Por Carlos Burgueño. BlackRock, Pimco,Fidelity, Ashmore y
otros fondos de inversión involucrados en la negociación para que el país no
caiga en default, recibieron una respuesta directa de un interlocutor
internacional (validado oficialmente por el gobierno argentino): la decisión
final sobre la postergación de la fecha de mañana (8-5), la aceptación o
rechazo de la oferta que harán luego de esa eventual decisión y, finalmente, la
presentación de una contraoferta que acerque seriamente a las partes, son
decisiones todas que tomará Alberto Fernández. Y que, Martín Guzmán y Economía,
transmitirán. Y que, por los demás, el ministro sigue siendo el único que puede
actuar de interlocutor directo entre los fondos, el banco Lazard (agente
asesor) y el estudio de abogados Cleary Gottlieb Steen & Hamilton
(CGS&H); las tres patas de una negociación que desde el martes está más
activa que nunca. Aparentemente, y más allá de que las partes aún estén lejos
de un acuerdo final (aunque las diferencias financieras naveguen entre el 5 y
el 10%), en estos tiempos sí se cree que las discusiones son “de buena fe”.
Hubo
un gesto de parte de los bonistas que cayó bien el lunes tanto en Economía como
al Presidente. Los fondos de inversión pusieron énfasis en que Alberto
Fernández sepa que no son fondos buitre ni se comportarán como tales. Y
que la intención verdadera es la de llegar a un acuerdo con el gobierno
argentino, y no tener que pensar en recurrir a contratar abogados para litigar
ante los tribunales del Segundo Distrito Sur de Nueva York. Y mucho menos,
comenzar a hacer megaventas de bonos de deuda argentina en vías de
default a menos del 30% de su valor de mercado. Se le aseguró al gobierno
argentino, que la única ventaja de esta última operación, sería la de hacerse
efectivo (algo importante en tiempos internacionales de coronavirus); pero que
financieramente sería ruinosa ante los verdaderos dueños del dinero: los
clientes de los fondos a los que se les debe explicar por qué perderán tantos
dólares apostando por la Argentina.
Se
habló entre los interlocutores de una cuestión algo menor, pero que preocupaba
al nexo internacional. ¿BlackRock está enojado con Guzmán, luego de haberse
difundido una oferta confidencial que se le hizo llegar al ministerio de
Economía en los tiempos preliminares de las negociaciones y que el fondo de
inversión dejó en claro antes del 22 de abril que esa idea ya quedaba obsoleta
por la pandemia? La respuesta fue curiosa. “Para nada. Estamos hablando de
dinero. Y no es de profesional mantener rencillas personales que hagan perder
el foco. Acá se trata de negociar y de perder lo menos posible. Todo lo demás,
es descartable”.
Por
lo demás, aseguraba el representante del poderoso fondo que retomó las
negociaciones, “ya sabemos cómo negocia Guzmán”. BlackRock habla de un error
del ministro el haber difundido una propuesta confidencial. Pero también
reconoce que en la última conversación directa entre ambas partes, hubo algún
comentario de parte de los enviados del fondo que no fueron felices.
Especialmente algunos que mencionaban la alternativa de volver a discutir
una reestructuración de deuda con el eventual
sucesor de Alberto Fernández en la Presidencia; descartando el fondo de
inversiones que este sería de un signo político más “friendly” que el actual.
Esta alternativa no sólo forma parte de la ficción, sino que además es
impensable que haya una nueva reestructuración de deuda para después del 2023.
Para esa época, sin acuerdo en esta negociación, lo que habría es una batalla
campal en los tribunales de Nueva York.
Condiciones
Sobre
la propuesta que están elaborando los fondos de inversión, ayer hubo dos
novedades que fueron transmitidas a Economía: 1) la evaluación de un
pago extra sobre el crecimiento argentino desde 2023 (estilo cupón PBI o
similar) y 2) dejar de lado la quita de capital de 5,4%. Esto se suma al
resto de la propuesta en diseño desde los privados, y que incluye el cobro de
los intereses corridos, especialmente en el Global por u$s503 millones cuyo
tiempo de pago está corriendo desde el 22 de abril; el reconocimiento de
intereses hasta la primera cancelación comprometido del 2023, aunque la
liquidación se concrete desde el 2024; y un primer pago simbólico de cupón en
2022 o a comienzos de 2023. Y, desde lo legal, agregar una cláusula RUFO desde
los vencimientos de 2047. Esto sumado al reclamo por el desdoblamiento de
aceptaciones, apartando del conflicto futuro a aquellos papeles en los que haya
masa crítica para un acuerdo. Dentro del Gobierno se evaluaba ayer la mejor
manera legal de postergar la fecha límite del 8 de mayo para cerrar toda la negociación.
Según los consejos de CGS&H, simplemente se le debería comunicar a la
Security and Exchange Commission (SEC) que la oferta no se retira y que
se mantiene activa la propuesta al continuar las negociaciones. La decisión
final la tomará hoy Alberto Fernandez.
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