Por Pablo Tigani - ¿Por qué habrá quienes defienden
los intereses de los acreedores como si fueran Paul Singer? - No me imagino un
equipo donde los hinchas pidan “penal” contra su equipo. Los simpatizantes del
club tienden a creer que el penal que dio el árbitro en contra fue injusto.
El
deudor no lo puede decir. Cualquiera que haya reestructurado una deuda supone
estar importunado por no poder llegar a tiempo o aparenta deshacerse en
esfuerzos para cumplir con lo que le conviene al acreedor. Pero la verdad
es que no hay ningún apuro para cerrar negociaciones por la reestructuración de
la deuda externa. Si nadie nos presta desde enero de 2018 y aceptando
todas las condiciones en contra tampoco nos va a prestar por mucho tiempo.
Volvimos a los mercados 7 años después de lograr el 93% de adherentes a la
reestructuración de la deuda en default de 2001 y 11 años tardamos desde el 75%
inicial.
Nadie
está diciendo: ¡que le vayan a cobrar a Macri y Prat Gay!, pero deberían haber
tomado los recaudos pertinentes antes de dar crédito a troche y moche. - ¿A que
tanto apuro? -
No hay
que deducir que se termina el mundo porque lo dice un panelista. Lo cierto
es que no se va a aceptar cualquier cosa para luego no cumplir con los
compromisos asumidos. Eso ya lo hicieron los jaraneros antepuestos.
La
actual no es una instancia decisiva de la negociación, aunque lo espoleen los
operadores “sobres salientes”. El negociador que gana destruyendo al otro no es
el mejor. El mejor es el que saca ventajas del oponente sin librar ninguna
batalla. Por el momento estamos en la parte de toma de posiciones para ver
quien está en mejor estado para negociar. El paso siguiente es la misión
táctica que se realiza por distintos andurriales para explorar una salida
diplomática. Luego llega la fuerza pero aun como amenaza. El acreedor no va a
embestir al deudor antes de que fracasen los pasos anteriores. Miremos a China,
pudo atacar en 2008 vendiendo bonos y reservas, pero esperaron el momento más
vulnerable de EE.UU. y puede ser este, y aun así todo permanece en “amenaza”.
Los
fondos buitres no sacaron la lotería Prat Gay porque eran valientes y
agresivos. Lo que hicieron fue no cometer errores. Todas sus estrategias
anunciaban la gloria. Golpearon desde lo más alto cuando la vulnerabilidad de
la Argentina era extrema. Había llegado Macri
con Prat Gay, Caputo y Sturzenegger. Apostaron a esa instancia porque sabían
que así ganarían lo máximo con toda seguridad. No perder depende de uno mismo,
ganar depende de los actos del otro. No es este el caso, ni el momento.
Tanto
el rechazo de los acreedores como la supuesta decepción del Gobierno constituyen
lo que se denomina vulgarmente “acting”. Son dos caras de una misma moneda
-el inicio-. Eso sí, los acreedores están mucho más interesados en llegar a un
acuerdo que el Gobierno argentino. La mejor aplicación de la fuerza del
acreedor es la conquista sin batalla, destruir al deudor es la peor. Si
destrozan todo, la rapiña puede ser menor.
Las
fuentes directas de Wall Street se mostraron más que preocupadas por cerrar un
trato rápido ayer por la tarde, aunque es lógico que no lo digan públicamente
y, no hablan con reporteros en los pasillos. Tampoco se lo dicen a los medios,
pero piensan que la oferta no es descabellada y seria una torpeza empujar
al default a un país que ya estaba en default desde el mes de agosto de
2019. Los “sobres salientes” informadores y economistas que jamás hicieron
una reestructuración de deuda, teorizan como si supieran al dedillo. Los que
nos informaron que el “dead line” del Gobierno para alcanzar un acuerdo era el
31 de marzo o que no nos iban a esperar por mucho tiempo. Ya se equivocaron o
ya nos corrieron.
Como
explicamos desde esta columna, Argentina tiene diferentes escenarios de
simulaciones (What if?). También están previstos escenarios de “no acuerdo”,
nada mas retomar el default que declaró Macri-Lacunza”, pero con el antecedente
de haber intentado conciliar y pagando con reservas.
La
necesidad de un entendimiento urgente no es clave para Argentina. Si se diera
la aceptación de la oferta será adecuado, pero sino ¿Qué cambiaria? – ¿Vendrían
los bancos y los fondos de inversión a prestarnos al 8% como a Prat Gay y
Caputo?
Alberto
Fernandez no quiere resolver los problemas de la deuda Argentina con más
endeudamiento. - ¿Cuál es la parte que no entendieron? – Porque lo repitió
muchas veces. Con acuerdo o sin acuerdo no vamos a pagar nada por tres años o
más.
Argentina
está mejor que en 2001 -para negociar-, cuando se tomó 4 años para llegar
a un acuerdo inicial- que en total llevó 9 años. Además el FMI está a
favor. El tropel de enviados ayudando para sacar un “endulzante” es tan
evidente que no resiste análisis. No sería sospechoso si no se supiera que hay
tenedores de títulos de deuda, residentes argentinos. Es como si uno le debiera
plata a su hermana y ella estuviera dispuesta a rematar la casa de sus padres
donde vive el hermano que debe.
