Por Virginia Porcella
- El congelamiento económico impuesto por la cuarentena tendría consecuencias
impensadas hace pocas semanas: el freno, al menos transitorio, en el avance de
la inflación. Por supuesto, el dato será acompañado por una caída profunda
de la actividad, que los organismos internacionales prevén superior a 5% del
PBI mientras que analistas y bancos de inversión privados sitúan la caída por
encima de 6%.
En cualquier
caso, el avance del nivel general de precios daría una tregua durante los
próximos meses, a pesar de la millonaria expansión monetaria por parte del
Banco Central para evitar el colapso total de la cadena de pagos. En lo
inmediato, y sólo en el cortísimo plazo, el rotundo giro de las discusiones
salariales, que pasaron de buscar mejoras para empatar la inflación a negociar
porcentajes de reducción y/o cuotas para el pago de sueldos, es uno de los
principales factores detrás del imprevisto fenómeno.
Se repiten, en las
últimas dos semanas, los casos de gremios que lidian con propuestas de empresas
para hacer frente al pago de su nómina. Desde la reducción de hasta 50%
del sueldo decidida por las cadenas de comida rápida hasta el acortamiento
horario en contraposición al recorte de sueldos, además de las suspensiones, en
las automotrices y concesionarias. Esas decisiones fueron el corolario del
despido de los 1400 obreros del gremio de la construcción por parte de Techint,
con los que la empresa terminó acordando una suma fija en concepto de
gratificación.
A ese panorama se
sumó en las últimas horas el pedido que recibió la Unión Metalúrgica por parte
de uno de los sectores a cuyos trabajadores representa para reemplazar el pago
del sueldo por una suma no remunerativa equivalente a la mitad del salario de
bolsillo de cada trabajador. La propuesta, alcanzada por la Asociación de
Fabricantes de Autocomponentes (AFAC), fue también presentada al sindicato del
plástico y textil.
Así, la
discusión paritaria que empezaba a desarrollarse a inicios de marzo quedó
completamente relegada y hasta mutó drásticamente en escenarios de contingencia
para evitar el mal mayor, el de los despidos. Aunque no será la principal
determinante en el futuro cercano, esa variable modificará las expectativas
domésticas en el corto plazo, amortiguando las presiones que inevitablemente se
generarán con el correr de las semanas, producto de la cuantiosa emisión de
pesos y, también, de la ampliación de la brecha en la cotización del dólar
oficial con el libre –el contado con liquidación (CCL) y el dólar Bolsa (MEP)-,
que ayer superó 50%.
En contrapartida, la
evolución del dólar oficial, junto con la estabilidad de las tarifas, son las
dos que permanecerán disponibles para contener la situación. “En tanto y
en cuanto el dólar oficial no se dispare, la inflación no tendrá un salto. En
abril no la veo subiendo, aunque sí se mantendrá en un nivel alto”, dijo Martín
Polo, economista jefe de Mills Group, quien remarcó que la aceleración de la
expansión monetaria sumada al desplome de la producción y las dificultades de
las empresas por mantener los inventarios terminarán por modificar esa foto.
La ampliación de la
brecha cambiaria, es otro de los elementos a tener en cuenta, aunque tampoco de
manera inmediata. “En lo inmediato, la emisión monetaria no actúa y
tampoco el contado con liqui está subiendo ahora porque el Central expandió
mucho la base en las últimas semanas. Lo que se está viendo es un proceso en el
que las expectativas llevan a los inversores a cubrirse de riesgos
mayores", agregó Polo.
Lo concreto es que, a
pesar de haber superado ayer la barrera de los $ 100, la tasa de aumento del
precio del dólar “contado con liqui” desde agosto pasado se mantiene estable. Así
lo notó el fundador de la consultora Asesor De Inversiones, Alejandro
Bianchi. "Aunque en los últimos días tuvo un aumento vertical, si se
mantiene dentro de la tasa de evolución de los últimos nueve meses, el precio
de mínima del dólar libre será a fin de año de $ 128 y el máximo podría
ubicarse en $ 174. Esos valores son a fin de año, siempre que se mantenga entre
los mismos parámetros de suba que hasta ahora”, calculó el analista, quien
advirtió motivos para posibles desvíos, como las mayores complicaciones a la
cadena de pagos que podría traer el reperfilamiento de la deuda en dólares
dispuesto la semana pasada. Sin embargo, sostuvo que “en el corto plazo,
nada de todo eso va a impactar en la inflación, en términos de una aceleración
desbocada, pero sí en el mediano plazo cuando, eventualmente se reactive la
economía”.
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