Por Jorge Herrera
- Apenas entrados en el segundo trimestre del año y ya la emisión monetaria
volvió a las andadas y a sus anchas. Claro que, como bálsamo, vale recordar que
se venía de una época de abstinencia, casi total, bajo el mandato del FMI y del
último acuerdo con el Gobierno de Cambiemos de “emisión cero”. Aunque hay que
señalar que esa mentada “ley seca” de emisión en realidad no fue tan así porque
la “maquinita” trabajó fuerte con Macri sobre todo al final de su mandato.
Hoy la historia es
otra y el BCRA ya
tuvo que empezar a auxiliar con ímpetu al Tesoro y ahora también debe
intensificar la inyección de liquidez en el sistema financiero para evitar un
colapso mayor de la cadena de pagos y de la economía en su conjunto. Así ya se
vio como en lo que va del año la emisión aumentó casi $400.000 millones, ante
la avalancha de pesos de marzo que se acerca a $580.000 millones. Ahora bien,
el coronavirus y la cuarentena obligan a barajar y dar de nuevo. En
Hacienda recalculan, al ritmo diario de la cuarentena, cuánto será,
aproximadamente, el déficit fiscal a cubrir este año sin ningún tipo de financiamiento
genuino (el único candidato es el BCRA), mientras en el ente monetario delinean
distintos escenarios para proyectar la emisión necesaria para asistir a Tesoro.
Nadie duda que ante el parate económico del primer semestre, sobre todo, el
derrumbe esperado del segundo trimestre el fisco necesitará ingentes sumas de
dinero para paliar la crisis y solventar la escalada de los gastos operativos.
Así todos vuelven mirar al “segundo semestre”, casi como un slogan heredado de
Mauricio Macri.
Mientras tanto
algunos se preguntan si está lista la “maquinita” para afrontar semejante
desafío. Al fin y al cabo quien tiene que abastecer al BCRA de billetes y monedas e
indirectamente a la economía es la Casa de la Moneda. Más cuando se habla en el
mercado de una emisión de, por lo menos, otro medio billón de pesos. Según
información recogida por este diario hasta el momento todo es normal. En la
Casa siguen con la programación pautada a fines del año pasado que implica una
producción anual del orden de los 800 millones de billetes. Y el BCRA aún no
pidió ningún cambio de planes. Vale señalar que este nivel de producción ya
viene de un ajuste al pasar de 550 millones de billetes a 800 millones. Esto se
pauta en un contrato, que hoy es trianual y vence este año, entre el BCRA y la
Casa. Por ende no se necesita ninguna ley ni normativa especial para
implementar cambios.
Hay que tener en
cuenta que pese a las necesidades del Tesoro y del BCRA, la Casa opera como una
fábrica por ende además de los planes de producción ya programados con
anticipación hay una serie de compras estratégicas también programadas con
tiempo, como por ejemplo, la del papel, e incluso la de la mayoría de los
insumos involucrados que, vale destacar, son casi todos importados. De ahí lo
critico de cualquier sobresalto en los planes operativos, ya que por más que el
BCRA y el Tesoro requieran acelerar la producción de billetes existen
obstáculos operativos que hay que salvar incluso el del abastecimiento de
materiales e insumos importados.
Aunque esto último,
pese al cepo y demás restricciones, la Casa no tendría mayores
inconvenientes ya que se descuenta que el Gobierno aprobaría todo tipo de
importación con el fin de garantizar la producción de billetes. Si bien la
capacidad instalada puede responder al desafío, la cuarentena y demás
restricciones, como por ejemplo, las licencias a grupos de riesgo como los
mayores de 60 años o empleados que deben ocuparse del cuidado de los hijos,
puede en estos momentos menguar la capacidad operativa máxima de 3 turnos que
implica producir 1.200 millones de billetes por año. En la actualidad la Casa
no tendría problemas ni con el stock de insumos ni de repuestos como así
también de maquinaria. El tema sería, entonces, el recurso humano.
En función a lo
visto ya en materia monetaria cabe mencionar que en la actualidad hay en
circulación 5.241 millones de billetes en manos del público y de los bancos más
otros 9.105 millones de monedas. Esto marca una tenencia de efectivo entre las
personas de $1.051.951 millones y $181.372 millones en manos de los bancos. El
billete con mayor circulación es el de $100 que concentra el 45% del total de
billetes, seguido por el de $500 con el 16% y el de $10 con el 10%. Por ahora
el de $1.000 solo representa el 7% del total, al igual que el de $200. Mientras
que por el lado de las monedas las de mayor circulación son la de $10 con el
30% seguida por la de $1 con el 20% y la de $5 con 14%.
Esto es relevante
porque si lo que se avecina es otra ronda de fuerte emisión y ya con tasas
mensuales de inflación crecientes no hay tiempo para elevar la denominación de
un billete, porque el proceso para lanzar un nuevo billete lleva, por lo menos,
según los técnicos, entre 6 a 9 meses y casi un año para que esté en la calle.
O sea, el de $1.000 seguirá siendo el mayor y entre ese y el de $500 deberían
llevarse la mayor parte de la nueva emisión, para optimizar la producción de la
Casa. Sobre todo porque el de $100 y $200 son ya casi para gastos del kiosko. Cabe
recordar que es el BCRA quien decide lanzar un nuevo billete e inicia el
proceso licitatorio y de diseño. Incluso en algún momento de la historia llegó
a comprar directamente billetes y monedas. Por lo pronto, como buen “boy scout”
la Casa está siempre lista y el BCRA respira.
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