Por Carlos Burgueño - Será
una semana de contragolpe organizado. En las próximas horas, parte de los acreedores internacionales
que tienen deuda argentina bajo jurisdicción de
Nueva York le presentarán a los bancos que intentan acercar las partes (el HSBC
y el Bank of America) una especie de contraoferta a la propuesta del Gobierno
para reestructurar los u$s68.000 millones casi en default.

Ad ends in 11s
Será vía dos caminos. Una
vendrá de parte de algunos de los bonistas “friendly”,
aquellos que aún en los peores momentos (como los actuales) mantuvieron
contactos con fuentes oficiales del Ministerio de Economía (el único que puede
escuchar a acreedores y hablar de deuda). Otra de algunos grandes bancos de
inversión locales e internacionales en teoría “independientes”, que intentarán
elaborar alguna propuesta que acerque posiciones y encamine unas negociaciones
por ahora estancadas.
En cualquiera de los dos
casos se trata de ideas que mejoran la primera posición pétrea de los
tenedores de deuda, y aceptan el criterio de quita fuerte de intereses, leve de
capital y una extensión importante en el tiempo de pago sin compensaciones
inmediatas. Sin embargo, inevitablemente, implicarían que Martín
Guzmán acepte que su primera propuesta a los acreedores deberá
modificarse y que su máxima de la semana pasada sobre que una decisión de
ese tipo era imposible. En ambos casos se llama a que el ministro abandone la
posición irreductible y comience una negociación. En otras palabras que el
“poker de mentirosos” pase a una nueva etapa.
En el caso de la propuesta que
se está elaborando desde los bancos locales e internacionales con alta
presencia en el mercado de capitales, la sintesis fue publicada el fin de
semana por Consultatio. La entidad de Eduardo Costantini menciona que “las
dos formas de mejorar la oferta oficial son: (i) trabajar en iniciativas que
permitan reducir la incertidumbre respecto de los pagos futuros que se
comprometen (exit yield); (ii) mejorar los problemas de base de la propuesta
inicial: el de diseño y el de valor”. Sobre el primer punto “implica
complementar la oferta con una serie de medidas de carácter institucional que
permitan atender al núcleo del problema planteado por el ministro Guzmán: la
sostenibilidad macroeconómica de los compromisos. La mejora estimada de valor
por este factor es de u$s7,4”. Sobre el segundo habla de “la incorporación
de tres endulzantes (sweeteners) a la oferta que permiten aumentar el
valor de los nuevos bonos en hasta 13 dólares sin que esto implique un
renunciamiento a los criterios de sostenibilidad de la deuda tal como la
entienden el Gobierno y el FMI. La contribución conjunta de ambos factores
permite cerrar la brecha que hoy separa a las expectativas de los acreedores y
evitar así un default evitable”.
En el caso de los bonistas
del exterior “friendly”, piden la mejora sustancial de la oferta inicial;
basado en dos peticiones: un pago simbólico este año o en 2021 y una
relación sobre valuación del mercado de los bonos por encima del 40% (hoy
navegando entre el 35% y el 40%). También pedirán líneas generales sobre el
plan económico y fiscal del país para que la presentación sea más sólida
y algo novedoso: que la estrategia de acuerdos parciales que se desprende
de la oferta presentada por Guzmán no se tenga en cuenta, y que se vuelva al
criterio de los acuerdos generales del 75% general. Afirman los bonistas
que pensar en este “crossover” que explicó el estudio Cleary Gottlieb Steen
& Hamilton (CGS&H) a la Securuty antes Exchange Commission (SEC), rompe
el espíritu original de la propuesta y además tiene poca factibilidad en la
practica ya que, aseguran, los grandes fondos de inversión actúan
coordinadamente en esta negociación y tienen papeles en todas las opciones a
negociar. O explicado de otra manera; afirman que tienen poder de bloqueo para
cualquiera de las opciones si estas se negocian de manera diferenciada.
Según el analista Sebastián
Maril, “para que la mejora en el canje sea realmente aceptable para los
inversores externos, se debería evaluar desde el Gobierno tres frentes
simultáneos: un endulzante (mejor cupón, pago cash, pago de intereses o una
combinación de las tres alternativas); qué plan económico tiene el Gobierno en
mente para garantizar que se pagará lo que se ofrece en el futuro y la
aclaración sobre los aún muchos grises legales como la cláusula Rufo, las
exclusiones en las series de bonos, etc”.
Lo concreto ante estos
movimientos de los acreedores externos es que a partir de ayer los que están
trabajando a destajo gastando las vías virtuales son los dos bancos asesores:
el HSBC y el Bank of América. Por ahora, ambas entidades hacen su tarea desde
sus sedes en Nueva York con el CGS&H como interlocutor oficial del Gobierno
argentino, con lo que las posibilidades de avanzar son escasas. En estas horas
lo que empieza a conocerse es la alternativa negociadora de los acreedores
privados. Llegará pronto el tiempo de saber si desde Buenos Aires hay
voluntad de apertura a la oferta o no. Y si la fecha del 8 de mayo
(imposible de cumplir para los acreedores), es una pared o una ventana para
prorrogar las negociaciones. Para los privados, la verdadera fecha de cierre es
la del 22 de mayo, cuando termine de correr el tiempo de gracia que la ley le
permite a la Argentina para no pagar el Global que venció la semana pasada.
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