Por Leandro
Gabin - La negociación por la deuda está ingresando en terreno
peligroso. El ministro de Economía decidió jugar fuerte y avisó que la oferta
"es la que es" y que no habrá una mejor, a pesar de que los distintos
grupos de bonistas ya la rechazaron. Si bien podría ser una estrategia de cara
a lo que vendrá, algunos empiezan a creer que el Gobierno ya prepara el terreno para vivir en default.
De hecho, Martín
Guzmán adelantó (algo que ya se sabía en el mercado) que el vencimiento de
los bonos Globales por u$s500 millones de este miércoles no se pagará. Así, el
país ingresa en un período de 30 días de gracia para cancelar. Si no sucede, se
pasará del "virtual default" del que habla Guzmán, al "default
total".
Las
declaraciones del ministro, mostrándose inflexible y minimizando el impacto de
un default en la economía, podría ser otra pulseada del denominado "chicken game" o "juego del
gallina". Esta metáfora
hace referencia a una competición automovilística en la que dos autos se
lanzaban uno contra otro a toda velocidad y se trataba de ver quién resistía
más sin desviarse de su trayectoria. El primero que daba el volantazo para
evitar el choque, perdía: era considerado un "gallina".
Así,
Guzmán avisa que no habrá mejora de la oferta y que ahora están en la instancia
de tómalo o déjalo. Con ese
argumento intenta que los acreedores acepten la propuesta que, según las
valuaciones de los bancos de Wall Street, oscila entre 28 y 34 dólares por
cada 100 que debe el país.
"Las
expresiones de rechazo eran esperables, son parte de un proceso en el cual la
otra parte busca presionar para que Argentina ofrezca más. Pero como digo,
ofrecer no se puede, porque no es sostenible y es algo que no vamos a hacer.
Esta es la oferta y la oferta es el producto de lo que se conversó y negoció
antes. Y ahora es la hora de los acreedores de definir", dijo Guzmán en
una entrevista a El Destape.
El Grupo de
acreedores mayoritario, que representa el 25% de la deuda emitida en la era
Macri y 15% de los bonos anteriores, entre los que está AllianceBernstein,
Ashmore Investment, BlackRock, BlueBay Asset Management, Templeton y Fidelity entre
otros, considera que todas las partes interesadas deberán contribuir a una
solución que "ponga a Argentina en el camino hacia el crecimiento
sostenible y la estabilidad financiera".
Sin embargo, acusan a Guzmán de cargar sobre los bonistas todo el
costo de la crisis. "Busca colocar una parte desproporcionada do los
esfuerzos de Argentina para el ajuste a largo plazo sobre los hombros de los
tenedores de bonos internacionales", dicen.
¿Quién se correrá
primero? ¿Los acreedores o Guzmán? ¿O chocarán de frente? Es la pregunta que se
hacen ahora los bancos de Wall Street tras las declaraciones
"terminantes" del ministro de Economía.
Empeora la perspectiva
El Citi salió
con un demoledor comentario sobre la propuesta que le hizo Guzmán a los
acreedores. Dice que no es atractiva y el hecho de que el Gobierno esté
politizando la reestructuración no es buen augurio para una resolución exitosa.
Cree además que la participación será bastante baja, a menos que se mejore la
oferta.
Muchos traders del
exterior consideran que la propuesta de Guzmán no es precisamente de
"buena fe". Finalmente, la Argentina pide no pagar nada por tres
años, dos de los cuales ni siquiera se capitalizan los intereses, y después
pagar cupones que arrancan en 0,50% anual.
La suba de los
bonos argentinos después de conocerse los detalles de la oferta tuvo que ver
con que el mercado pensó que había margen de negociación. Ahora eso está en
discusión.
Los acreedores
creen que el país tiene un problema de liquidez y no de solvencia. Ahí hay un
punto de fuerte choque entre el ministro y los grandes fondos.
Para
los bonistas, la Argentina debería profundizar el esquema de austeridad fiscal
y que eso generará confianza y le permitirá al país acceder a financiamiento
más barato en el futuro.
En contrapartida,
la teoría de Guzmán es que el país no tiene ni tendrá acceso al mercado y que
el ajuste fiscal es precisamente lo que aceleró la crisis. De ahí que mientras que los acreedores le piden algún
tipo de reaseguro para cobrar más adelante, Guzmán contraoferta con cero dinero
en los próximos años y un resultado fiscal mínimo.
Wall Street le
pide al ministro un plan económico y un sendero fiscal creíble, dos cuestiones
que no aparecen en el horizonte, lo que también genera cortocircuitos en la
negociación. Las calificadoras de riesgo concuerdan con ese pedido que le hacen
los bancos de inversión.
"La
reestructuración de la deuda propuesta por Argentina implicará pérdidas
significativas para los inversores y, de ser aceptada, daría al Gobierno varios
años de flexibilidad fiscal sin vencimientos de pago de principal e intereses
hasta 2023. Sin embargo, las obligaciones en moneda extranjera del soberano,
que incluyen tanto deuda de mercado en legislación local y extranjera como el
refinanciamiento de la deuda contraída con el FMI, seguirán siendo
significativas, superando los u$s100.000 millones", dijo Gabriel
Torres, de Moody’s Investors Service.
Y agregó que "dados sus aún altos niveles de deuda, Argentina deberá
desarrollar un plan fiscal y económico viable de mediano plazo para poder
volver a los mercados una vez que el período de gracia para el pago de la deuda
finalice".
¿Hay margen para un
acercamiento?
El JP Morgan cree
que todavía existe la posibilidad de que el Gobierno mejore la oferta. Esto, a
pesar de que Guzmán haya declarado que no hay espacio para un mayor esfuerzo
fiscal para mejorar los términos ofrecidos.
Para el banco, el
hecho de que haya 30 días de gracia por el no pago de los bonos -período que
calza con los 20 días que duraría la oferta en cartelera- juega como incentivo
para los tenedores de bonos para impulsar esa mejora potencial.
"Mientras
tanto, la crisis económica se ha profundizado debido a la drástica
desmovilización de la fuerza laboral ordenada para evitar la propagación de
COVID-19, a la vez que la inflación se ha acelerado. En este contexto, los
costos políticos asociados a imponer un ajuste fiscal para asignar más recursos
al servicio de la deuda ha aumentado considerablemente", acota JP Morgan.
Entre
el "chicken game" y el "virtual default", Guzmán se
juega a que los acreedores eviten el choque. Pareciera que el ministro irá a
fondo. Y un default total de la deuda parece cada vez más probable.
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