Por Matías
Barbería - La base monetaria se expandió 33% en marzo en comparación
con el nivel que mostraba al cierre de febrero. Sumó algo menos de $600.000
millones en el mes, más que nada por el desarme de Leliq que impulsó el Banco
Central para incentivar préstamos a empresas que ayuden a pagar los sueldos en
medio del parate por el COVID-19. Pero también se destacó la emisión para
financiar al fisco que hizo la entidad conducida por Miguel Pesce:
fue tal que una de las vías para asistir al Tesoro llegó a su tope normativo y
hubo que recurrir a una maniobra contable para girar utilidades. Analistas
temen impacto a la inflación, pero admiten que hay pocas otras maneras de
estimular a la economía en medio de la pandemia.
Los días 26 y 27 de
marzo el BCRA emitió $80.000 millones en concepto de transferencia de
utilidades. Se trata de una distribución de ganancias similar a la que hacen
las empresas privadas a sus accionistas. Claro que el único accionista de la
autoridad monetaria es el Tesoro nacional, por lo cual esa inyección de dinero
tuvo un único destinatario. Estas operaciones no se registraban desde agosto
pasado, cuando la entidad estaba a cargo de Guido Sandleris y el organismo
utilizó ese mecanismo para que Economía contara con pesos suficientes con los
que comprar reservas internacionales para afrontar el pago de deuda.
En esta ocasión, en
cambio, la ingeniería contable no busca esconder el cambio de manos de las
reservas del Central. Es emisión de pesos pura para sostener a un fisco
que en febrero vio crecer su recaudación apenas 35%, 15 puntos por debajo de la
inflación interanual. Es decir, vio caer sus ingresos genuinos por los primeros
efectos del parate económico que acompaña a la pandemia.
El recurso a
transferencias de utilidades da una idea de la dimensión de la ayuda monetaria
que Pesce se está viendo forzado a conducir ante la caída de la actividad, el
retroceso de los ingresos impositivos y la necesidad cada vez mayor del Tesoro
de gastar para apuntalar a los sectores más golpeados por el impacto
económico del coronavirus. Se recurre a utilidades porque la otra vía para
imprimir plata, los “adelantos transitorios”, está prácticamente en el tope
permitido por la Carta Orgánica que rige al BCRA.
Contabilidad creativa
Luego de dos años
durísimos para la política monetaria y cambiaria las ganancias en el balance
del Central son siderales. Esto es porque el activo de la entidad, a grandes
rasgos las reservas internacionales, está nominado en moneda extranjera.
Mientras que el pasivo, pesos en circulación, Leliq y pases, es todo moneda
local. Y el dólar saltó 58,89% en 2019 luego de dispararse 102% en 2019. El
valor del activo, medido en pesos, ganó por goleada la carrera contra los
pasivos del balance oficial.
Pero hay algo
más. Por sobre esas ganancias iniciales, en enero de este año se sumaron
nuevas. En el activo del BCRA no sólo hay reservas, sino que además figuran
reservas que la entidad ya no tiene, que le transfirió al Tesoro para el pago
de deuda. Por ejemplo, en enero de 2006, cuando el Tesoro tomó USD 10.000
millones en reservas para el pago de deuda. O en 2010, cuando el conflicto por
ese mismo mecanismo terminó con período de Martín Redrado al frente del BCRA.
Este año, el Tesoro se hizo de otros USD 4.700 millones más, los suficientes
como para cubrir todos los pagos de este año de deuda regida por ley extranjera
en manos de acreedores privados.
En cada una de esas
transferencias de reservas internacionales el BCRA recibió a cambio Letras
Intransferibles a 10 años. Son similares a bonos soberanos, en el sentido de que
se trata de emisiones de deuda. La diferencia es que, intransferibles como son,
el BCRA no puede venderlas a privados a cambio de dólares para sumar reservas
genuinas. Quedan en el balance de la entidad. Pero su valor, si lo tienen, es
como mínimo dudoso. El Tesoro no devuelve el préstamo, sino que lo renueva, y
el BCRA no tiene forma de transformarlo en dólares contantes y sonantes.
Sin embargo, más
allá de su precio dudoso, las Letras Intransferibles juegan otro rol en la
política monetaria. Como están nominadas en dólares, su valor contable sube
cuanto más se dispara el dólar, o se devalúa el peso. A pesar de que no valen
nada, suman ganancias para la entidad.
