35 de la oferta del gobierno. Pero, además, no tiene sentido
esperar más de 3 años para cobrar un cupón ínfimo”.
“No sé quién calculó que la oferta está a 8
puntos; está a 20 o 25 puntos asumiendo una tasa de salida razonable, del 12%”,
aclaró.
Sobre el impacto del mensaje
de 130 académicos que hoy puso de buen humor al Gobierno y a sus seguidores,
dijo: “No sé cuántos bonos tendrán Stiglitz, Sachs
o Piketty, pero para el resto de los bonistas la oferta no tiene sentido”.
Para el ejecutivo, el
ministro está demostrando ser “un pasante sin experiencia manejándose como si
estuviera en un centro de estudiantes”.
“Lamentablemente él y su mentor Stiglitz están
utilizando a la Argentina como su ratón de laboratorio para seguir su cruzada
contra el sistema financiero y la globalización. El costo lo
pagará toda la sociedad argentina. Un default va a resultar en costos enormes
para la población”, advirtió.
Con
un default, agregó, “se viene un combo de default, recesión e hiperinflación
muy complicado”.
El ejecutivo de otro fondo
sostuvo que “si se sentaran a negociar, pueden llegar a algo tipo la propuesta
de Blackrock, en la estructura de los cupones, quizás con alguna rebaja en el
total del cupón, y con algo de haircut parecido
al que el Gobierno pidió”.
“Pero creo que el escenario
más probable es que cuando se decidan a cambiar la estrategia, en términos de
conversar normalmente, ya va a ser tarde como para llegar a algo que evite el
default. Por ende, o pagan el 22 de mayo para seguir negociando en serio, o hay
default casi seguro”, aclaró.
“Mi sensación es que, con una negociación
bien hecha, discutiendo en serio, en el mundo de hoy, se puede llegar a algo
razonable. Pero no lo veo ocurriendo”, aclaró.
“Las dos personas que veo a
cargo de la negociación, Guzmán y Chodos, son justamente el obstáculo a que
esto ocurra”, indicó.
Sobre
el artículo de los reconocidos economistas, afirmó que “para el mercado no
significa nada y a un juez en Nueva York lo único que le importará no es una
solicitada, sino si el país está cumpliendo con el contrato del bono y con la
ley”.
Y si llegaran los litigios,
“el Gobierno no creo que se haya dado cuenta que le espera un intento de captar
los flujos de algunas de sus empresas públicas que comercian en el exterior,
dado que el presidente Fernández autodeclaró que la controla”.
“El problema acá es muy
simple: pusiste en el equipo negociador a quien estuvo en el equipo del
2003-2005, y cree que ese ejercicio fue un éxito, cuando fue un rotundo
fracaso. Nunca hubo una reestructuración con tan poca participación, y que al
país le haya costado tanta plata para conseguir nada a cambio, por 10 años sin
acceso a los mercados”, expresó.
El otro problema, más de
fondo, es que “en la Argentina no hay ninguna discusión de cuál es el objetivo
de la reestructuración. ¿Es devolverle sustentabilidad temporal, con la
reducción más grande posible que te devuelva acceso a los mercados lo más
rápido posible?”.
“El ejercicio 2003-2005 en
ese sentido fue un fracaso total. Y el mismo negociador cree hoy que va a
cambiar el mundo”, se quejó el ejecutivo.
Desde un banco internacional,
un analista agregó que “el 8 se cerrará una etapa con un resultado pobre y se
abre un interrogante sobre cómo continuarlo y tal vez con quien”. Allí comienzan las dudas sobre la
continuidad del equipo económico.
Esto dependerá también,
agregó, de la postura del FMI. “Parecía que el FMI iba a apoyar la
renegociación; pero se quedó mudo. Y la directora gerente, Kristalina Georgieva, desapareció.
Parece que el board en general o Estados Unidos no están muy convencidos.
Alguien del Tesoro debería aconsejarlos antes que se metan en algo que luego lo
sepan resolver, o peor, que se involucre Cristina Kirchner”.
“Este cuadro complica mucho al sector privado,
le encarece el crédito, puede generar otros incumplimientos. El rebote post
Covid sería aún más amarrete y Alberto Fernández creo que políticamente
retrocederá. Le va a quedar poco porque la gente se olvidará de la cuarentena”,
opinó.
En este sentido el ex
representante argentino ante el FMI, Héctor Torres, dijo que “si el Gobierno va a un default, el Fondo no
podría decir que la deuda argentina es sustentable y, por lo tanto, se
complicaría un nuevo acuerdo. Una deuda en default no es
sustentable, por definición”.
Por su parte, el analista
financiero Diego Sacerdote expresó
que “la propuesta del Gobierno vale 32 dólares promedio, usando una tasa de
descuento del 12%. Y la primera propuesta de BlackRock, que Guzmán hizo
pública, tenía un valor cercano a los 70 dólares”.
“Para pensar en un acuerdo,
ambos deberían ceder y buscar un punto de encuentro en una zona intermedia,
cercana a los 50 dólares”, opinó.
“Hay espacio para que los
fondos presenten una contrapropuesta que tenga ese valor, siempre respetando
los lineamientos básicos de la propuesta de Guzmán, como así también las
condiciones pedidas por el FMI para poder considerar a la deuda argentina como
sustentable”, concluyó.
Sin embargo, un trader aclaró
desde Nueva York que “el lenguaje que se usa sobre la Argentina en estos días
es de un default casi inevitable”.
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