Por Carlos
Burgueño - El Gobierno le dio la autorización a Lazard, el banco de
inversiones contratado por el país para ejercer como asesor en la megaoperación
de deuda externa,
para que se contacte con al menos parte de los acreedores de deuda
argentina emitida bajo jurisdicción internacional; y que reciba la propuesta
que estos tengan consensuada. La entidad privada aceptó el convite (en
realidad lo había propuesto hace dos semanas), y ya comenzó ayer por la tarde a
tender puentes con los fondos de inversión más importantes; incluso alguno de
los que ayer mantuvieron atisbos de tormenta con el Ministerio de Economía que
dirige Martín Guzmán.
Mientras se espera
que hoy la comunicación se concrete, Alberto Fernández se tomará las
próximas horas para decidir personalmente si acepta que la banca Cleary
Gottlieb Steen & Hamilton (CGS&H) presente formalmente antes del
viernes, el pedido de extensión del cierre de aceptación o rechazo de la propuesta
argentina, para abrir un período de negociaciones con los acreedores. Todo
dependerá del clima que se consiga en las próximas 48 horas,y si lo que desde
el costado privado se envíe resulta una propuesta razonable para abrir la
discusión, cumpliendo con la premisa con la que el Ministerio de Economía
terminó ayer el comunicado publicado por la tarde donde se afirmando que
“cualquier propuesta debe pasar por el sentido común” (ver pág. 2).
Hubo un dato que
llevó al Ministerio de Economía a aceptar que había llegado del momento de dar
el primer paso en el “poker de mentirosos”, y dar una señal de flexibilidad y
aceptación del momento de escuchar una contrapropuesta. Según la
información que manejaba la cartera de Martín Guzmán, la aceptación de la
propuesta de canje de los bonos emitidos para la reestructuración de 2005 (bajo
el Gobierno de Néstor Kirchner), y los lanzados en la era Mauricio Macri con
vencimiento después de 2030, amenazaban con tener un rechazo superior al 50%,
incluso por encima del 60%. La misma información mostraba que sólo los
bonos con vencimiento en 2026, hubieran tenido un nivel de aval cercano al 50%.
Si estos números se confirmaban el próximo lunes 11 de mayo el resultado de la
propuesta elaborada por Guzmán habría tenido un rechazo difícil de explicar y
un clima de desilusión generalizada. Para peor, en tiempos de coronavirus.
Llegó así ayer el tiempo del primer guiño a los acreedores y el cambio de
posición de Guzmán; quien, sin mostrar un sólo gesto diplomático, habló de
desilusión y del momento de escuchar una contrapropuesta.
Desde los privados,
obviamente, se aceptará el convite y se terminará de elaborar una
contrapropuesta que, seguramente, será rechazada desde el Gobierno. Sin
embargo, será el primer paso para abrir una discusión que, inevitablemente,
llevará el debate cruzado hasta muy cerca del 22 de mayo, fecha en la que la
Argentina caería en un default real por haberse cumplido los 30 días de gracia
sin pagar los tres vencimientos del Bono Global por u$s503 millones. Luego del
pedido de prórroga del 8 de mayo, esa será la nueva frontera de negociaciones.
Para los dos grupos en pugna, el tiempo alcanza.
Por lo que se sabe, la
sustancia de lo que pedirán los privados se basará en un pago simbólico este
año o en 2021 y una relación sobre valuación del mercado de los bonos por
encima del 40% (hoy navegando entre el 35% y el 40%). También pedirán líneas
generales sobre el plan económico y fiscal del país para que la presentación
sea más sólida y algo novedoso: que la estrategia de acuerdos parciales que se
desprende de la oferta presentada por Guzmán no se tenga en cuenta y que se
vuelva al criterio de los acuerdos generales del 75% general. Afirman los bonistas que pensar
en este “crossover” que CGS&H a la Security and Exchange Commission (SEC),
rompe el espíritu original de la propuesta y además tiene poca factibilidad en
la práctica ya que, aseguran, los grandes fondos de inversión actúan
coordinadamente en esta negociación y tienen papeles en todas las opciones a
negociar. O, explicado de otra manera, afirman que tienen poder de bloqueo para
cualquiera de las opciones si estas se negocian de manera diferenciada. Este es
uno de los puntos que Guzmán buscará desmantelar en el próximo tiempo de
negociaciones.
Es ahora el tiempo
que Lazard justifique su contratación y logre poner en la misma mesa virtual de
negociaciones a la Argentina y a los bonistas. Es una tarea para la que
tiene mucho expertice, tanto mundial como con el país. Lazard es un viejo
conocido del país. Especialmente en tiempos de crisis. Concentrado en las áreas
de finanzas corporativas, gestión de carteras y otros servicios financieros,
principalmente con clientes institucionales, se lo considera como el banco de
inversión independiente más grande del mundo, con oficinas ejecutivas en New
York, París y Londres. Fue fundado en 1848, opera en 43 ciudades y provee
asesoría en fusiones y adquisiciones, asuntos estratégicos, reestructuraciones
y estructura de capital, finanzas corporativas; además de gestión de carteras
para empresas, inversores institucionales, gobiernos e individuos. En el
proceso de default argentino de 2005 fue convocado por el entonces ministro de
Economía, Roberto Lavagna, y encabezó el proceso de asesoramiento con Matthieu
Pigasse como principal ejecutivo. En los últimos años trabajo en las
reestructuraciones de deuda de Irak, Ecuador, Chipre y Grecia.
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