Por Matías
Barbería - Insatisfecho por la poca predisposición de los bancos a
sumar riesgo a sus carteras de préstamos a la hora de prestar al sector
privado, el Gobierno trabaja en el diseño de una alternativa que le permita
movilizar la liquidez en manos de las entidades financieras para financiar
gasto público al tiempo que le permita dirigir más crédito a
empresas afectadas por las medidas de aislamientos social dispuestas para
enfrentar la pandemia de coronavirus COVID-19. En el sector financiero temen
por el riesgo de prestarle al Estado y por el efecto expansivo que tendría la
medida, aún en elaboración, sobre la cantidad de dinero en circulación.
El sector
financiero se muestra alerta ante el plan en el que trabajan el presidente del
Banco Central, Miguel Pesce, y el ministro de Economía Martín Guzmán.
Ante la falta de fuentes de financiamiento en medio de una renegociación de deuda
de final incierto y un mercado de capitales local que mira más al dólar que a
alternativas de inversión, el Gobierno fijó la mira sobre la liquidez de los
bancos. Entre Leliq y pases pasivos los bancos tienen más de $1,9 billón
inmovilizado en el Banco Central y, en el Gobierno, piensan que ese dinero se
podría direccionar a nuevos fines.
Los bancos tienen
un tope normativo que limita la cantidad de bonos del sector público en el que
pueden invertir. Hoy está en el 50% de su patrimonio (responsabilidad
patrimonial computable, en la jerga). Para cargarlos con más títulos, ese tope
podría necesitar ser removido, aunque fuentes del mercado señalan que el
sistema financiero no está usando la totalidad de su capacidad de invertir en
ese tipo de papeles.
Pero, aunque muchos
de los detalles de la implementación todavía están en el aire -en las entidades
no saben si les van a ofrecer incentivos para suscribir bonos del Tesoro o si
los van a mover a través de una normativa- ya se analizan las posibles consecuencias.
“La lógica de
avanzar en esta línea es que las entidades financieras reduzcan su posición de
Leliqs para suscribir los nuevos títulos. Si esto se confirma, la
iniciativa puede volar desde el lado del financiamiento pero no es la solución
a los desafíos monetarios”, analizó un informe de Econviews.
En primer lugar,
según el análisis de la consultora del ex secretario de Finanzas Miguel
Kiguel, la diferencia entre Leliq y bonos del Tesoro supone una diferencia en
la calidad del crédito. Primero, porque al tener la capacidad de emitir moneda
las letras que emite el Banco Central son de “riesgo cero”, mientras que el
Estado ha sabido reperfilar títulos en moneda local.
Pero hay otra
diferencia también sustancial. Y tiene que ver con que las Leliq nacen de la
necesidad del Banco Central de regular la cantidad de dinero en circulación
-expandir o contraer la base monetaria- mientras que un bono del Tesoro surge
del déficit de las cuentas fiscales.
“Una emisión de
bonos en pesos ingresa a las arcas del estado para rápidamente convertirse en
gastos en salarios, ayuda a pymes, gastos en salud, etc.. Así, si bien una
migración de la inversión de los bancos desde Leliqs hacia bonos tiene
implicancias microeconómicas en riesgo de crédito y liquidez, tiene también implicancias
monetarias muy grandes desde el lado de la oferta. Con las Leliqs los pesos
quedan ‘esterilizados’, mientras que con los bonos más temprano que tarde los
pesos están ‘sueltos’ en la calle”, agregó Econviews.
“Una migración de
los bancos hacia bonos sin aumento en la demanda de pesos gatillará la
necesidad de esterilizar o bien el BCRA deberá estar dispuesto a un crecimiento
de los agregados monetarios (mayor brecha o mayor inflación)”, concluyó el
reporte privado.
En el sector
financiero, mientras tanto, directamente lo ven como una avanzada
peligrosa. Hablan de medidas “contra los bancos” por su situación de
liquidez y reticencia a prestar a empresas. Se defienden diciendo que al no
prestar a algunas empresas que no están facturando lo que hacen es cuidar su
cartera y, con ella, protegen al dinero de los ahorristas.
Ven que detrás de
esa intención oficial está la mirada negativa que sostiene el propio
presidente, Alberto Fernández, respecto de las Leliq. Algo de eso se
escuchó ayer en declaraciones radiales.
"Para nosotros
las Leliq son un martirio para le economía argentina. Son el sistema por el
cual se les garantiza enormes intereses a los bancos, a pesar de que los fuimos
bajando -nosotros llegamos y las Leliq rendían el 63% hoy rinden el 38%, y
además hemos recuperado muchas, pero todavía hay una cantidad enorme porque fue
un festival de Leliq- entonces los bancos sacan una enorme diferencia que ni
siquiera trasladan a al que pone un plazo fijo. O sea los bancos cobran 38
puntos de Leliq pero cuando vas a poner un plazo fijo pagan 24%”, dijo
Fernández a Radio con Vos.
“Tenemos que buscar un modo de cortar con
esto. Vamos a buscar el modo en que la gente vuelva a creer en la
inversión de los bonos argentinos. Y tenemos que construir un sistema de bonos,
que son los del Tesoro Nacional, que rindan en el mercado, que sean atractivos
para el que quiere invertir. Todo ese trabajo lo estamos haciendo”, agregó
el Presidente.
Los bancos,
mientras tanto, insisten sobre los riesgos.
“Habría que
preguntarle a la gente a ver qué piensa de darle sus ahorros a un Estado que en
10 días puede entrar en default. Ojalá sepan lo que hacen”, se lamentó un
funcionario de un banco privado molesto porque no había habido consultas al
sector, una cortesía que Pesce no suele negarles a los banqueros.
Desde otra entidad
señalaban que el sector puede recurrir a medidas defensivas. Puede ser que haya
bancos que directamente bajen tasas para no captar depósitos, porque así
tendrán menos liquidez que deban dirigir a papeles del Tesoro. Pero eso
implicaría menores rendimientos en pesos y más demanda por dólares paralelos
como el MEP o el blue.
Mientras tanto,
cerca de los funcionarios que trabajan en la iniciativa hablan de una medida a
la que todavía le falta mucho para estar terminada, y que tiene muchas
dificultades de implementación. Guzmán, dicen, cree en la idea de generar un
mercado interno de financiamiento que reemplace al mercado internacional, lejos
de abrirse en el corto plazo y menos aún si las negociaciones con los bonistas
no llegan a buen puerto. El problema es si están dadas las condiciones de
confianza para eso o si los ahorristas pueden llegar a tomarlo a mal.
|