Por Gabriel Morini - La AFIP dispuso
levantar la feria fiscal para avanzar en la investigación respecto a los
titulares de las 950 cuentas no declaradas de argentinos, aportadas por
la OCDE.
La medida implica que se iniciará el proceso de fiscalización sobre quienes
tengan u$s 1 millón o más y que podrían totalizar en conjunto más de u$s 2600
millones, hasta ahora en paraísos fiscales. “Los procedimientos de
fiscalización que se realizan en función de la información proporcionada por la
OCDE resultan de trascendencia institucional y comprometen el interés fiscal en
el marco del actual contexto de emergencia”, indicó la Resolución General
publicada ayer en el Boletín Oficial. Eso significa que la AFIP mantendrá la
feria pero excluirá esta investigación en particular por su relevancia. Según
pudo saber Ámbito Financiero, ahora se está avanzando en la notificación de
todos quienes figuren como titulares. Pero hay un dato adicional: hay miles de
cuentas más que fueron alertadas por la OCDE con montos inferiores al millón de
dólares que ingresarán en una segunda etapa de análisis.
Lo que hasta ahora
nadie profundizó es por qué esa información -recibida en 2017- recién dos años
después comienza a ser procesada, luego de una maniobra que apuntó a evitar que
esos datos fueran
desencriptados a favor del fisco. Pero sobre todo cuáles fueron los pasos que
podrían configurar un delito y por los cuales Alberto Abad y Leandro Cuccioli,
los extitulares de la AFIP durante el gobierno de Mauricio Macri, aparecen como
los máximos responsables en el ocultamiento de esos registros que llegaron originalmente
en diciembre de 2017 a la Unidad de Fiscalidad Internacional que, en ese
momento con cinco personas en su equipo, recibió los datos desde la
OCDE. Ellos fueron el nexo con el organismo recaudador local respecto a
contribuyentes que no tributan en Argentina. Pero en el camino, hubo un intento
de Con el avance de las negociaciones
entre los países para intercambio de información sensible vía la OCDE, se creó
el CRS (Common Reporting Standard), una estructura para la confección de
reportes estándar a nivel mundial. Este estándar estaba soportado por una
plataforma para compartir archivos que contienen información financiera de
extranjeros en cada país en un “hub” ubicado en Panamá. El CTS (Common
Transmission System) permitía que cada país presente información de cuentas
bancarias e información financiera, identificando a sus dueños u operadores
(personas físicas y jurídicas) de los no residentes. Así lo hicieron para
Argentina por el período fiscal de 2016 y 2017. El objetivo debía ser cruzarlos
con la base del blanqueo de capitales.
Maniobra
A fines de 2017,
con Abad al frente, la AFIP había terminado de desarrollar el software eMIAI
(Electrónico Módulo de Intercambio Automático de Información, según sus
siglas). Es el sistema que permitía –con los datos proporcionados por otros
organismos fiscales y centralizados por la OCDE- acceder a la identificación de
los contribuyentes detectados en diversos países, en un procedimiento que se
denomina “cuitificación”. Los datos llegaban solamente con los nombres de
personas físicas y jurídicas a los que se debía ubicar en la base local, un
trámite que no siempre era sencillo y culminaba siendo manual. Pero el problema
fue que a fines de 2017, para “bajar” esa información con fuertes parámetros de
seguridad se requería dar un “acknowledgement” dentro de los tres días. Ese
paso no podía darse porque se adeudaba un pago de cerca de u$s 50 mil en
concepto de membresía y soporte a la OCDE, imprescindible para avanzar en el
“acuse de recibo” por la información.
Borrado
Finalmente, en
enero de 2018 comenzó a abrirse el archivo en formato .XML para lo que se
denomina internamente “apropiación” y comenzar a cruzar los datos de quienes no
habían declarado los bienes en el exterior, una tarea supuestamente urgente.
Hubo discusiones técnicas entre Fiscalidad Internacional, Auditoria y Sistemas,
donde se trazó un esquema complejo para garantizar la seguridad de los datos, y
se implementó un plan de auditoría muy fuerte sobre el sistema. Pero el 5 de
enero de 2018 y en pleno ajuste del software eMIAI, el área de Sistemas –con
Sandra Rouget a cargo- por orden del subdirector de Auditoría Néstor Sosa (que
había quedado a cargo de Sistemas luego de que hubiese filtraciones del
blanqueo) decidió borrar el “usuario” que había procesado todos los datos, y
dejar solo resguardados los archivos sin procesar (es decir los que no tenían
identificación positiva).
Dos días antes,
Abad, Sosa y el subdirector general de Fiscalización Marcelo Costa –de quien
dependía Fiscalidad Internacional- convocaron al personal del área con la orden
de que trajeran impreso un reporte con los listados de nombres procesados hasta
el momento por el sistema, una instrucción inusual. Abad lo recibió en mano.
A mediados de enero
de 2018, se reconstruyó el usuario dado de baja pero el software había sido
modificado por orden de Auditoría: por supuestas normas de seguridad ya no era
posible visualizar los “nombres” en el sistema, sino que corrían sin que ningún
agente accediera a ellos. Desde entonces, no se conoce otra acción tomada por
la AFIP respecto a los reportes de la OCDE, tampoco luego de que un mes después
desembarcara Cuccioli en reemplazo de Abad.
Con estos datos, el
frente judicial de Abad puede empeorar, algo que preocupa al exfuncionario que
ha reconocido ante personas cercanas que lamenta haberse ido de la función
pública “perdiendo y sin revancha”.
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