La
CGT coherentemente y la Unión Industrial Argentina decepcionada de su
error -respaldar a Macri- apoyan la oferta argentina. Las empresas
individualmente también porque hace un año y medio que viven en recesión y
desde 2019 valen ¼ de lo que costaban antes que llegue la furia amarilla.
Si no
acordamos no puede pasar nada peor. El desastre que le dejaron al Gobierno y lo
que se viene después de la cuarentena es inevitable. Después de Macri y el
Covid-19 ¿Qué más le puede pasar al país? - ¿Para qué queremos ser creíbles como
Macri? - Al contrario. Sería bueno que por virtud o por desconfianza las
grandes empresas perdieran el crédito que las incentiva a timbear, endeudando y
fugando. Tomaron cualquier cantidad de deuda en dólares para hacer “curro
trade”, mientras ganaron, fugaron. Los capitales fueron a paraísos fiscales y
la deuda quedó en los balances argentinos. Si el “curro trade” se termina con
una nueva Ley de Entidades Financieras estupendo, pero si no hay reforma
financiera que se termine porque no puedan hacer mas negocios saqueando al
país.
El
Gobierno hizo una oferta y calculó la quita de deuda necesaria tomando en
cuenta lo que el país podría pagar, logró apoyo del FMI e implícitamente
del Tesoro de los EE.UU. en la relación con los acreedores
privados. Aplicó la teoría según la cual cuando un enemigo es poderoso, la
clave es evitar que pueda coordinar sus acciones. De ahora en más, debería
hacer la plancha. A esta táctica (proponer y hacer la plancha) se suma el
cambio de condiciones financieras internacionales, altamente favorable para
esperar. Las tasas están en el subsuelo, los Bancos Centrales pagan para que
les tomen dinero y la Argentina solo pide que le rebajen los intereses que
convalidó Macri. Cambiemos coloco deuda 3 veces más caro que Evo Morales. Para
convalidar las tasas de los títulos macricaputescos, el próximo gobierno
debería dirigirlo un alumno de Idi Amín.
El
gobierno terminará situando a los acreedores ante la decisión de aceptar el
canje o ir a un final abierto. Hoy los beneficios de aceptar la propuesta
son superiores a las potenciales desventajas de no hacerlo. Si aceptan los
bonos nuevos van a cotizar más de 30 centavos inmediatamente pero si la crisis
se profundiza tal vez no valgan ni 10 centavos. En otras palabras, lo que
tienen los acreedores hoy, es sustancialmente peor que aceptar el
canje. Por otra parte debido a la baja mundial de las tasas de interés,
ajustar y promediar lo cobrado más el “curro trade” que hicieron, cierra
perfecto. Si hay acuerdo con los acreedores el FMI podrá conceptuar la posición
externa de la Argentina bajo ese acuerdo. Su capacidad de comprender los plazos
necesarios se flexibilizará.
Riesgo
político
El
riesgo político sigue siendo bajo porque Alberto Fernández es un
presidente altamente moderado y predecible. Los ortodoxos se quedaron sin
libreto. Los heterodoxos del mundo lo aplauden de pie, y su propia coalición y
la sociedad lo miran con mucho respeto. Hoy AF no tiene una oposición real y
crece cada dia en las encuestas. La gestión de la cuarentena es mucho mejor de
lo esperado y por eso se pretende instalar que “se enamoró de la cuarentena”.
Descabellado.
Resolvió
rápido los problemas mas acuciantes y mantiene unido el Frente Para Todos,
diluyó todos los conflictos innecesarios que quiere extender “La Grieta
S.A.”. Los que viven de la grieta han quedado tan expuestos que lucen
delirantes. Solo el odio del antiperonismo visceral los apoya. Fernández
mantiene la paz con el campo, con los gremios, los movimientos sociales;
mientras sufre los ataques de los medios inconmovible, a pesar de los problemas
que existen. Nadie se imagina al mejor equipo de lós últimos 54 años en
comando en un momento como este.
Los
economistas fracasados ya no tienen argumentos, la gente desprecia la crueldad
con que tratan los temas que involucran la salud de la ciudadania. Alberto es
un Presidente decisionista, pero que dialoga y luce confiado en cada
exposicion. Las instituciones y las províncias, entran en un esquema de
piramide achatada que el controla, “sin disciplinar”. Es muy difícil
pegarle. Sus ideas están asociadas a la coalición pero con una vision
abierta. Reconoce el mercado, pero no se somete en forma vergonzosa como
otras administraciones.
La
globalización ya no impone límites y tanto el Presidente como Martín
Guzmán lo tienen clarísimo. La Argentina de Mauricio se desvanece, Macri
cada vez importa menos, casi no existe. Las instituciones funcionan a pleno. No
existen superpoderes presidenciales, la Corte hace o “no hace” lo que se le da
la gana, cada vez luce más extravagante y pierde más prestigio, pero el
Ejecutivo no interfiere. El Congreso quiere trabajar. La oposición se
desmoronó y da manotazos de ahogado, el justicialismo puro y duro no critica al
presidente. Solo el general que es flexible y que sabe adaptar su estratégia
a las circunstancias variables puede mandar a las tropas victoriosas (Sun Tzu)
Profesor
de Postgrado la UBA y de Maestrías en universidades privadas. Presidente
de www.hacer.com.ar . Máster en Política Económica Internacional,
Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. hacer@hacer.com.ar
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