Por Rubén Rabanal
- El informe diario que se conoció anoche sobre contagios y fallecidos por el
Covid-19 no llegó en el mejor momento: 188 nuevos casos y 9 fallecidos. La
Ciudad de Buenos Aires, donde Horario Rodríguez Larreta se debate entre
presiones (tanto como Axel Kicillof en el conurbano) se llevó la peor parte:
102 casos nuevos. En este momento el Gobierno necesitaba otro número,
aunque todo indica que la curva de contagios está controlada, que ayudará a
tomar una decisión de reaperturas parciales que ya parece inevitable. En
el equilibrio de costos políticos las muertes (aunque esto suene irrespetuoso
para quienes sufrieron pérdida por estos meses) empezaron a quedar rezagadas en
su impacto detrás de las quiebras y el hambre.
Fue el final de un
día en el que Alberto Fernández tuvo novedades de casi todos los frentes. El
Gobierno por primera vez obtuvo cierto aval del comité de expertos que lo
asesora en el tema del coronavirus para
entrar en una etapa de apertura, muy controlada y con chances de marcha atrás
en cualquier momento, pero apertura al fin.
Se considera
que el país ganó tiempo y de ahora en más comenzará a conocerse una maraña
de protocolos que regirán cada una de las actividades de nuestra vida diaria para
poder comenzarlas minimizando riesgo de contactos. Serán tediosos e
insoportables en algunos casos, pero es la medicina amarga que aceptan y
proponen las empresas que desesperadamente le piden al Gobierno una apertura
antes de ir a la quiebra. Un dato pone en evidencia la situación: la
Justicia debe volver a funcionar, es decir, salir de la feria sanitaria en la
que está, pero nada indica que ello vaya a suceder en lo inmediato. Cuando lo
haga, es posible que reciba una catarata de pedidos de concurso y quiebras;
todos saben que hay empresas chicas que quizás no vuelvan a la vida tras
esta cuarentena,
simplemente porque no sobrevivieron.
Esa etapa
progresiva de la que habla el Gobierno se viene armando con un bordado cuidadoso
municipio por municipio y región por región. La decisión de la apertura en las
provincias ya la tienen los gobernadores desde hace un tiempo; el tema es que
se organiza con Larreta y Kicillof para el AMBA.
En este tren, la
carrera entre el Covid-19 y la economía ayer pareció empezar a darle ventaja
por algún cuerpo a esta última en materia de peligro social.
El resumen sería:
todos en el Gobierno están de acuerdo en que se viene una etapa de reapertura
progresiva que permita retomar el trabajo y actividades locales. El tema es
cómo y dónde, pero la definición que eso es inevitable ya está.
Es claro que los
adultos mayores no entrarán en flexibilización alguna y que habrá actividades
que no volverán por mucho tiempo, como sentarse a cenar a una mesa, entrar a un
cine o ver un partido de fútbol. El resto está todo por verse en las dos
semanas que vienen. Y la razón, se insiste, es siempre la misma: el daño que
produce la cuarentena en la economía ya es incontrolable y aunque a algunos
adoradores de Keynes opinen lo contrario, no hay forma ni recursos para que la
mano del Estado evite eso.
El documento que
emitió ayer la central empresarial AEA completó el cuadro y hasta
enojó al Presidente. Mientras en una pantalla se veía cómo las acciones de
Mercado Libre habían trepado 20% en un día por su facturación récord de
u$s652,1 millones entre enero y marzo, justo antes de comenzar el impacto
fuerte de la pandemia en Latinoamérica, los empresarios le decían al Presidente
que era imprescindible la ayuda a quienes “hacen posible la producción, el
empleo y generan exportaciones”.
“Para que las
empresas puedan cumplir plenamente su papel decisivo en el proceso de
recuperación económica, es fundamental evitar la ruptura en la cadena de pagos
interna así como la cesación de pagos externa o default”.
Y hay un párrafo
que parece una despedida al aislamiento, casi un “ya está”: “Desde la
ciudadanía y el Gobierno de nuestro país hemos hecho un esfuerzo muy importante
y exitoso para contener la propagación del coronavirus; este logro tiene que
consolidarse y para ello deben alentarse acciones que posibiliten una vuelta
ordenada al trabajo y la producción”. La reacción de Alberto F. fue de bronca
controlada, hasta acusó a los que apuran una reapertura ya. El fin de semana
habrá sentencia sobre esto, pero la economía, más allá de las declaraciones,
estará en la puerta de Olivos esperando noticias más que nunca.
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