Por Román Lejtman - El lobby
de los bonistas extranjeros para lograr una mejora en las condiciones de la
oferta y desplazar a Martín Guzmán como único negociador de la deuda externa,
intenta seducir a Alberto Fernández a través de distintos formatos y
modalidades: chat, mail, celular, video conferencia, café a solas, almuerzo
institucional, cena entre amigos, mensaje grabado y papers en inglés con
gráficos relucientes a cuatro colores.
“No voy a cambiar
una coma, y Martín (Guzmán) es el único autorizado para conversar con los
fondos”, repite el Presidente, una y otra vez, cuando se topa con una nueva
operación de lobby a favor de los bonistas bajo legislación extranjera.
El Presidente tiene
ciertos argumentos políticos-financieros para rechazar a los representantes de
los fondos que ingresan a su intimidad de Olivos en forma personal o
digital. “Nuestra oferta es menor que la sugerencia de quita que propuso
el Fondo Monetario Internacional (FMI), y lo hicimos para demostrar que
queremos cerrar y evitar el default”, argumenta Alberto Fernández con los
números ya aprendidos de memoria.
La replica vía
chat, mail o en la soledad de la quinta presidencial no se hace esperar: “Si
aflojas un poco, si pagas más intereses, te lo cierran en tres días...”, comentan
en un loop infinito.
Alberto Fernández
apela a sus años de cátedra universitaria y contra ataca con una sola línea
argumental. “El Fondo dijo que la solvencia se alcanzaba con una quita que iba
de los 55 mil millones de dólares a los 85 mil millones. Y nosotros hicimos una
oferta que apenas está por arriba de los 50 mil millones. No hay nada que
negociar”, argumenta el jefe de Estado mirando a su interlocutor o escribiendo
con dos dedos en su cuenta de WhatsApp
Los fondos de
inversión consideran que Alberto Fernández tiene un discurso cerrado, que el
ministro de Economía no entiende cómo se debe negociar con los acreedores
externos, que la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, presenta una
mirada equivocada respecto a la posible resolución de la deuda externa
argentina, que la Universidad de Columbia de New York -adonde da clases
Guzmán- es una mala influencia y que el premio Nobel Joseph Stiglitz ya está
demodee.
El Presidente
rechaza cada uno de esos argumentos presentados por los bonistas y está
convencido de la línea ideológica que aplican Georgieva, Stiglitz, Guzmán y la
Universidad de Columbia respecto al manejo de la deuda externa y de sus
tenedores privados en plena crisis del COVID 19.
Jeffrey Sachs se
educó en Harvard, dio clases en esa prestigiosa universidad, fue asesor
especial en Naciones Unidas, se destaca por sus aportes en macroeconomía
global, integra la nómina de profesores de Columbia y es una figura clave
en la elaboración dialéctica de los argumentos sobre deuda externa que promueve
Georgieva y avala Alberto Fernández con su estrategia frente a los fondos que
operan en Wall Street.
El lunes 20 de
abril, Alberto Fernández y Sachs conversaron sobre la oferta a los bonistas que
ese día se publicó en la SEC de New York. La llamada telefónica duró casi una
hora, y el Presidente se quedó con tres conclusiones:
1. La propuesta
argentina a los fondos de inversión es más seductora que los intereses que
pagan actualmente los bonos soberanos del Tesoro de los Estados Unidos.
2. La oferta a los
bonistas se hizo antes de la pandemia y su impacto en la economía
nacional. Es decir: si hubiera tenido en cuenta ese hecho global, sus
condiciones serían más agresivas respecto a los plazos de gracia, y quita de
interés y capital.
3. Sachs
explicó que la crisis del COVID-19 puede “dejar a cuarenta países en default”, y
que es una variable que no se debería descartar frente a la intransigencia de
los bonistas.
La posición de
Alberto Fernández puede implicar un punto de ruptura con los mercados de
capitales de New York y enfriar la relación con la Casa Blanca y el
Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Larry Fink, CEO de BlackRock, ya
empezó a mover sus influencias en Washington y en el Fondo Monetario
Internacional para lograr que el presidente abra la mano y ofrezca mejores
condiciones de negociación de la deuda externa.
BlackRock,
Fidelity, Ashmore, Templeton y Pimco, entre otros grandes jugadores de peso, ya
rechazaron la oferta diseñada por Guzmán y no tienen previsto -por ahora-
presentar una propuesta formal y alternativa. Sí estos fondos han abierto
varias vías para llegar a Olivos -digitales y personales-, y en todos los casos
sus argumentos fueron soslayados -una y otra vez- por Alberto Fernández y su
ministro de Economía.
En este contexto,
con ambas partes en posiciones intransigentes, no se descarta que haya default.
Sería una paradoja de difícil explicación: Alberto Fernández y los principales
fondos de inversión juran que no quieren llegar a los tribunales de New
York. Pero a pocos días de la fecha límite fijada por Guzmán -8 de mayo-,
todo parece indicar lo contrario.
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