Por Carlos Burgueño
- El plan de Alberto Fernández para evitar el default, y para el que él mismo
se preparó desde los tiempos en que era un colaborador directo para la
candidatura presidencial de Cristina Fernández de Kirchner, terminará pronto su
primera etapa. Hoy se conocerá la muy agresiva oferta que presentará a
los acreedores tenedores
de deuda bajo
jurisdicción internacional; a los que se les propondrá, en términos generales,
que pierdan más del 50% de sus tenencias. Y que recién comiencen a cobrar desde
el 2024 o el 2025. Y que la principal reducción de sus inversiones en el país,
sea en los intereses que creían que iban a cobrar; ya que desde el 2024 sólo
percibirán el 1% de lo pactado.
Si los
tiempos oficiales se cumplen, hoy se concretará la presentación ante la
Securities Exchange Commission (SEC); y luego será la presentación formal ante
los acreedores. Y el mundo en general.
Por lo
que se sabe, la estrategia del Gobierno de las últimas horas fue la de intentar
replicar en parte la experiencia de Alfonso Prat Gay del primer trimestre del
2016 en la negociación final con los fondos buitre. En aquel momento, el
entonces ministro de Economía y Finanzas, diseñó una estrategia basada en un
acuerdo con dos de aquellos acreedores; al reabrir el diálogo bajo la tutela
del juez Thomas Griesa. Optó por el primer fondo que había comenzado a comprar
deuda casi en default en el último trimestre de 2001, Kenneth Dart de EML; al
que, días después se sumó a regañadientes el poderoso Paul Singer de Elliot. La
oferta que presentó en ese momento el país, tenía el aval del magistrado
neoyorquino del Segundo Distrito Sur de Nueva York, quien designó al special
master, Daniel Pollack para que comandara las negociaciones; quien citó en su
bufete a los abogados de los dos fondos buitre articuladamente elegidos como
representativos de todos los acreedores anotados en el Juicio del Siglo. Por
presión del juez y el negociador designado, NML y Elliot firmaron el acuerdo en
abril de 2016; para que luego, aceptaran o no la oferta presentada, bajaran la
cabeza, cobraran el dinero y renunciaran a continuar el juicio.
Cuatro
años después, y con diferente tipo de acreedores, Martín
Guzmán repite la estrategia. El ministro de Economía viene manteniendo
contactos semisecretos desde hace algo más de una semana con varios de los
acreedores internacionales más importantes, con tenencias de deuda emitida
tanto bajo legislación Nueva York como nacional. Entre los contactos directos
que el palacio de Hacienda viene realizado vía teletrabajo, se mencionan
el BlackRock, Templeton, Fidelity y varios bancos de primera línea. Todos
dentro del grupo de los denominados, “acreedores friendly”; aunque desde hace
unos meses casi no los haya bajo esa descripción. Ante estos Guzmán deslizó
hace una semana los lineamientos de la oferta que el ministro tiene en la
cabeza y que podría presentar en los próximos días.
Si bien
el ministro no fue preciso (no tiene por qué serlo aún), lo que deslizó a sus
televidentes online sería una quita de capital fuerte de hasta 40%, una
reducción de la tasa de interés de 50% lineal, un cronograma de pagos desde
enero 2024 y el lanzamiento de un mix de bonos con un nuevo Cupón PBI como
lanzamiento estrella; del mismo tipo que el diseñado por Roberto Lavagna en el
canje del 2006. A todo este esquema se le deberá aplicar una quita de 10%
nominal global, como retribución política para presentar el plan ante la
sociedad, y que sea aprobado sin problemas por el Congreso Nacional (léase, con
el apoyo del kirchnerismo). En síntesis, el paquete incluiría una quita global
de entre el 50 y el 60% y la apuesta de los acreedores a compartir el futuro crecimiento
del PBI argentino como premio desde 2024. En principio, tanto BlackRock,
Templeton, Fidelity y los “friendly”, directamente terminan las conversaciones
de teletrabajo indignados. Hay incluso momentos de zozobra, con bonistas que
directamente salen de la conferencia virtual sin saludar a sus interlocutores
locales.
Desde
Buenos Aires se descartaba que sería esta la posición y la actitud, y que el
rechazo y la indignación de los acreedores privados, es hasta normal. Y
esperable. Y que, en definitiva, se trata de una primera negociación de un
proceso que puede ser largo. Más aún partir del DNU de reperfilamiento de la
deuda en dólares emitida bajo legislación local que libera a Guzmán del pago de
los casi 1.350 millones de dólares del AY24 del 7 de mayo próximo. Y que como
casi única obligación importante impone la necesidad de unos u$s503 millones
del AA21; AA26 y el AA46 que vencen el 22 de abril. El otro compromiso
importante son los casi u$s1.923 millones que habrá que liquidarle al Club de
París a fines de mayo, y que ya tiene destino de renegociación particular.
Más
allá de los malhumores primarios de sus interlocutores, la estrategia de Guzmán
es la de retomar las conversaciones videotelefónicas virtuales en las próximas
horas, para cerrar un acuerdo de caballeros con algunos de los “friendly”; para
que en el momento de presentar la oferta pública, estos se sumen con nombre y
apellido a la propuesta. Luego, cuando también la avalen un puñado de entidades
financieras y organismos públicos y bancos privados locales, la aceptación
debería arrancar con un nivel porcentual importante (el sueño es 50%); con lo
que el clima general debería ser optimista para lograr el 75% obligatorio. La
maniobra es que nombres como BlackRock, Templeton y los bancos más importantes
se incluyan entre los que aceptan lo oferta, para luego presionar al resto de
los acreedores; replicando aquella experiencia de Prat Gay con Dart y Singer.
Así
como en su momento en el 2016 se contaba con el apoyo de Griesa y su negociador
Pollack, ahora se busca que el sello de calidad de la propuesta pase por un
organismo más institucional: el Fondo Monetario Internacional (FMI). Descuenta el Gobierno que en la
oferta que se presentará, contará con el aval explícito de Kristalina
Georgieva, quien personalmente debería llamar en su rol de directora gerente, a
que los acreedores avalen la propuesta argentina. El FMI es para el sistema
financiero mundial más importante que cualquier juez o autoridades local. Sin
embargo, hay una diferencia importante entre el rol que cumplió el dúo Griesa-
Pollack con el que pueda aportar Georgieva: aquellos tenían el poder de
presionar directamente a los acreedores a que acepten la propuesta de salida
del default ya que era el juez y el negociador que cerrarían el canje y le
pondrían la firma al acuerdo; mientras que la del FMI sería sólo una opinión de
importancia.
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