En enero de este
año, ya previendo que esas ganancias contables podrían resultar útiles, el BCRA
le dió una vuelta de tuerca más a la contabilidad creativa. Decidió cambiar la
manera en que se establece el valor contable de esos papeles. Pasó a computar
el valor de las Letras Intransferibles a “valor técnico”, luego de que por un
breve período la administración de Federico Sturzenegger pasara a computarlas a
un valor consecuente con el precio de mercado de bonos soberanos similares con
el fin de permitir al Tesoro cancelarlas para fortalecer las reservas del
Central. Esa cancelación nunca se concretó, luego de que el programa de rescate
del FMI volara por los aires.
Al devolverlas a
valor técnico, Pesce sumó casi USD 37.000 millones al balance del Central sin
que entrar un sólo dólar a la entidad. Ese asiento en los libros sólo aporta
ganancias contables cuando el dólar sube.
El balance 2019 del
BCRA todavía no está presentado, pero fuentes de la entidad calcularon en
cerca de $1,5 billón las ganancias que obtuvo el banco el año pasado. Son tres
cuartos de la base monetaria, que hoy flota alrededor de los $2 billones. Ese
es el poder de fuego total que podría, en teoría, girar el Central en concepto
de utilidades. Y la entidad puede ir adelantando dinero a cuenta de esas
utilidades que se oficializarán más adelante.
Necesidades de
pesos
Los programas con
los que el Tesoro busca apuntalar la caída de la recaudación y los aumentos del
gasto necesarios para cubrir las necesidades que genera el parate económico
asociado a las medidas de distanciamiento social. El Ingreso Familiar de
Emergencia (IFE), el Repro -con el que el Gobierno subsidia parte de los
salarios de empresas privadas en problemas para evitar despidos-, la mayor
inversión en salud, entre otros elementos, encuentran al fisco con menos
recursos impositivos y pobre acceso al mercado para colocar deuda.
expansiva en un
intento por suavizar el impacto de la pandemia en la economìa local
Pero además, la
base monetaria creció por el desarme de parte de la “bola de Leliq” con el que
el BCRA buscó que los bancos tengan más pesos en las manos para prestar a
empresas y ayudar a pagar salarios. Fueron algo de $ 300.000 millones con datos
al 30 del mes.
Desde una
perspectiva realista, los analistas temen que el Gobierno no tiene muchas
alternativas. “Efectos sobre la inflación y las brechas vas a tener, el
tema es que si emitís para apuntalar la demanda eso se te va a ir a precios, si
en cambio lo hacés para sostener la cadena de pagos -mantener la producción-,
vas a estar mejor enfocado”, dijo Gabriel Caamaño de Consultora
Ledesma.
“Pero lo cierto es
que ya estabas jugado, ya ibas a emitir, estás eligiendo el mal menor”, agregó
Caamaño.
La resignación
respecto a que no había muchas otras alternativas es común a varios
economistas. Algunos, incluso, se ilusionan con que el aumento en la demanda de
dinero que se dio en las últimas semanas por el parate económico puede ayudar a
que el daño, al menos, no sea inmediato.
“Creo que el
impacto de la emisión en términos de precios será menor al que hubiera sido en
otro contexto. En un país donde van a sobrar más dólares que antes por el lado
comercial (o faltar menos, si incluimos a la deuda) por el deterioro de la
actividad e importaciones que provocará el sismo del COVID-19, la emisión será
menos inflacionaria que otras veces”, dijo Matías Rajnerman de Ecolatina.
“La alternativa es atenuar la política expansiva (ya sea con menos gasto o con
menos exenciones impositivas), que la respuesta del Poder Ejecutivo ante el
shock sea más laxa. Considerando que nuestro plan fiscal anti-COVID-19 es
alrededor de 2% del PBI, el de Estados Unidos 10% y el de Alemania 25%, por
citar algunos, la verdad es que parece que el margen para tener una política
menor es acotado. El problema estuvo en gastar los adelantos tan rápido (enero
y febrero), que nos hicieron llegar a esta pandemia, inesperada, con muy poco
margen para financiar la política contracíclica de una manera menos agresiva”,
agregó.
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