Por Luis
Varela - Como si se tratara de un verdadero tsunami, el Covid-19 va pasando por
diferentes sociedades, va dejando muerte su paso y mueve las fichas de toda la
economía mundial.
La cuarentena
obligatoria en la que están casi todos los países provoca una enorme caída en
los niveles de actividad y diferentes consumos, por lo que los principales
commodities van actuando en consecuencia.
Probablemente el
producto más afectado es el petróleo, que desde US$ 60 por barril había
caído hasta apenas US$ 20, nivel en el que Vladimir Putin decidió convocar a
los árabes para recortar algo la oferta y hacer subir un poco el valor del
producto que sostiene el ingreso de los rusos.
El acercamiento
entre rusos y árabes hizo que el petróleo saltara de US$ 20 a US$ 29, pero
cuando se vio que el recorte de la oferta será limitado, el barril volvió a
ceder hasta la zona de los US$ 23, un precio que le da ganancia a los rusos y
los árabes, pero que aún deja en banca rota a las miles de compañías que
extraían el material con inversiones tipo fracking, más costosas.
Pero como los
niveles de actividad mundial siguen prácticamente a un cuarto de máquina, las
industrias siguen sin trabajar y sin demandar insumos. Por eso, los metales
básicos, como el cobre, el aluminio y el níquel, siguen sin reaccionar, y con
valores que testean la cotización piso de doce años.
Como el hambre no
puede tener recesión, el valor de los alimentos sigue sostenido. Sólo que como
el mercado que funciona como principal termómetro está dentro de Estados Unidos
(Chicago) y debido a que EE.UU. es la nación afectada con más muertes, los
granos pierden 2% en lo que va de abril, aunque en la Bolsa de Rosario el maíz
y el girasol vienen muy firmes, eludiendo las bajas leves que muestran el trigo
y la soja.
La cantidad de
muertes que deja el Covid-19 genera gran temor y parálisis, sobre todo porque
se están concentrando en naciones que hasta ahora eran el prototipo de las
cosas que se hacían bien. Por supuesto, todo el mundo desconfía de las
estadísticas, pero los indicadores que tenemos hasta ahora muestran que el
mayor daño de la enfermedad de da en Europa y en Estados Unidos.
En medio de tanta
muerte y tanta parálisis económica los bancos centrales de absolutamente todos
los países se pusieron a repartir colosales cantidades de dinero.
Por supuesto,
semejante cantidad de dinero repartido tiene consecuencias inmediatas, que
están ligadas esencialmente a dos cosas: uno, la inflación esperada por tanta
liquidez en el bolsillo de la gente y dos, la pérdida de valor relativo de esas
monedas.
Por eso, entre
otras cosas, posiciones refugio volvieron a afirmarse. Se empinaron otra vez
los metales preciosos: la onza de oro volvió por sus fueros, sube 7% en abril y
está a punto de superar los US$ 1.687 tocados el 9 de marzo, el mayor nivel en
siete años. La onza de plata también rebotó (gana 10,6% en abril), pero en
términos históricos sigue casi inmóvil desde hace seis años. Y otro
refugio que mostró algún diente, aunque con dudas, son las criptomonedas, que
suben 6% en abril, aunque en las últimas horas están retrocediendo.
El gran problema de
todas estas mediciones es que se están moviendo los ejes principales que vienen
coordinando todos los valores mundiales desde hace cincuenta años: el petróleo
y el dólar. La apertura o cierre de canillas de rusos, árabes y estadunidenses
trastoca todo lo dependiente del crudo. Y la emisión de dólares y euros sin
fin, descoloca a todas las monedas.
Por ejemplo, como
la Fed arrojó dólares desde helicópteros, para que la parálisis económica no se
convierta en parálisis financiera, además de darle seguro de desempleo a seis
millones de personas, garantizó que todos los que tienen deuda, contarán con
financiamiento casi cero, mientras dure la emergencia (ya lo pagarán en su
momento).
Por eso, en la
última semana el dólar bajó contra absolutamente todas las monedas del mundo.
El billete verde cayó 4,5% en Brasil, descendió 4% en México, 2,8% en Chile,
1,4% contra la libra, 1,1% contra el euro, 1% contra el franco suizo, 0,8%
contra el yuan y 0,1% contra el yen.
¿Cuál fue uno de
los pocos países en los que el dólar subió? Por supuesto, Argentina. En la
semana los dólares oficiales siguieron avanzando a un ritmo semanal del 0,4%,
el dólar blue está desaparecido por la cuarentena, pero los dólares libres
volaron. Tanto el dólar MEP como el Contado Con Liquidación se acercan a los $
95 y en abril tienen una suba de nada menos que 10%.
¿Qué está
ocurriendo? La mayor parte de los que se refugiaron en dólares desde que vieron
que el gobierno de Macri terminaba en desastre y adivinaron que el peronismo
volvería al poder, tienen sus dólares en cajas fuertes en los bancos o en sus
casas, y no los pueden vender porque el mercado blue está desaparecido.
De a poco, esos
tenedores de dólares van encontrando canales y empiezan a aprovisionarse de
pesos por esa vía: por esa razón el dólar blue está congelado en $ 85, mientras
que los otros dos ya vuelan $ 10 más arriba, con la mayor parte de los
especialistas haciendo pronósticos de lo que viene.
