Por Carlos
Burgueño - Los números son escalofriantes: de u$s2.000 a 14.000
millones de dólares. El bono Centenario
y su participación en el canje de deuda planteado por
Martín Guzmán, sigue dando dolores de cabeza. Por lo que se sabe, será el
titulo público emitido durante el gobierno de Mauricio Macri que más reducción
de tiempo tendrá entre el final del diseño se su plan de pago de intereses y
rescate final (culminaba en 2117), y la propuesta del ministerio de Economía.
Si finalmente hubiera acuerdo entre el Gobierno y los acreedores, en lugar de
aquel lejano año, el bono a Global a 100 años se pagaría en el 2036 o el 2037.
Obviamente con una reducción importante en el pago de intereses, que se
acortarían a la mitad. Sin embargo, su rescate para el país implicaría un costo
mayor. A esta situación algo compleja, se le suma ahora una amenaza que
complica la negociación del bono con los acreedores. Muchos de los tenedores de
esta deuda, en su mayoría grandes bancos y fondos de inversión (así lo diseñó
para su lanzamiento el entonces ministro de Finanzas Luis Caputo), comenzaron
ya a hablar entre ellos para analizar la posible vigencia de una cláusula de
emisión incluida en el bono denominada Make Whole Clause (MWC). Según esta
visión, se podría obligar al Gobierno a pagar en el momento de rescatar el bono
la totalidad de los intereses comprometidos en la línea histórica de la emisión
(hasta 2117), si en algún momento Argentina quisiera rescatarlo.
Si bien la cláusula
habla de rescate y no default, la situación legal no estaría clara y
potencialmente podría ingresar en el eterno marco de los “grises legales” que
en general son resueltos en los tribunales de Wall Street, donde Argentina
tiene una pésima fama y peor fortuna. El peligro en el caso de la vigencia de
la MWC, es que su violación provocaría la aparición del derecho para los
tenedores de esa deuda para el reclamo del capital y los intereses que se deben
hasta la fecha de inicio del canje o default, salvo que expresamente los acreedores
firmen voluntariamente la renuncia a aplicar ese derecho. Esto podría
ocurrir en el caso de un acuerdo voluntario y exitoso. El problema sería si no
hay apretón de manos final, y si el país ingresa en el peligroso (en todo
sentido) camino del default.
El alerta lo impuso
ayer en el debate el expresidente del Banco Central Federico Sturzenegger, que,
vía Twitter, publicó “¿Pero tiene esto algo q ver con una reestructuración?
Resulta que sí. El fallo Cash vs Wilmington, de 2016, se refiere a una empresa
con bonos con MWC que entró en default. El juez consideró eso una decisión
voluntaria del emisor y entendió se gatillaban las obligaciones del MWC”. Según
el cálculo y la advertencia del ex funcionario, “si se aplicara la misma lógica
al Centenario implicaría transformar un pago de 2.000 millones en uno de
14.000, comiéndose casi un tercio de los ahorros que pretende Guzmán. Si éste
es el pago posible en un fallo judicial será difícil lograr un acuerdo
voluntario en este título”. Menciona en su hilo de la red social que “los
precios de mercado no reflejan esta visión, ni se sabe siquiera si el fallo
Cash vs Wilmington aplica (yo creo q no debería). Pero hay q estar preparado.
Sino, en vez de demostrarle al mundo como se hace una reestructuración daremos
un nuevo ejemplo de cómo no debe hacerse”.
Según otras
visiones, el peligro no sería tal. Las argumentaciones hablan de una cláusula
usual y muy común en la emisión de bonos internacionales utilizada desde hace
tres décadas, y tienen la finalidad de permitirle al emisor de la colocación
hacer una cancelación anticipada, si las tasas generales caen y la de la
emisión resulta muy cara para los mercados. La mira estaría en este caso en los
emisores y no en los tomadores de la deuda. Es la justificación que en su
momento expusieron los responsables del equipo de entonces ministro de Finanzas
Luis Caputo al lanzar el bono en 2017, y que ahora exponen como defensa de la
inclusión de la cláusula. La cláusula le da el derecho al emisor a retirar el
bono anticipadamente, situación en la cual habrá que pagar al acreedor un monto
como compensación.
La pregunta que
debe hacerse ahora el acreedor es si un canje de bonos, como sería el caso de
la operación que propone Guzmán, debe considerarse o no una compra temprana del
bono; y, en consecuencia, una operación en sintonía con lo que el contrato de
emisión del Centenario autoriza. Si Argentina retiraría el bono en efectivo,
debería retirar antes de lo previsto, debería compensar a los tenedores de esa
deuda por haber anticipado el rendimiento prometido; el que, en el caso del
Centenario, era llamativamente positivo y rentable. Lo que será motivo de
discusión, entre los negociadores de Guzmán (incluyendo los bancos asesores
HSBC y el Bank of America) y los acreedores durante los actuales cruces en el
marco del canje de deuda (exchange offer); es si la operación que propone el
Gobierno implica un retiro de un bono del mercado o un canje por otro. La corte
de EE.UU. dijo que un default es una compra anticipada de un bono. En este caso
no sería un default, sino un canje. El temor que comienza a circular por el
mercado, es que; aun con un acuerdo, haya un grupo de bonistas que no estén de
acuerdo con esta visión, que consideren que la cláusula MWC está vigente y que
se necesita una compensación extra por fuera del canje propuesto de Guzmán.
Obviamente el
ministerio de Economía rechaza cualquier alternativa de este tipo, y ya derivó
el caso para que comience su estudio en la procuración del Tesoro que maneja
Carlos Zannini; el encargado de diseñar la estrategia jurídica del canje de
deuda lanzado por Economía, y que trabaja hoy con el estudio de abogados Cleary
Gottlieb Steen & Hamilton (CGS&H) como referente legal en Nueva
York. El temor es que luego de cerrado el canje; o, peor aún si se llega a
situación de default, el grupo de bonistas tenedores del Centenario (totales o
residuales) decidan llevar el debate a la justicia de EE.UU. (donde en general,
la jurisprudencia dice que al país no se le da la razón), y que sean, otra vez,
los tribunales del Segundo Distrito Sur de Nueva York, famosos en el país por
las andanzas de Thomas Griessa y donde ahora gobierna Loretta Preska, donde se
decida la suerte de una colocación de deuda argentina fallida y los reclamos de
bonistas con excelentes abogados. Según Sebastian Maril, director de Research
for Traders, se trata de una cláusula normal en el mercado internacional y, con
pocos antecedentes.
El bono Centenario
fue lanzado el 17 de junio de 2017 por Luis Caputo como ministro de Finanzas.
Vencería en 2117 y pagaría intereses y parte del capital durante cinco
generaciones de argentinos. Fue emitido por unos u$s2.759 millones, tendría un
cupón de renta fija del 7,125% anual, y su colocación fue realmente exitosa.
Los pedidos de emisión sumaron más de 9.000 millones, y solo se colocó en
“manos fuertes”. Según Caputo, la operación representó el momento de mayor
confianza del mundo financiero con la argentina del gobierno de Mauricio Macri.
Para el entonces ministro, “una emisión de este tipo es posible gracias a que
logramos recuperar la credibilidad y la confianza del mundo en Argentina y en
el futuro de nuestra economía”. Agregaba además que el país mostraba “prudencia
y responsabilidad”. Con esta operatoria era de los pocos países en el mundo que
había logrado emitir este tipo de deuda, junto con México, Bélgica, Irlanda, China,
Dinamarca o Suecia.
|