Por Liliana
Franco - “Es una propuesta dura, pero no rupturista” resumió
a Ámbito un analista de los fondos de inversión que detentan la deuda externa
argentina al referirse a la propuesta de renegociación lanzada entre el jueves
y el viernes pasado por el Gobierno. La iniciativa fue recibida por la mayoría
de los acreedores con
cierto alivio ya que resultó “menos mala que lo que se esperaba” y
por lo tanto, si bien en general la consideran “inaceptable” en los
actuales términos, consiste en una propuesta que no está demasiado lejos
de las aspiraciones de los bonistas, según fuentes oficiales y de los
acreedores.
Desde ya que la
respuesta de los bonistas no fue unánime. Algunos fondos consultados por Ámbito señalaron
que la iniciativa fue “unilateral y coercitiva”. Cabe recordar que el
propio ministro de Economía, Martín Guzmán, reconoció que no se había
logrado un entendimiento con los acreedores. Otros analistas de fondos dieron
una respuesta más dura al señalar que la oferta argentina “no vale nada,
ya que no se cobra ni un dólar en tres años”.
Desde el Ministerio
de Economía se refuta señalando que en la propuesta el gobierno argentino hizo
su mejor esfuerzo planteando, en lo esencial, un esquema en el que el
país “pide tiempo para apuntalar la recuperación de la economía y así
poder honrar sus compromisos reconociendo prácticamente la totalidad de la
deuda” (la reducción del capital promedia el 5%). Se trata, enfatizan,
de un recorte menor al planteado por el Fondo Monetario Internacional en
sus estudios técnicos.
Exit yield
Uno de los puntos
centrales de la discusión pasa por la tasa de descuento a que se utiliza para
calcular el valor de los bonos tras
la reestructuración de la deuda (exit yield).
En el Palacio de
Hacienda consideran que se debe tomar la tasa “normal” de un país en
condiciones de pagar – no al borde del default –. En este sentido, consideran
razonable una tasa del 5%, es decir unos 300 puntos por encima de la tasa libre
de riesgo (bonos del Tesoro de los Estados Unidos). Aplicando este
criterio, los bonos ofrecidos por el gobierno tendrían un valor presente
neto que oscila entre 56 y el 78%.
Distinto es el
cálculo que realizan los acreedores. En estos medios se considera que la tasa
de descuento debe ser superior, del orden de 10 a 14%. Si se tomara una
tasa de 12% el valor presente neto de los bonos con vencimiento en 2030
tendrían una paridad de 36%, los correspondientes a 2036 valdrían 30% y
los que tienen vencimiento en 2047, 28%. De ahí que, además, se plantee la
necesidad de mejorar las condiciones para los títulos más largos.
Desde el punto de
la decisión de los acreedores, el tema pasa por discutir la oferta argentina o
pensar en litigar en los juzgados de Nueva York. Ahí se toma como
referencia la tasa de interés compensatoria del tribunal durante la época
del juez Thomas Griesa que era 9%, es decir que si se entrara en juicio y
se esperara un resultado favorable en tres años, se acumularían intereses
devengados por 30%, eso sí, siempre y cuando sea ésa la tasa que fija el juez.
Precisamente la
propuesta argentina de no pagar nada hasta fines de 2022, es decir casi tres
años, es uno de los aspectos más resistidos por los acreedores, tal vez el
principal.
Consideran
necesario “endulzar” la oferta haciendo un pago inicial al contado. Otros,
más conciliadores piden que al menos se capitalicen los intereses que no
se cobren ese período.
Analistas del
mercado consideran que éstas podrían ser alguna de las claves de las próximas
negociaciones. “Si se mejorara un poco la cuestión de los intereses, se
podría llegar a un acuerdo”, señaló a Ámbito un experimentado
analista.
Conceder
Lo cierto es que,
ante la casi segura decisión del gobierno argentino de no pagar los 500
millones de dólares que vencen por bonos globales el próximo 22 de abril, se
abriría un período de intensas negociaciones a lo largo del período de 30 días
de gracia que contempla la emisión de estos títulos para que el país no carga
en default.
Dicho de otra
forma, en cerca de un mes se debería resolver una negociación que en el caso de
la anterior disputa con los acreedores llevó más de un año y medio.
Cabe recordar que
la propuesta de reestructuración durante la gestión presidencial de Néstor
Kirchner y ministerial de Roberto Lavagna se lanzó en Dubai,
Emiratos Árabes, en septiembre de 2003 y recién culminó en abril de 2005
aunque, es cierto, que en aquel entonces el país estaba en default.
El contexto en que
se lleva adelante la negociación presenta oportunidades y amenazas para el
país. En contra juega que la situación estresante que sufren los mercados
financieros internacionales abre muchas oportunidades de inversión más
interesantes que la que ofrece la Argentina.
Pero también debe
tenerse en cuenta que la oferta argentina reconoce prácticamente todo el
capital adeudado, un tema que juega a favor de los fondos que de esta manera
evitarían castigar sus balances y, en algunos casos, no tener problemas
estatutarios (compliance).
Si bien las
negociaciones “no serían fáciles”, de acuerdo con un analista “la
deuda expresada en moneda dura de la Argentina representa sólo 20% del PBI, la
mayoría de los acreedores quieren cerrar y con todos los problemas que tiene el
país, un default sería letal; creo que lo más probable es un acuerdo”.
Por otra parte,
recuerdan que en todas las negociaciones recientes que llevaron adelante los ex
ministros de Economía de la Argentina, es decir Roberto Lavagna, Amado
Boudou y Alfonso Prat Gay, siempre hubo algún tipo de concesión.
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