La súper emisión de
pesos en Argentina agrega otra dificultad. Se reparte dinero entre una multitud
y no se favorece la fabricación de productos para que esa multitud sea
abastecida. Resultado: la inflación está mostrando otra vez los dientes.
Además de ese
problema, tenemos otro inconveniente: el pico del virus en el Hemisferio Sur
vendrá más adelante. Europa y EE.UU. probablemente lo superen en unas pocas
semanas. Pero América Latina tiene lo más complicado por delante, desde ahora
hasta por lo menos agosto, o setiembre.
Como la emisión de
moneda y los diferentes tipos de cuarentena no están generando tanta inflación
en otros países, los inversores empiezan a calcular como será la recuperación,
y las imaginan comparándolas con letras. En algunos países creen que el repunte
tendrá forma de V, o sea un fuerte repunte tras la caída. Otros la ven como una
U, un tiempo de traba para recién después recuperar. Y en otros lugares ven una
L, o sea, caída y luego todo planchado, durante un largo tiempo
.
Los mercados de
valores tuvieron a lo largo de la última semana una increíble recuperación, a
pesar de verse muertes y tumbas por todas partes. Wall Street tuvo su mejor
semana desde 1974, con un repunte del 12,7% para el índice Dow Jones y del
10,6% para el Nasdaq. La Bolsa de San Pablo mejoró 11,7%, Frankfurt 10,9%, Tokio
9,4% y Madrid 7,4%.
¿Qué pasó con la
Bolsa de Buenos Aires? Medido en pesos el índice S&P Merval subió 5,7%,
aunque si esa medición se hace en dólar blue es del 4% y si se hace con dólar
mep o ccl está por debajo del 3%, con diferencias híper selectivas en
diferentes empresas, según son castigadas o beneficiadas por la situación de
cuarentena.
Pero probablemente
donde más impacto se esté viendo es en los bonos. En lo que va de abril hay
subas en los bonos de Estados Unidos, Canadá, Singapur, Hong Kong y Gran
Bretaña. Escasas bajas en los demás países. Un descenso más importante en los
bonos de Brasil. Y una caída más que consistente en los de Argentina.
Como publicamos a
lo largo de la semana pasada, el domingo pasado, contradiciendo lo que había
dicho dos días antes, el ministro de Economía Martín Guzmán anunció que se
reperfilan los bonos argentinos amparados bajo la ley Argentina (se promete
pagarlos de manera totalmente incierta en 2021) y afirmó que se seguirán
pagando los bonos amparados bajo la ley New York.
¿Por qué hizo esta
diferencia? Guzmán necesita un acuerdo con los acreedores para reestructurar la
deuda bajo ley internacional. Si no lo hace, el país será declarado en default
y se dispararán los juicios en Nueva York, Tokio, Londres y Frankfurt, con
fallos que terminarán como en 2001, trabando exportaciones, situación que
obligó en 2005 a emitir los carísimos cupones PIB.
Por esta razón, en
la última semana, sufrieron una caída del 2,5%, pero con una diferencia: los
bonos ley Argentina cayeron 5% y los bonos ley internacional subieron 2%. Por
esta razón en la semana el riesgo país subió 150 puntos, de 3.708 a 3.858
unidades.
A partir de esta
decisión, el bono puso una nueva fecha como punto límite para que se disparen
en el exterior todos los juicios contra un nuevo default argentino. El 22 de
abril vencen dos bonos ley NY, el AA26 y el AA46. A partir de ese día Argentina
tiene un plafón de treinta días más para que sea decretada en default, por lo
que la última fecha será el 22 de mayo.
Con su habitual
estrategia de jugador de póquer, desde el Ministerio de Economía repiten que de
un momento a otro se anunciará la oferta a los acreedores. Ahora se dice, por
enésima vez, que la oferta se hará entre el 13 y el 18 de abril, o sea en la semana
que comienza hoy.
Como en este
momento los bonos cotizan al 23% los de legislación nacional y al 35% los de
legislación internacional, en el mercado calculan que la oferta tendrá una
quita del orden del 50%, con una composición diferente, de recorte de capital,
de intereses o de plazos.
Pero los inversores
están cada vez más convencidos: creen que no los pagarán, y que irán al
default. Ya lo dijo el Presidente, las urgencias son tantas que la deuda pasa a
un segundo o tercer plano.
Lo paradójico del
caso es que con el reperfilamiento (ya llamado default por las agencias
Moody’s, Fitch y Standard % Poor’s) Fernández defaulteó dos bonos
emitidos por Cristina, en su última Presidencia. CFK en 2014 y 2015 salió a
pedirle ayuda a los inversores argentinos para que la apoyen para cubrir los
gastos, y lo hicieron: el 74% de los bonos AY24 y AO20 fueron comprados por
inversores locales que apoyaron a Cristina.
Ahora, sin embargo,
Fernández dice “no vamos a pagar la deuda postergando a los argentinos, los
argentinos están primero”. El lunes, Guzmán hizo una licitación de Letras del
Tesoro: aquellos inversores que ayudaron a Cristina, esta vez no se
presentaron, ni uno. Esta semana habrá más licitaciones de Letes… veremos si
hay una oferta por la reestructuración y veremos cuál es la respuesta de los
inversores. ¿Habrá alguien más dispuesto a prestarle dinero a Argentina?
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